NÚMERO OCHO – LA MÁS COSTOSA Y CONVINCENTE EVIDENCIA

Bienvenidos a la octava de nuestras conversaciones acerca de Dios. Otra visión de nuestro Padre celestial en el amplio escenario del gran conflicto sobre su carácter y gobierno. El tema para nuestra octava conversación es: “La más costosa y convincente evidencia”. Y la pregunta de esta noche es: “¿Por qué tenía que morir Jesús?”

La importancia del tema de hoy hizo que fuera particularmente difícil escoger los textos que incluimos en nuestra hoja de referencias bíblicas, porque había bastantes que merecían ser incluidos. Afortunadamente muchos de ellos ya han aparecido en otras hojas de referencia anteriores, y habrán otros más en las que vienen. Se habrán dado cuenta de que no incluí Juan 3:16, quizás el texto más conocido y más amado de toda la Biblia: “Porque de tal manera amó Dios al mundo que dio a su único Hijo…” Es simplemente que este gran texto no explica por qué tuvo que morir Jesús. Solo dice que Dios nos amó lo suficiente como para dar a su Hijo.

Ahora, le he llamado a la cruz, el tema de esta noche, la más costosa y convincente evidencia, porque yo creo que la forma única y horrenda en que Jesús sufrió y murió revela algo acerca de nuestro Dios y de su gobierno, que tiene que ser completamente aclarado para que la confianza y la paz puedan ser restauradas otra vez. Porque así como lo hemos considerado ya, ha habido una crisis de desconfianza en la familia universal de Dios, hasta el punto de que hubo guerra en el cielo, según lo describe Apocalipsis 12.

Nuestro Dios ha sido acusado de ser indigno de la confianza de sus criaturas, y de ser arbitrario, vengativo y severo. De manera particular Él ha sido acusado de mentirle a sus hijos; de mentirles al decir que la muerte es el resultado del pecado. Ahora bien, no sirve de nada el simplemente negar los cargos. Porque, como lo hemos discutido ya, Dios no nos incita a que aceptemos meras aseveraciones. Hasta el diablo puede aseverar cosas. Únicamente demostrando que se es digno de confianza, durante un período largo de tiempo y en una gran variedad de circunstancias, especialmente aquellas difíciles, es que la confianza puede ser restablecida y confirmada. Y así la Biblia registra que Dios envió a su Hijo a tratar con el rompimiento de la confianza y la credibilidad en su familia. En otras palabras, Él envió a su Hijo a tratar con el pecado.

Ustedes recordarán que en nuestra segunda conversación discutimos el hecho, según lo describe la Biblia, de que el pecado es mucho más que el mero rompimiento de las reglas. El pecado es un rompimiento de la confianza y de la credibilidad. El pecado significa una necia y sospechosa falta de disposición a escuchar, sin mencionar todas las dañinas consecuencias de nuestra indisposición a escuchar a nuestro Padre celestial. Jesús vino a rectificar todo lo que salió mal, y a rectificarlo de tal manera que pueda mantenerse recto por el resto de la eternidad.

Así que primero, esta noche vamos a considerar una vez más ¿qué fue lo que salió mal? Porque yo creo, que entender qué fue lo que salió mal nos ayuda a entender los métodos que Dios ha usado para rectificar las cosas. Y particularmente nos ayuda a entender el por qué tenía que morir Jesús. Nuestro Dios ha sido acusado, específicamente de ser arbitrario y exigente, vengativo, no perdonador y severo. Dios envió a su Hijo para revelar la verdad sobre tales cosas. ¿Por qué no era suficiente que Jesús viniera a vivir entre nosotros, como lo hizo, a decirnos la verdad acerca de su Padre y entonces demostrar por su amante trato hacia los peores pecadores, que Dios en verdad no es el tipo de persona que sus enemigos han dicho que es?

Claro, la forma en la que Él vivió y la manera en la que trató a la gente es una evidencia vital. Y ya pasaremos más tiempo en eso más adelante, particularmente en la noche titulada: “¿Cómo trata Dios a sus hijos que yerran?”

Pero recuerden que la más grave acusación que se levantó en contra de nuestro Dios es que Dios nos mintió. Él nos mintió cuando dijo que el pecado resulta en muerte. Peor que eso, Satanás ha convertido la amante advertencia a nuestros primeros padres en el Jardín del Edén en una aterradora amenaza. Ha representado a Dios como diciéndole a Adán y Eva: “¡Ustedes, o me obedecen, o los mato!” Y piensen en el funesto efecto que esa perversión de la verdad acerca de nuestro Dios ha tenido en la raza humana. Piensen en cómo eso ha envenenado la actitud de las personas hacia Dios y su práctica de la religión. Imagínense a nuestro amante Dios diciendo: “Ustedes, o me aman y obedecen, o los torturaré y ejecutaré en mi justa ira”. ¿Cómo pudo esa satánica forma de ver a Dios ganar tanta aceptación, como la que ha tenido y que todavía es tan ampliamente aceptada?

Por miles de años, el hombre ha sacrificado hasta a sus propios hijos para ganar el favor de sus ofendidos dioses. Aun en el mundo cristiano se sugiere y hasta se cree, que si no fuera por el aplacamiento que Cristo hace, algunas veces llamándolo propiciación de la ira del Padre, hace tiempo que hubiéramos sido destruidos. Y que si no fuera por el constante ruego de Cristo a su Padre, Dios no podría por sí mismo perdonar y sanar a sus hijos.

¿A quién se le pudo ocurrir tal perversión? Pero ahora, de la manera en la que ustedes conocen los sesenta y seis libros, ¿se necesita hacer algo para persuadir a Dios a que ame a sus hijos? El testimonio de todos los sesenta y seis libros es que Dios siempre ha amado incluso a sus hijos más rebeldes. Eso es lo que Juan 3:16 resume: “Porque de tal manera amó Dios al mundo…” No solo a sus hijos buenos, sino que a todos sus hijos, bueno y malos.

Y esas serias palabras a Adán y Eva en el Jardín del Edén no fueron una amenaza. Esas palabras fueron una amante advertencia. Porque el pecado, de verdad resulta en muerte. El pecado cambia de tal manera al pecador que la consecuencia natural de su situación es muerte. Cortado, por su propia rebelde elección, de la fuente de la vida el pecador morirá. Y entonces, fuera de armonía con Dios debido a su propio rechazo rebelde, el pecador cambia de tal manera que hasta la vivificadora gloria de nuestro Dios se vuelve un fuego consumidor. ¿Cómo puede aclararse esto de mejor manera? No mediante meras declaraciones, sino con pruebas y demostraciones.

