NÚMERO TRES – TODO LO QUE DIOS PIDE ES CONFIANZA

Bienvenidos a la tercera de nuestras conversaciones acerca de Dios. Otra visión de nuestro Padre celestial en el amplio escenario del gran conflicto universal sobre su carácter y gobierno. Como pueden recordar, la vez pasada hablábamos de lo que salió mal en la familia de Dios; lo que salió mal en el universo de Dios. Porque si podemos comprender qué fue lo que salió mal, estamos en mejor posición de entender qué necesita corregirse, o rectificarse. Y qué será necesario para rectificar las cosas y mantenerlas rectas por la eternidad.

Y entonces, hasta el punto en que todos hemos estado involucrados en lo que salió mal. Si logramos entender eso que salió mal, podremos entender mejor qué tenemos que hacer, si hay algo que podemos hacer, para poder ser rectificados y así gozar de la rectitud del universo una vez más.

Es bien claro, por la descripción bíblica del conflicto en la familia de Dios, que hubo una ruptura de la confianza y la credibilidad. Hasta el punto de que hubo guerra en el cielo, como lo describe el Apocalipsis.

Y aquí abajo, en este planeta, incomprensión y desconfianza continuas hacia nuestro Dios. No que todos nos hubiéramos vuelto irreligiosos, sino que nos permitimos el ser engañados por el adversario. Y aun muchos de los que adoran, adoran a una falsa imagen de Dios, con todos los peligros que eso conlleva, porque tenemos la tendencia a hacernos semejantes a lo que adoramos y admiramos.

Con toda seguridad no puede haber paz duradera y verdadera sino hasta que la confianza y la credibilidad sean restauradas. Por eso el título de esta noche: “Todo lo que Dios pide es confianza”. Y eso incluye a los miembros leales y desleales de la familia. Ángeles leales, todo lo que Dios pide de ellos es confianza. Incluso de nosotros, pecadores deteriorados, todo lo que Dios nos pide es confianza. Y en donde hay confianza y confiabilidad mutuas, allí hay libertad perfecta, paz perfecta, seguridad perfecta. Todo es correcto, todo está bien.

Pero aún de nosotros, pecadores deteriorados con tanta necesidad de ayuda: todo lo que Dios pide de nosotros es confianza. Porque si solamente confiamos lo suficiente en Dios como para estar dispuestos a escuchar, a estar humildes delante de su presencia y preguntarle: “¿Qué debo hacer para ser salvo? ¿Qué tengo que hacer para estar bien?” Ustedes saben que Dios es el creador que pronta y ansiosamente sanará todo el daño hecho. No hay sustituto para la confianza. No hay nada más importante que la confianza. Todas las generosas y misericordiosas provisiones del plan de salvación no sirven de nada si no confiamos lo suficiente en Dios como para dejarle que haga por nosotros lo que Él está tan ansioso de hacer.

Ahora, yo creo que esto ayuda a explicar la brevedad de la respuesta de Pablo al carcelero de Filipos. Ustedes recuerdan cuando el terremoto derribó las puertas de aquella cárcel, y el carcelero, temiendo que los prisioneros hubieran escapado, en cuyo caso él mismo sería ejecutado, corrió y cayó a los pies de Pablo y Silas. Y pueden estar seguros que de todo corazón les preguntó: “¿Qué tengo que hacer para ser salvo?” O por lo menos, “¿qué debo hacer para estar seguro?”. Y Pablo no le contestó: “Si usted tiene tiempo, aquí tengo 20 lecciones para usted”. Mientras nos sentamos aquí entre los escombros, le voy a conducir a través de las doctrinas de la iglesia”. No, todo lo que Pablo dijo fue, en aquellas conocidas palabras: “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo”.

Yo pensé que uno tenía que tener fe, además de creer. Algunas veces nos extendemos bastante para explicar la diferencia entre creer y tener fe. Y pienso en todas las ilustraciones que he escuchado en mi vida para explicar la diferencia. Creo que la que más me ha impresionado es la historia de aquel hombre que colgó un cable sobre el abismo en las Cataratas del Niágara, y lo cruzó de ida y vuelta con una carretilla de manos. Entonces, se volvió a la multitud y dijo: “¿Creen que puedo hacerlo otra vez?” Y un hombre le dice: “Sí, yo creo que usted puede hacerlo”. “Entonces súbase a mi carretilla de manos”. “Nunca en la vida”, dijo el hombre. “¿Se dan cuenta?” dijo el predicador. Él creía que el hombre podía cruzar el abismo, pero no tenía fe.