Una de las opciones que Dios tenía era dejar morir a Adán y Eva. Y así hubiera podido decirle al universo: “Ahora ¿quién dice la verdad? Yo dije que los pecadores morirían. Es el diablo el que mintió”.

O retrocediendo más en el tiempo, Dios pudo haber dejado que Satanás y sus seguidores cosecharan los resultados naturales de su pecado y que perecieran. Seguramente que no hubieran habido más dudas acerca de la veracidad de la advertencia divina. ¿Por qué no tomó Dios lo que parecían ser tan fáciles salidas? Se hubiera ahorrado toda la dolorosa historia a partir de ese momento. Y si el universo hubiese visto a Satanás y sus seguidores morir, no habiendo visto muerte antes hubiera existido entonces el riesgo de que asumieran que Dios ejecutaba a sus hijos que no le agradan. Y así hubiera existido el riesgo de que los ángeles sirvieran a Dios por miedo. Y la obediencia que surge del temor produce el carácter de un rebelde. Y la rebeldía es la esencia del pecado.

Y así, en lugar de que Dios tomara la ruta fácil, no queriendo la obediencia y el amor que brotan del temor; totalmente inaceptables para el tan amante Dios, como sabemos que Él es. Y con onsecuencias tales, en vez de escoger eso Dios envió a su Hijo en forma humana.

Y Él murió la muerte que es el resultado natural del pecado. Y el universo observaba para ver qué papel jugaba Dios en la muerte del impío.

De todos los sesenta y seis libros de la Biblia, quizás Pablo especialmente en Romanos, nos da la más clara explicación de por qué murió Jesús. En primer lugar Pablo reconoce la veracidad de la advertencia de Dios en el Jardín del Edén. Y como vemos en el primer texto de la hoja de referencias bíblicas, en Romanos 6:23, Pablo está de acuerdo con el registro en Génesis.

“El pecado paga un salario, y es la muerte” (BL95).
Pero también recordamos que Satanás negó eso y acusó a Dios de haber mentido. Veamos Génesis 3:4, 5.

“Y la serpiente dijo a la mujer: Ciertamente no moriréis”. “Pues Dios sabe que el día que de Él comáis, serán abiertos vuestros ojos y seréis como Dios” (RV95).

Noten la acusación adicional de que Dios egoístamente está reteniendo algo de gran bien para ellos.

¿Entonces, quién está diciendo la verdad? ¿Dios o quien una vez fue el gran portador de luz, Lucifer? ¿Cómo determinaría usted quién está diciendo la verdad? Acaso reunió Dios su familia y les dijo: “¡Yo les estoy diciendo la verdad, el Diablo miente!” Lo que solamente animaría al Diablo a decir: “¡No, yo digo la verdad, Dios miente!” Una vez más, y lo hemos enfatizado bastante, que asuntos como este no pueden arreglarse con aseveraciones o negaciones. La forma en la que Dios lo hizo fue llevando su caso ante el tribunal. Veamos las maravillosas palabras de Romanos 3:4. Y cuánto quisiera que tuviéramos tiempo para leer todo Romanos. Pero tomando solamente esta pequeña parte al principio del capítulo tres:

“Así lo dice la Biblia: Todos reconocerán que siempre dices la verdad, por eso ganarás el pleito cuando te acusen ante los jueces” (BLS).

Y la Biblia habla varias veces de reuniones tales en la familia celestial. Vean por ejemplo los primeros dos capítulos del libro de Job. Y si se preguntan cuántos asisten, vean en el libro de Daniel en donde dice que cientos de millones de seres observan cuando el tribunal se reúne. Ahora notemos cómo es que Dios resuelve las dudas, especialmente las acusaciones que Satanás presenta en contra de Dios y sus amigos delante del tribunal celestial. En el libro de Job, Satanás acusó a Dios y acusó a Job de no ser digno de la confianza de Dios. ¿Acaso dijo Dios: “¡Ésa es una mentira Satanás, este hombre es perfecto!?” “Dios dijo: Esa es una pregunta muy seria. Y la única forma de responderte es con una demostración”.

Y vean el resto del libro de Job. ¿Demostró Job que era un amigo de Dios, digno de confianza? ¿Confiaba él en Dios porque era ricamente bendecido o pareciendo que había sido complemente abandonado, aún así confiaba en Dios? Y el libro termina cuando Dios dice: “Gracias Job, tú has dicho lo que es correcto de mi”. Job fue amigo de Dios todo el tiempo y Dios pudo entonces presentarse ante la corte celestial y preguntar si alguien necesitaba más pruebas acerca de la falsedad de las acusaciones de Satanás y de la confiabilidad de su amigo Job.

Esa es la forma en que Dios lo hace. El mismo Dios ha sido acusado. Y no niega simplemente la acusación. Él dice: “Déjenme mostrarles. Mis hijos, déjenme mostrarles la falsedad de las acusaciones y la verdad acerca de mí mismo, y ustedes deciden”. Imaginen la humildad del Infinito sometiendo su carácter y gobierno al escrutinio e investigación de meras criaturas. Pero esa es la forma de actuar de Dios, y esa es la única manera de establecer en verdad el amor y la confianza en un sentido pleno de libertad.

Y así se nos ha dicho, que cumpliéndose el tiempo, Dios mostró a su Hijo muriendo públicamente como medio de reconciliación, para responder las preguntas, para aprovecharlo por fe. Esa muerte fue para demostrar la justicia de Dios. Porque en su divina paciencia Él aparentemente pasaba por alto los pecados pasados del hombre. Esa muerte fue para demostrar que Dios mismo es recto y que por lo tanto puede rectificar a quienes tienen fe en su Hijo. Y estoy seguro que reconocen Romanos 3:25, 26. Pero quizás no con las palabras que usé. ¿Podemos ver en la hoja de referencias Romanos 3:25, 26?

“A quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que Él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús” (RV60).

Pero hay una palabra difícil allí: “Propiciación”. Propiciación significa aplacamiento, y es una traducción lamentable. Propiciación es lo que ustedes esposos le ofrecen a sus esposas cuando le prometieron que estarían en casa a las 6:00 pm el día de su aniversario para llevarla a cenar, y son las 11:00 pm y usted se acaba de recordar. Así que camino a casa, encuentra una floristería que abre 24 horas y compra chocolates y cualquier otra cosa que encuentra. Y mientras se acerca a la puerta nervioso, y abre la puerta y entrega las flores y los chocolates. Usted está tratando de propiciar la justa ira de su profundamente decepcionada esposa. Eso es propiciación; eso es aplacar.

Como quisiera que tuviéramos tiempo para en verdad analizar el versículo. La palabra traducida como “propiciación”, la voy a pronunciar, es “jilastérion”. ¿Sabían que esa es la palabra usada, el término griego para “asiento de misericordia”, en muchas traducciones en inglés y “el propiciatorio” en español? Aunque las Biblias en inglés no mencionan el asiento de misericordia en el Antiguo Testamento.

Lutero se inventó esa traducción. Cuando Lutero se encontró con esa palabra que era usada para la cubierta del arca, el arca del pacto, se dio cuenta que la palabra hebrea significa solamente “cubierta”. Pero esa cubierta era muy importante así que la tradujo como “asiento de misericordia” o Gnadstuhl en alemán antiguo, y que ahora se escribe Gnadenstuhl.

Tyndale era amigo de Lutero, quien lo tradujo así primero en 1524 y en 1525 Tyndale lo tradujo al inglés y muchas otras versiones lo imitaron. De allí es de donde salió la expresión “asiento de misericordia, en las versiones en inglés. A la cubierta del arca no se le conoció en inglés como “asiento de misericordia” sino hasta principios del siglo XVI. Tampoco aparece como “propiciatorio” en la versión Reina Valera, sino hasta en el siglo XIX. Pero piensen en el significado de lo que pasaba delante del “asiento de misericordia”, no fue una mala interpretación. Es una lástima que la versión en inglés King James use “asiento de misericordia” en Éxodo y “asiento de misericordia” en Hebreos 9:5, pero que no use “asiento de misericordia” en Romanos 3:25, 26. Allí usa “propiciación”. Yo pienso que “asiento de misericordia” hubiera sido mejor, incluso en las versiones en español. Porque esa palabra griega literalmente significa “el lugar o medio de reconciliación”; un lugar en donde la unidad, la reunificación se lleva a cabo. De tal manera que me atreví a poner mi propia traducción del texto, que es la versión que se menciona en seguida.

Y Dios lo mostró muriendo públicamente, como medio de reconciliación que se aprovecha por fe. Eso fue para demostrar la justicia de Dios, ya que en su divina paciencia aparentemente Él pasó por alto los pecados pasados de los hombres”. Y ellos no murieron, como Él les advirtió, ¿se dan cuenta? “Fue para demostrar su justicia en este tiempo y mostrar que Él es recto y que rectifica a todos los que confían en Jesús” (Maxwell).

En otras palabras, Jesús murió para responder las preguntas que había acerca de su Padre y para probar que Dios no es el tipo de persona que sus enemigos le han hecho parecer. Él no mentía acerca de que el pecado lleva a la muerte. Él envió a su Hijo para responder esas preguntas.

Entonces, vayamos imaginariamente a la cruz y veamos morir a Jesús. ¿Murió Él en realidad? A los soldados les sorprendió el que estuviese ya muerto. La muerte en la cruz era una muerte lenta. Era evidente que algo más había sucedido. ¿Es verdad que Jesús moría la muerte del pecador, para demostrar cómo es que el pecador muere en realidad? Veamos el siguiente texto en nuestra hoja, 2 Corintios 5:21.

“Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado” (RV60).

Sí, Él murió la muerte del pecador. ¿Y qué le causó la muerte? Y mientras lo observamos morir en la cruz, ¿está matando Dios a su hijo? ¿Está Él torturando a muerte a su hijo? ¿Está Dios derramando su ira sobre su Hijo? Algo que la Biblia frecuentemente representa a Dios haciéndoles a los pecadores que no tienen más esperanza.

Bueno, todo depende del significado de ira. ¿Qué cosa es la ira de Dios? Una de las más claras explicaciones en toda la Biblia está en Romanos 1, nuestro siguiente pasaje. Y cómo quisiera poder leer por lo menos todo el primer capítulo. Pero veamos unos pocos versículos, Romanos 1:18, 24, 26, 28.

“Pues la ira de Dios se manifiesta desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que con injusticia detienen la verdad…” y allí en toda esa sección se encuentra la verdad acerca de Dios. “Por tanto, Dios los entregó… Por esta causa Dios los entregó… Como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, los entregó Dios” (RV89).

Tres veces se menciona en Romanos 1 que la ira de Dios es simplemente que Él se aleja, en amante decepción, de aquellos que de todas maneras no lo quieren, abandonándolos así a la inevitable y horrible consecuencia de su propia decisión rebelde. ¿Fue Jesús abandonado? Veamos Romanos 4:25.

“Jesús nuestro Señor que fue entregado a la muerte por nuestras transgresiones.”

Nada en el original griego dice que lo hayan matado. Dice que “Jesús nuestro Señor fue entregado por nuestras transgresiones…” y es exactamente la misma palabra que se encuentra en Romanos 1:24,26 y 28. Y las versiones tienen que dejarla igual para mostrar el punto de que Jesús murió bajo la ira de su Padre. Pero veamos el verdadero significado de la ira de Dios. Y esto no era nuevo para Pablo, aparece en todo el Antiguo Testamento, de manera más elocuente en Oseas 11. Y una vez más, como quisiera poder leer todo el capítulo. Oseas 11 los versículos 7 y 8 solamente.

“Mi pueblo está aferrado a la rebelión contra mí… ¿Cómo voy a dejarte, Efraím, cómo entregarte, Israel? (BJ76)

¿Entendió Jesús que esa era la experiencia por la que Él estaba pasando? ¿Sabía Jesús que estaba siendo abandonado tal como lo describe Oseas? Y luego Pablo en Romanos 1 y 4. ¿Qué fue lo que exclamó Jesús antes de morir? “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me estás golpeando? ¿Por qué me estás torturando? ¿Por qué me estás matando?”
¡No! “¡¿Por qué me has abandonado?!” Él sabía.