Y yo diría que usted puede tener toda la fe del mundo de que aquel hombre cruzará el abismo cada hora, pero a mí no me harían subirme en esa carretilla de manos. Ese tipo de lugares no me gustan; ¿alguno ha visto ese abismo últimamente? Por otro lado, en la Biblia no hay tal diferencia entre creer y tener fe. Es solamente una palabra. Si me perdonan usar el griego, es pistis; p-i-s-t-i-s. Y tenemos que recordar que la conversación entre el carcelero y Pablo fue en griego. Y por eso es que tenemos todas esas diferentes versiones en la hoja de referencias bíblicas. Hechos 16:30 y 31. Primero, de la versión Reina-Valera, el versículo que todos hemos aprendido de memoria.

“Señores, ¿qué es menester que yo haga para ser salvo?” Y ellos le dijeron: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo”.

Pero ahora noten en La Biblia Latinoamericana: “Ten fe en el Señor Jesús…” Es la misma palabra. Esta palabra pistis puede significar creer, tener fe, confianza. Y las versiones varían; Entonces la versión interlineal Griego-Español de Tischendorf dice:

“Estés confiado sobre el Señor Jesús…”

Todas son exactamente lo mismo. Yo supongo que estamos bien familiarizados con la palabra “fe”. Y como cristianos, hablamos mucho de ella. Pero, ¿qué es la fe? ¿Qué queremos decir cuando le decimos a alguien “tenga fe”, o “usted debe tener más fe”, o “somos salvos por fe”, o “justificación por la fe?” La palabra fe se usa en tantas formas hoy día que ya casi necesitamos otra palabra. Un boxeador consigue una victoria golpeando a su oponente hasta el punto de insensibilidad, y cuando el reportero le pregunta a qué le atribuye su sorpresiva victoria, este dice: “A mi fe”. Pero entonces, la definición más notoria, y yo estoy seguro que la han escuchado, es la que da un pequeño niño escolar. Él dice, “Fe es creer en lo que uno sabe que no es así”. Se dan cuenta, si usted está preparado para “creer en lo que usted sabe que no es así”, “eso es verdadera fe”.

Bueno, nosotros no iríamos tan lejos. Pero podríamos decir que “fe es creer algo acerca de lo que no se tiene suficiente evidencia”. Porque si tuviera suficiente evidencia, usted no diría ‘acepto eso por fe’; usted diría: ‘Yo sé’. ¿Quiere decir eso que mientras más llegamos a conocer a Dios, menos fe necesitamos? Y algún día estaremos de pie ante su presencia diciendo: “Dios, ahora te puedo ver. Y ya no necesito fe; ya nunca confiaré en ti otra vez, porque ahora ya te conozco”. O, ¿quizás el famoso versículo de Hebreos 11:1 nos pueda ayudar? ¿Hay algún otro versículo que se haya memorizado más que este? Hebreos 11:1, en la hoja de referencias bíblicas. Primero las conocidas palabras de la versión Reina Valera:

“Es pues la fe la substancia de las cosas que se esperan, la demostración de las cosas que no se ven”.

¿Nos es de utilidad saber que la fe es una substancia? ¿O que la fe es la demostración de las cosas que no se ven? Eso sugeriría que si usted tiene fe en algo, esa es la demostración de que eso es realmente así. Así que si usted tiene fe de que hay un hombre en la luna, ¿eso prueba que tiene que haber un hombre allí? Bueno, eso no tiene lógica. Pero, ¿no usamos algunas veces así la fe? ¿Es eso lo que Hebreos 11 nos anima a hacer? Veamos esas dos palabras, traducidas como “substancia” y “demostración o evidencia”. Tomemos “evidencia o demostración” primero. La palabra griega es ‘elegchos’. Es un sustantivo que proviene de un verbo que es usado en el trabajo del Espíritu Santo, que cuando el Espíritu viene, Él le convencerá, le convencerá del error, le afirmará en la verdad. Una forma de traducirlo mejor sería ‘convicción’; fe es convicción.