Debimos haber llegado un poco antes, al Getsemaní. Porque Él empezó esta increíble experiencia de demostrar la verdad acerca de la misericordiosa pero horrible advertencia de Dios, que la paga del pecado es muerte. Debimos haber llegado al Getsemaní. Y allí Jesús cayó al suelo, muriendo. Los ángeles observaban. ¿Estaba Dios matando a su Hijo en el Jardín del Getsemaní o sentía Jesús que la unidad con su Padre se rompía? Empezó a sentir la horrible soledad del que está siendo abandonado. Si Jesús se hubiera quedado en el Jardín del Getsemaní y hubiera muerto allí, ¿podrían ustedes decir que el Padre había matado al Hijo? Y si hubiese sido solo una criatura no lo hubiéramos sabido; pero los ángeles sabían quién era Jesús. Ellos sabían que Él era Dios. Y entendían el significado de sus palabras, debí de haber incluido el versículo de Juan 10: 18. Jesús dijo: “Nadie me la quita (la vida), sino que yo la pongo de mí mismo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar”. Y los ángeles sabían que era verdad. Y si Jesús murió no fue porque su Padre lo había matado. El Padre lo estaba abandonando, y ambos estaban sufriendo y el Padre lloraba: “¿Cómo podré dejarte?” y el Hijo que había asumido la humanidad era el que moría.

Y así dos preguntas recibieron respuesta en el Getsemaní. ¿Es la muerte el resultado del pecado? En verdad lo es. ¿Se da la muerte porque Dios mata a sus hijos rebeldes? ¡Él no puso un dedo sobre su Hijo!

Pero había una tercera pregunta que debía ser contestada. ¿Por qué es tan importante que uno comprenda que Dios no ejecuta a sus hijos pecadores? Esa pregunta tenía que ser respondida también. Y entonces un ángel llegó a fortalecer a Jesús para que subiera al Calvario. Y allí, una vez más Él respondió las primeras dos preguntas. Pero esta vez también fue torturado y crucificado. ¿Por quién? ¿Por el Padre? ¿O por el más devoto grupo de guardadores del sábado, pagadores del diezmo, reformadores de la salud, recitadores de la Biblia Adventistas que el mundo jamás conoció? Ellos hasta llegaron a decir, antes de torturarlo hasta la muerte, que tenía un demonio. ¿Se dan cuenta? Ellos obedecían a Dios por miedo. Porque, tal como el profeta lo había dicho tantas veces antes, ellos en realidad no conocían a Dios.

Veamos Juan 19:31.

“Era el día antes de la Pascua, y los judíos no querían que los cuerpos quedaran en las cruces durante el sábado, pues precisamente aquel sábado era muy solemne. Por eso le pidieron a Pilato que ordenara quebrar las piernas a los crucificados y que quitaran de allí los cuerpos” (DHH).

¿Se dan cuenta?, clavaron al Salvador a la cruz y luego se apresuraron en ir a casa para guardar ese muy solemne Sábado. Para probar que ellos eran el pueblo verdadero de Dios. Ese es el horrible resultado de servir a Dios por miedo, porque uno no conoce la verdad acerca de Dios. Las tres preguntas fueron contestadas. ¿Es la muerte el resultado del pecado? ¡Lo es en verdad! Pero, ¿es acaso tortura y ejecución en las manos de nuestro misericordioso Dios? ¡Ciertamente que no lo es! Pero, ¿cuál es el peligro de malentender eso y servir a Dios por miedo? El servicio por temor produce el carácter de un rebelde. Y hasta puede convertir a quienes se dedican a la obediencia en rudos rebeldes ¡y en los peores enemigos de Dios!

Es obvio que Jesús no murió para ganar el favor de su Padre. Y cuán claro le quedaba eso a Pablo. Veamos rápidamente los versículos que nos quedan. 2 Corintios 5:19

“En Cristo, Dios estaba reconciliando consigo mismo al mundo” (DHH).

En ninguna parte de la Biblia se sugiere que Dios tenía que reconciliarse con nosotros. ¡Ni una sola vez! ¡Sino que Dios pagó el precio para que nosotros nos reconciliáramos con Él! Ni murió Jesús para pagar una culpa legal. Él murió para revelar la verdad acerca de Dios y la falsedad de las acusaciones de Satanás. Y aun los ángeles tenían que aprender eso. Veamos Colosenses 1:20, en seguida.

“Y por medio de Él Dios reconcilió a todo el universo… tanto lo que está en la tierra como lo que está en el cielo, haciendo la paz”, no guerra, sino “haciendo la paz mediante la sangre que Cristo derramó en la cruz” (DHH).

Y como dijo Jesús en el siguiente texto Juan 12:32

“Pero cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos a mí mismo” (DHH).

No a todos los hombres, sino a todos en la familia del universo. ¿Se dan cuenta? Viendo desde la perspectiva del amplio escenario del gran conflicto, la manera en la que Jesús sufrió y murió es la mayor revelación de la verdad acerca de Dios y de su gobierno que el universo alguna vez verá o necesitará. Entendido de la manera correcta, el mensaje de la cruz es la derrota final para el adversario. No nos sorprende que Satanás haya trabajado tan duro para obscurecer y tergiversar y hasta pervertir el significado de la cruz.

Pero para algunos de nosotros, la cruz, son maravillosas noticias. Sí, es verdad que los pecadores morirán, pero nosotros no necesitamos tener miedo de Dios, y Él murió para probarlo. Y este mensaje tiene un gran poder para llevar al arrepentimiento y a la confianza. Pablo estaba tan orgulloso de esas buenas nuevas. Leamos los últimos versículos para ver como lo entendía él, 1 Corintios 1:17, 18.

“Cristo no me ha enviado a bautizar, sino a anunciar las buenas noticias,” ¿de qué se tratan esas buenas noticias? “y no con palabras de sabiduría, para que la cruz de Cristo,” este es el evangelio, “no pierda su poder”. Estas buenas noticias tienen un gran poder. “El mensaje de la cruz parece una tontería para aquellos que están perdidos; pero para los que somos salvos, ese mensaje es el poder de Dios” (PDT).

Y ahora compárenlo con Romanos 1:16, ese famosísimo versículo de la justificación por la fe. “Porque no me avergüenzo del evangelio;” de estas buenas noticias, porque “es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree…” donde está el poder, “porque en él” algo se revela, “la justicia de Dios se revela” (RV1989).

Las buenas nuevas son que Dios no es el injusto tipo de persona que sus enemigos le han hecho parecer. Y es tan maravilloso ver a lo largo de toda la Biblia que aun antes de la cruz Dios tenía buenos amigos que confiaban en Él siempre, para hacer lo correcto, lo misericordioso, y ellos estaban orgullosos de conocerle y orgullosamente le hablaban a otros de Él. Veamos Jeremías 9:24.

“Si alguien quiere hacer alarde de algo, que lo haga de que aprendió a conocerme, y de que entiende que yo soy el Señor que actúa con fiel amor, justicia y rectitud, pues es lo que a mí me gusta. Lo dice el Señor” (PDT).

Jeremías podía repetir esas palabras con emoción mucho antes de la cruz. Pero ahora tal confianza en Dios ha sido confirmada por la manera en la que Jesús sufrió y murió. Y entre los amigos de Dios, ya sean ángeles u hombres, el significado de la cruz tendrá el poder de mantener unida a la gran familia de Dios en lealtad y paz por siempre.

PREGUNTAS Y RESPUESTAS
A. Graham Maxwell (GM) y Louis Venden (LV)

(LV): Está usted diciendo, si lo escuché correctamente Graham, que Jesús murió primariamente para decir algo acerca de Dios, para que la verdad acerca de Dios nos quedara clara. Pero ¿qué hay de los llamados que recuerdo de mi niñez, llamados conmovedores, de que Jesús murió por usted? Jesús murió por mí. Y los cantos que cantamos. ¡Y ese maravilloso pensamiento de que si yo hubiera sido el único que respondiera, Jesús hubiera venido a pasar por lo mismo y solo por mí! ¿Cómo reconcilia usted eso?

(GM): Yo todavía creo en eso, y pienso que Dios quisiera que nos regocijemos en eso. Y pienso que es comprensible que como principiantes, tendemos a preocuparnos por nuestra propia salvación y de lo que Dios ha hecho por mi y usted y por otros. Pero mientras uno aprende a leer la Biblia como un todo y obtiene esta amplia visión del gran conflicto, uno se da cuenta de que lo más importante es que el gran conflicto se resuelva. Es el establecimiento de la verdad lo que confirmará la paz del universo por toda la eternidad.

(LV): ¿Está usted diciendo entonces que tengo que dejar eso atrás? ¿Es infantil de mi parte el sentirme conmovido porque Jesús murió por mi?

(GM): Afortunadamente, lo que Dios dice de sí mismo es lo que hace que valga la pena ser salvo. Hasta que Dios no pruebe el hecho de que Él no es el tipo de persona que sus enemigos le han hecho parecer, no puede haber seguridad. Seríamos salvados para vivir en un universo en conflicto. Así que primero tiene que aclararse esto. Pero afortunadamente eso nos incluye a usted y a mí.

(LV): No es entonces quedarse con lo uno o lo otro.

(GM): No es lo uno o lo otro, eso es exactamente.

(LV): Es que las buenas nuevas de lo que Jesús ha hecho por mi son parte de este amplio escenario.

(GM): De hecho, la forma en que Él buscó ganarlo a usted y a mi es el mismo medio por el que Él ganó la guerra. Así es que no podemos dejar la una sin la otra. Es la misma tarea, la misma misión.

(LV): Muy bien, creo que eso ayuda, pero escuche; hay tantas palabras y términos asociados con la cruz que usted no mencionó en su presentación esta noche.

(GM): Unas cuantas veintenas por lo menos.

(LV): Por ejemplo, leía un libro acerca de eso recientemente: la propiciación sustitutiva, el sacrificio vicario, esa idea de que Él murió en mi lugar. Otro término que escuché hace mucho tiempo: Jesús murió para satisfacer las demandas de la ley, Él murió para “satisfacer la justicia”. Casi existe la idea de que a Dios le habría encantado perdonarme, pero que la justicia debía ser satisfecha. Usted no ha usado ese tipo de lenguaje.

Y ¿qué hay de pagar el precio del pecado? Y claro, hay un énfasis en la sangre. Tanto énfasis sobre ella aquí mismo en la Escritura. ¿Qué hay de ese tipo de lenguaje que creo, es conocido por todos nosotros? ¿Qué hace usted con eso?

(GM): La Biblia está llena de eso. ¿Con cuál debiémos empezar?
La palabra “sangre”. Algunas veces nosotros, con toda reverencia, casi actuamos como si la sangre tuviera algún poder mágico. Cantamos, “Hay poder en la sangre que Él vertió”. Hasta cantamos: “Hay poder en la Palabra” y casi tratamos la Biblia como si tuviera poderes mágicos. Recuerdo las palabras de Jesús: “Ustedes escudriñan las Escrituras porque ustedes creen que en ellas tienen la vida eterna”. No hay vida en el Libro. El Libro tiene poder porque testifica de la verdad de aquel que tiene el poder. Solo Dios salva. La Biblia no salva. Y muy reverentemente quiero decir lo mismo acerca de la sangre. La sangre simplemente representa la muerte de Cristo. Representa su vida entregada en muerte, pero aparte del significado de su muerte, la sangre no tiene poder. Ahora, si pensamos que la Biblia tiene poder, llamamos a eso bibliolatría. Si pensamos que la sangre tiene poder, es casi como hematolatría. La sangre tiene gran poder en lo que significa. Cuando llegamos a comprender por qué tuvo que morir Jesús, eso va a asegurar al universo contra la apostasía y la deserción por la eternidad. Entonces puedo cantar: “Hay poder, en la sangre,” pero en mi mente estoy diciendo, “eso quiere decir lo siguiente”.

(LV): Muy bien. Todavía podemos usar esas palabras.

(GM): Claro. Es bien bíblico el usar esas palabras.

(LV): Entonces esas palabras son como resumir el mensaje de: “Hay poder en la muerte de Cristo, en el significado, en el significado de su muerte para que cambie mi vida”. “No solo ser lavado con sangre”.

(GM): Así es. Recuerdo cuando fui bautizado en el Colegio de la Unión del Pacífico, PUC, el coro a capela se puso de pie y cantó: “Hay una fuente sin igual, la sangre de Emmanuel,” y ustedes podrían cantar el resto del canto.

(LV): “En donde lava cada cual, las manchas que hay en él”. Me encanta ese himno.

(GM): Así es. Me gusta. Lo he cantado tantas veces, pero mientras más viejo me hago, más pienso en su significado. De hecho, algunas veces mientras lo cantamos tengo que parar y pensar en ello. Solo repetir las palabras, no hay poder en eso. Pero pensar en el significado, ¿por qué tuvo que morir Jesús?, la más costosa y convincente evidencia sin la cual el futuro no ofrecería seguridad. Yo, no voy tomar la sangre a la ligera. Pero es un símbolo, solamente el símbolo de algo. Y tenemos que preguntar cuál es el significado que hay detrás. De igual manera que con “pagando el precio”. Eso se puede interpretar de varias maneras. Que quizás Dios le pagó el precio al diablo para comprarnos otra vez, y otras más. No, yo pienso que soólo es una forma de decir: “Esto es lo que costó eliminar el pecado”. Es lo que costó todo el manejo del rompimiento de la confianza y la credibilidad”. Así como cuando Roger Banister rompió el récord de cuatro minutos para la milla. Nunca olvidaré cuando ese estudiante de medicina lo logró allá en Inglaterra, ¿no es así? El pagó un precio. Le costó. Cayó inconsciente al cruzar la meta. Lo calculó exactamente. Él no le pagó eso a nadie. Eso fue todo lo que le costó romper el récord de cuatro minutos para la milla. Así que Jesús sí murió para pagar el precio del pecado, pero seamos cuidados en lo que entendemos por eso. Como siempre, es el significado que le damos a eso, y tenemos que leer el resto de la Biblia para que nos dirija sobre el significado que le damos a esos términos.