Ahora veamos la otra palabra: ‘substancia’. Bien, esta es una palabra que en realidad en español entendemos poco. Jypostasis viene del griego ‘jupóstasis’. No sirve de mucho el saber que fe es una ‘jupóstasis’ ¿verdad? Pero, ¿nos ayuda saber que la fe es una substancia? La palabra griega jupóstasis, sin dedicarle mucho tiempo a esto, quiere decir “eso que está debajo”, que da soporte, y que es de donde viene sub stancia. Una buena palabra en latín.

No fue sino hasta finales del siglo XIX que los eruditos realmente descubrieron el significado de esa palabra. Mientras los arqueólogos excavaban en las arenas de Egipto, buscando manuscritos principalmente, encontraron cocodrilos que algunas veces estaban rellenos con manuscritos. Bien, dentro de esos manuscritos, encontraron algunos que eran escrituras de propiedad, contratos de negocios hechos, convenios o garantías, y el título de esos documentos era la mismísima palabra jupóstasis. Y les pareció claro a algunos de ellos que lo que el apóstol estaba diciendo allí es, que la fe es como si fuera un acuerdo, un convenio. Dios tiene mucho que ofrecernos. Pero primero Él se presenta a sí mismo. ¿Nos parece Él, digno de confianza? Entonces Él tiene muchas cosas que le gustaría hacer con nosotros. Y si decidimos que podemos confiar en Él y que nos gustaría hacer negocios con Él (hablando en terminología de negocios), entonces esa relación de confianza es fe. Entonces, ¿cómo deberíamos traducirla? Veamos las siguientes versiones:

“Ahora la fe es la escritura de propiedad de las cosas que se esperan…”

De allí viene. Es la palabra que significa escritura de propiedad. Y quien la tradujo así fue la señora Montgomery en 1924, una de las pocas damas que ha traducido la Biblia. Me sorprende que no muchas damas usen esta versión, es muy buena.

“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera” (Nueva Versión Internacional), o “La fe es el fundamento de las cosas que se esperan” (Biblia Universidad de Navarra).

¿Pueden ver la idea de convicción y certeza que se deja ver? Ese es el significado de fe. Ahora, también ayuda mucho el ver el contexto de Hebreos 11:1, como los versículos que le anteceden, recordando que no había división de capítulos en los primeros días del cristianismo. Veamos en Hebreos 10:32-39.

“No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón. Porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. Porque aún un poquito, y el que ha de venir, vendrá y no tardará. Más el justo vivirá por fe; y si retrocediere no agradará a mi alma. Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma”.

Así que como pueden ver, fe es nuestra convicción. Es el estar seguro de las cosas que al momento no podemos ver. Y si usted conoce los antecedentes de ese versículo de Hebreos, usted sabe que es una referencia al libro de Habacuc, capítulos uno y dos, en donde Habacuc le dice a Dios: “¿Por qué no haces algo?” Y Dios le dice: “Voy a hacer algo. Pero si te lo digo no me lo vas a creer”. Y Habacuc le dice: “Te voy a creer Y voy a esperar para verlo”. Y Dios le dice: “Si lo que te he dicho que pasará se tardare, espéralo; va a pasar. Más el justo por la fe vivirá”.

En ese famoso versículo, “el justo por la fe vivirá”, no se está hablando de perdón o de justificación. Los antecedentes de ese versículo son que aquel que está bien conmigo, y es mi amigo, va a confiar en mí, y está dispuesto a esperar. Y ese el tipo de confianza, y de relación correcta con Dios que cuenta de verdad. Y cuando vamos al libro de Romanos (un poco más adelante en el tiempo), esos son los antecedentes del versículo.

Ahora bien, los ángeles tenían ese tipo de confianza; es decir lo ángeles leales. Aunque tenían preguntas le dijeron a Dios: “Confiamos en ti lo suficiente, que estamos dispuestos a esperar”, y para algunas de las respuestas tuvieron que esperar hasta el Calvario. Escucharon incluso la promesa que se les hizo a Adán y Eva, de que Dios iba a hacer algo. Y estuvieron dispuestos a esperar, porque confiaban en Dios. Ciertamente que para entender la salvación por la fe y la justificación por la fe, ayuda entender la fe como confianza. No somos salvos por la fe; quiero decir que la fe no es la que nos salva. Dios es quien nos salva. Pero Dios solo puede salvar a quienes que confían en Él. Como un médico, Dios está listo para sanar el daño que ha sido causado. Pero no puede forzarnos a estar bien. Si no confiamos en Él lo suficiente como para escucharle, como para cooperar con Él, y dejarle que sane el daño que ha sido hecho, no hay forma en que Él pueda sanarnos. Los médicos no pueden sanar a aquellos pacientes rebeldes que no van a sus citas porque piensan que su médico es un charlatán. Solamente si hay confianza; y es necesario que haya confianza mutua, para que la sanidad se de.