(LV): Entonces algunas de las ilustraciones que hemos usado: el pago de eso; puede dar la impresión equivocada.

(GM): Ah, son peligrosas. Todas las ilustraciones son peligrosas, por eso necesitamos varias, como lo hace la Biblia. Hay tantas, muchas y así cubren entre sí las pequeñas áreas vulnerables de cada una.

(LV): ¿Pero, que hay de estas otras? ¿La “satisfacción de la justicia”, “los requerimientos de la ley”?

(GM): Ah, esas son las más fuertes. Él murió para satisfacer las demandas de la ley. Y, ¿qué es lo que la ley demanda? Bueno, parece que la ley exige nuestro amor, algo que de todas maneras no puede exigirse. No hay modo que uno pueda exigir el amor. Y aún así Pablo dice: “El amor es el cumplimiento de la ley”. Jesús dijo lo mismo, Moisés dijo lo mismo. Entonces, ¿dice la ley: “ustedes, o aman a Dios y se aman los unos los otros, o serán ejecutados de la manera más terrible que nuestro Padre celestial conoce?” Algunos de nuestros buenos amigos cristianos viven bajo la horrible carga de creer que Dios ha dicho: “Ustedes, o me aman y obedecen, o serán torturados en las llamas azufradas por la eternidad”.

Que ese buen amigo pueda, a pesar de eso, amar a Dios es un tributo para ellos, no para Dios. Quiero decir que esa es una tremenda carga de sobrellevar. Y aún, debido a que aman a Jesús, todavía aman y permanecen fieles. Y llegarán al Reino. Y yo pienso que a Jesús le encantará presentar a tales personas ante el Padre. Él les dirá: “¿Les gustaría ir a ver al Padre?” Y ellos dirán: “Bueno, si tú vas con nosotros” Y Él dice: “Bueno, no es necesario, pero iré con ustedes”.

Y qué sorpresa tan maravillosa será para los millones de personas que se encuentren con el Padre en el reino de los cielos el descubrir que Él es tan amoroso y misericordioso como el Hijo.

Y de eso vamos a hablar la próxima la semana: “No hay necesidad de tenerle miedo a Dios”.

Bien, acerca de “las exigencias de la ley”, eso corresponde a una concepción muy legalista de lo que se dañó en el universo y que discutimos en nuestra segunda conversación. Que lo que se salió mal fue que “rompimos las leyes”, y que la ley exige que Dios nos ejecute por romper las reglas. Y que Jesús murió para que de alguna manera Dios nos pudiera, justamente, perdonar aunque hayamos roto las reglas. Creo que eso nunca ha sonado muy lógico. Pero va juntamente con la otra: “justicia satisfactora”. ¿La justicia de quién? Tengo amigos que dicen: “Si Dios no le da a Idi Amin varios días en el fuego, no lo voy a considerar como un Dios justo”. Tienen ese sentimiento acerca de la satisfacción de la justicia. Y yo pienso que lo creen en verdad y los respeto. Me encantaría quitarles esa carga. Si yo quiero saber por qué murió Jesús, voy a ir directo a la cruz y lo voy a observar morir y voy a escuchar su ruego y voy a ver cómo es que el Padre está involucrado, y lo voy a comparar todo con la Escritura. No puedo verlo cumpliendo las exigencias de un modelo legal.

(LV): Es parte de nuestro problema entonces, el que tomamos modelos de nuestro sistema legal y tratamos de aplicarlo a Dios.

(GM): Ese es un muy buen punto. Muy bueno.

(LV): El “substitutivo”, que viene allí; díganos más acerca de ese. Del “vicario”.

(GM): Ah, Él murió en nuestro lugar. Murió como el substituto. En cierta manera es bien cierto. Quiero decir que o Él muere o nosotros morimos. Sin embargo la comparación termina allí, porque si Dios nos hubiera dejado morir a usted y a mi y a todos los demás pecadores, todo lo que eso hubiera probado es la veracidad de su advertencia: “Si pecas, vas a morir”. Y Dios pudo haberle preguntado al universo: “¿Tenía yo razón? Yo dije que los pecadores morirían y vean, todos están muertos”. Pero el universo no hubiera recibido respuesta a las preguntas número dos y tres que mencionamos antes. Cuando Jesús murió, no había duda en las mentes del universo de que Dios no estaba matando a su Hijo. Les había quedado claro. Y la muerte de Cristo responde esas tres preguntas. Así que no es Él o nosotros. Su muerte fue infinitamente más significativa que la nuestra. Pero si Él no hubiera muerto, que más podría haber hecho Dios sino dejarnos cosechar las consecuencias y todos hubiéramos muerto. Así que desde cierto ángulo, sí Él murió en nuestro lugar, pero más allá de eso no hay comparación.

(LV): Pero no como una paga, no es que es uno o el otro.

(GM): No es que su muerte sea igual a todas las nuestras. Su muerte es infinitamente más significativa que la muerte de cada pecador o cualquier ángel que haya existido. La muerte de los ángeles y los hombres no hubiera dado respuesta a las preguntas.

(LV): ¿Lo que está diciendo es entonces que la idea de una simple satisfacción no abarca todo lo que esto abarca? ¿Cierto?

(GM): Oh, lo hace mucho más pequeño. Yo pienso que eso pone a Dios en una posición muy mala, y no responde las preguntas del gran conflicto.

Muchos amigos que prefieren entender así el plan de salvación no comprenden que ha habido un gran conflicto universal acerca del carácter y gobierno de Dios. Y ¿recuerdan nuestra primera reunión? Traje conmigo las pruebas de que aun Lutero, héroe del mundo cristiano que es, no pudo concebir estos asuntos más abarcantes porque no pudo incluir el libro de Apocalipsis. No digamos los libros de Hebreos, Santiago y Judas. Y ese ha sido el patrón a través de los años. No muchos han visto la representación que de este conflicto universal sobre el carácter y gobierno de Dios hace el libro de Apocalipsis. Por lo que han visto la muerte de Cristo como parte de un plan primariamente para salvarnos a usted y a mí, por lo que estamos muy agradecidos. Es solo que esta visión más amplia le da mucho más sentido a la cruz.

(LV): Eso nos lleva de vuelta a la introducción en nuestra hoja de referencias bíblicas que usted preparó para esta noche y que creo que es muy importante. La naturaleza del problema, según lo entendemos, tiene que ver completamente con la solución del problema. Pero avancemos con otra pregunta de las que nos han llegado. “¿Está usted insinuando que de la manera en que Jesús murió es la forma en la que todos los malvados morirán al final de los mil años, que Dios los abandonará así como abandonó a su Hijo?”

(GM): En lo que al abandono respecta, yo creo que es el significado del mensaje del tercer ángel. Él “derramará su ira sin mezcla”. Esa es la última vez, y los malvados morirán.

(LV): ¿Es Dios poniéndose furioso entonces?

(GM): Ah, lo que yo entiendo es que si alzáramos la vista y vemos a Cristo allí en su forma humana, Él estaría clamando: “¿Por qué han de morir? ¿Cómo podré entregarlos? ¿Cómo podré dejarlos ir?” Pero aún así moriríamos.

(LV): Graham, ¿comparte entonces usted la idea de que Dios no mata a nadie? ¿Es eso lo que usted está diciendo, que Dios nunca ha matado y nunca matará?

(GM): Bueno, conozco a algunos, y honro a cualquiera que desea hacer que Dios quede bien visto, pero yo creo que algunos han ido muy lejos, y eso hasta crea más problemas. Me parece claro a mí que en las Escrituras, muchas, muchas veces Dios a enviado al descanso a sus hijos.

(LV): Exactamente.

(GM): Él lo ha hecho. Por ejemplo los primogénitos en Egipto. No murieron porque eran malos. Ellos murieron porque eran los primogénitos. Y alguien ha sugerido que quizás el diablo mata a todos por Dios. Esa es una vieja, vieja idea; que el diablo maneja el tridente en el infierno. Que el diablo hace el trabajo desagradable de Dios. El diablo no es tan cooperador, estoy seguro. No, los primogénitos de Egipto murieron porque el ángel del Señor los envió al descanso. Y quién sabe si algunos de ellos se levantarán en la resurrección de los rectos. ¿Quién puede decir que eran niños malos? En el diluvio, en los 185,000 asirios, y en todas esas otras ocasiones. Yo veo a Dios mismo poniendo a sus hijos a dormir. Pero como dijera Jesús: es solo un sueño. Él los resucita. Esos muchachos en Egipto que se fueron a la cama esa noche. Se despertarán a la mañana siguiente, así les parecerá, sin ninguna conciencia del tiempo que ha pasado.

(LV): Pero ahora usted está haciendo una distinción, que es bíblica, una distinción entre la primera y la segunda muerte.

(GM): Así es.

(LV): Pero, ¿qué hay de la muerte de Jesús de la que estuvimos hablando esta noche? ¿Qué muerte murió Él? ¿Murió la primera o la segunda muerte?

(GM): La primera muerte es la muerte que todos morimos si vivimos lo suficiente y de la cual hay resurrección, ya sea justo o injusto.

(LV): ¿Es esa la consecuencia del pecado o de vivir en un mundo de pecado?

(GM): Bueno, de vivir en un mundo de pecado aunque uno pueda ser un santo. Vean a Eliseo y a otros, a Isaías. Gente como ellos, ellos murieron. La segunda muerte es de la cual la Biblia nos advierte que es muy grave y que Jesús personalmente murió. La muerte de la que no hay resurrección.

Entonces ¿qué muerte murió Jesús? Si hubiera muerto solamente por la crucifixión, Él hubiera muerto la primera muerte. Pero Él murió para demostrar la horrenda segunda muerte. Pero resucitó el domingo. ¿Pensaba que lo horroroso de la segunda muerte es que uno no se levanta más? Yo no creo que Jesús vino para mostrarnos que uno muere y se queda muerto para siempre. ¿Cómo se puede demostrar eso? Tendríamos que vivir por siempre para poder verlo. No hay forma de responder a eso. Él vino para demostrar cuál era el papel del Padre en esa muerte. Y aún antes de morir, Él dijo: “Consumado es, se terminó”.

Y el domingo de resurrección Él subió al cielo para ver si el concilio celestial, la corte celestial estaba de acuerdo. Y les escuchó decir: “Sí, se ha terminado. Has aclarado todas nuestras dudas”.
Así que yo creo que Él contestó todas las preguntas que necesitaban ser respondidas de la única manera en la que podían ser respondidas, y no tenemos que pedir más de la cruz.

(LV): Muy bien. Bueno, eso nos lleva a una pregunta que tenemos en el folder ya por algún tiempo: “Si la muerte no es el castigo por el pecado, ¿cómo podemos entender el texto que dice: ‘Sin derramamiento de sangre no hay remisión de pecado?'” Y también, “¿Por qué le dice Jesús a su Padre: ‘Mi sangre, mi sangre’ cuando se revisa nuestro nombre?”

(GM): En el libro de Hebreos: “Sin derramamiento de sangre no hay remisión de pecados” es una referencia al sistema ceremonial del Antiguo Testamento en donde constantemente se estaba derramando sangre y se aplicaba de manera apropiada. Pero uno tiene que seguir leyendo en Hebreos. Y el Libro dice: “Su propósito era ser un constante recordatorio del pecado”. Porque toda esa sangre no conducía al perdón de los pecados. No solucionaba el problema de desconfianza. Todo apuntaba al futuro, al día en que Cristo lo haría.

(LV): Una vez más, sirviendo como un símbolo.

(GM): Una vez más, sirviendo como un símbolo. Sin su muerte no habría respuesta. ¿De qué serviría ser perdonado si se va a vivir en un universo caótico de guerra y desconfianza continua?

(LV): Las palabras de Jesús, o esa referencia aquí: “Mi sangre, mi sangre”.

(GM): Una vez más eso significaría, “Recuerden por qué morí. Recuerden el significado. Recuerden las respuestas que yo les di. Recuerden cómo fue que hice posible y seguro el perdón para los pecadores y su sanidad, para luego conducirlos al Reino”.

(LV): Pero las implicaciones de eso, si le escuché correctamente, no es que Jesús esté ahora tratando de hablarle al Padre para que cambie sus sentimientos: “Oh por favor, no te enojes”.

(GM): No, y vamos a ver eso muy bien la próxima semana. Él dice: “No es necesario que le ruegue al Padre, porque el Padre mismo los ama”. A propósito, hablando de la segunda muerte, si Jesús murió para pagar una pena legal, y la pena legal es la segunda muerte, y lo serio de la segunda muerte es que uno ya no se levanta más; y de nuevo, Él pagó para pagar el castigo legal, entonces Él debería estar todavía en la tumba.

(LV): ¿Si estuviera operando en un estricto sistema legal?

(GM): Si Él estuviera estrictamente en un sistema legal.

(LV): No podría haber resurrección.

(GM): Porque al subir al cielo el domingo, ninguno de nosotros tiene la cuenta saldada y estamos en un serio problema legal.

(LV): Entonces la resurrección es una de las razones más significativas del por qué un modelo estrictamente legal no puede ser adecuado.

(GM): Cuando Él subió al cielo y le preguntó a los ángeles si era suficiente. Ellos no le dijeron: “Espera un momento, se supone que te quedes muerto por la eternidad para pagar el precio del pecado. Date prisa, no le diremos a nadie que te vimos fuera de la tumba”. ¡No!, ellos le dijeron: “¡Es más que suficiente, pudiste haber venido desde el viernes!”

(LV): Bien, tenemos que apresurarnos con tres o cuatro preguntas combinadas ahora. La Biblia hace referencias tales como: “La venganza es mía,” referencias a la ira de Dios, típicas referencias de la destrucción de los malvados. ¿Qué hay de ese tipo de formas de expresarse de nuestro Señor?

(GM): Esas quedarían perfectas en el tema de la próxima semana: “No hay necesidad de tenerle miedo a Dios.” Pero hablemos de la “venganza”.
“La venganza es mía, yo pagaré”. Antes de eso Pablo dice: “Dejad lugar a la ira de Dios”. No se venguen ustedes mismos, dejen que Él lo haga. Y Dios dice: “Vean, déjenme tomar la venganza de mis hijos, porque los amo a todos. Pero si me vengo de este tu enemigo, yo podría ganarlo. ¿Te importaría?” Y usted dice: “Espera un minuto, yo no voy a dejarte tomar la venganza si la venganza significa que vas a ganar a mi enemigo”. ¿Se dan cuenta? Lo bello de eso es que Dios dice: “Déjenme disciplinar a mis hijos. Podría ganar a algunos de ellos”. Y me pregunto ¿cuántos de nosotros de veras queremos que Dios tome la venganza? Porque existe el riesgo de que en el Reino de los cielos me encuentre con mi peor enemigo, porque Dios lo ganó a través de la disciplina.

(LV): Eso quiere decir que la palabra “venganza” aquí es usada por Dios de una manera bien diferente de lo que nosotros seríamos capaces por nosotros mismos.

(GM): “Déjenme darle a su enemigo lo que yo creo que necesita”.

(LV): Y eso es lo que lo gana.

(GM): Sí, ese es el peligro… (sonriendo)

(LV): Y podrían llegar a ser vecinos.

(GM): El dejar que Dios se vengue, es muy peligroso (sonriendo). Porque Él puede ganar a ese enemigo suyo.

(LV): “Es maravilloso saber más acerca de Dios,” nos escribe uno de nuestros amigos, “y que Él es misericordioso, amable, amante, justo y correcto”. En Juan 17:3 dice: “Esta es la vida eterna, que te conozcan a ti, el único Dios verdadero y a Jesucristo a quien has enviado”. Bueno aquí viene mi pregunta: “¿Cómo puede una persona verdaderamente conocerle y estar segura de que le conoce?”

(GM): Eso es hermoso. Primero usted tiene que saber acerca de Él, o ¿cómo sabría a quién está conociendo? Y entonces el significado bíblico de la palabra “conocer”, como ya lo hemos discutido antes. Hasta se usa para la relación entre un esposo y su esposa. Adán conoció a Eva su esposa, y no se trataron como conocidos; ¡tuvieron un bebé! Dios dice: “A tí solo he conocido,” queriendo decir que “conocer” significa amar, ser amigos.

Se puede ilustrar como cuando Él dijo: “Apártense de mi, nunca los conocí”. Queriendo decir: “Nosotros nunca fuimos amigos”. Así que yo diría que el sostener que uno conoce a Dios, quiere decir que uno realmente ama y admira a Dios por sus sabios y misericordiosos designios y que a uno le gusta en verdad ser considerado como un amigo de Dios y el actuar como un amigo y hablar de Dios como un amigo lo haría. Jeremías dice: “Conozco a Dios, y estoy orgulloso de Él”. Pablo dice: “Conozco a Dios, y estoy orgulloso de Él”. Eso es lo que significa conocer a Dios, y pienso que se nota. Se nota en los sentimientos amigables que tenemos en nuestra relación con Dios y se notará en nuestro celo por la reputación de Dios. Insistiremos en que sea visto como es en verdad. Quiero decir que es un privilegio el hablar de ese punto de vista.

(LV): Aquí tengo otra que hemos estado esperando para contestar: “Siempre me he preocupado por la gente que despierte en la segunda resurrección y que se sorprendan de encontrarse como parte de ese grupo, porque trabajaron en el nombre de Dios o de Jesús, e hicieron muchas obras maravillosas. ¿Cómo puedo saber en qué resurrección me levantaré si muero esta noche?”

(GM): Ah, esa es en verdad la misma pregunta, ¿no es cierto?

(LV): Así es.

(GM): En donde Dios dice: “Sé que has trabajado muy duro”. En algún momento necesitamos hablar del significado del legalismo y del servir a Dios por una razón equivocada. Y la pregunta cabe mejor en nuestra próxima reunión. Pero esos son individuos que se sorprenden de encontrarse perdidos, porque piensan en todo el diezmo que han pagado y todos los felices sábados que se perdieron cuando pudieron ir al juego de béisbol. Pero ellos nunca han sido amigos de Dios. Y Él dice: “Apartaos de mi; nunca os conocí”. La amistad es la mismísima esencia de la relación que Dios desea tener con sus hijos.

(LV): Así que la pregunta tiene que ver con qué tan bien nos conocemos o qué tan buenos amigos somos.

(GM): Bueno, una cosa es cierta, si somos amigos, los amigos no se hacen trampa entre sí.

(LV): Rápidamente, ¿Qué veremos la semana que viene?

(GM): Los amigos no sienten temor el uno del otro, así que la próxima semana: “No hay necesidad de tenerle miedo a Dios”.

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