Pero, ¿no parece muy poco el que Dios solo nos pida confianza? ¿No es también necesario que le conozcamos? ¿Y que le amemos? ¿Y que le obedezcamos? Sin mencionar la necesidad de arrepentimiento. Y de nacer de nuevo. Y de ser convertidos. Y de ser justificados. Y de ser santificados. Y aun, de ser perfectos. Y la lista se hace tan larga que no nos sorprende que tanta gente se desanime de querer realmente tener una relación correcta con nuestro Dios. Pero no deje que la lista le asuste. Optando por la visión amplia de lo que salió mal, y de lo que necesita ser corregido, cada uno de esos puntos que mencioné es parte integral de la única, maravillosa y tranquilizante experiencia transformadora que se hizo accesible para todos nosotros. Y que no se suponía que fuera tan complicada, o que fuera dividida en tantas piezas diferentes.

Tomemos el ‘conocer a Dios’. ¿Cuál es realmente la diferencia entre conocer a Dios y confiar realmente en Él? Veamos por ejemplo, Juan 17:3.

“Y esta es la vida eterna, que te conozcan a ti el único Dios verdadero, y a Jesucristo a quien has enviado”.

Y como conversábamos la otra vez, en la Biblia conocer realmente a alguien es amarle, confiar en Él, admirarle y ser su amigo. Esa palabra es usada aun para la intimidad entre el esposo y su esposa. Conocer realmente a Dios es confiar en Él, amarle y admirarle. Puedo escuchar a Dios diciendo: “Si tan solo mis hijos realmente confiaran en mi. Si tan solo me conocieran de verdad. Si tan solo me amaran de verdad. Si tan solo estuvieran dispuestos a escucharme y dejarme ayudarles. Si tan solo se dieran la vuelta y regresaran para quedarse conmigo, escogiendo quedarse para siempre, yo podría perfectamente sanar todo el daño que se ha hecho. Todo estaría bien otra vez. Y podríamos mantenerlo así para siempre”. Y esa es la lista completa, quizás ustedes quieran ponerla en términos más simples.

Frecuentemente escucho a Dios diciendo en la Biblia: “Cómo quisiera que mis hijos pudieran ser mis amigos otra vez. Y ellos podrían verme como siendo su amigo. Y entonces todo estaría bien”. ¿Podrían mencionar algo que estamos dejando afuera si nosotros, una vez más, fuéramos realmente amigos amantes de Dios, que confían en Él y que le admiran? ¿Habrá algo que Él no puede hacer si honestamente le consideráramos de esa manera?

La Biblia describe a un amigo tal. Y qué honor, el ser mencionado así en la Biblia. Moisés era un amigo así. Y se le describe en Éxodo 33:11 y 17. Veamos solamente un poquito.

“Y hablaba el Señor con Moisés cara a cara, como quien habla con un amigo…” Y el Señor le dijo a Moisés: “Voy a hacer lo que me pides porque estoy contento contigo y te conozco por tu nombre”. ¿Se dan cuenta como el ser un amigo es lo mismo que ser conocido? Y yo pienso que confianza es ser amado y todas esas otras cosas. Ahora, ciertamente que tal tipo de confianza y tal tipo de amistad con nuestro Dios, no es un salto en la oscuridad, como algunas personas describen la fe. ¿Acaso Dios nos pide que nos la juguemos cuando confiamos en Él? ¿Nos ha dejado Dios a oscuras? Con seguridad que hemos sido advertidos de que no es seguro confiar en alguien que no conocemos. Y Dios no nos pide que confiemos en Él como a un extraño. Veamos Romanos 10:17; otro texto clave que todos conocemos muy bien. ¿De dónde viene esta confianza?

“Por esto, la fe es por el oír, y el oír por la palabra de Cristo”. O como algunos manuscritos dicen, “la palabra de Dios.” Y eso es en efecto lo mismo, ¿no es cierto? “La fe viene por el oír”, porque ellos no tenían copias escritas de la Biblia, u hojas de referencias bíblicas como las que tenemos nosotros. Ellos tenían que ir y escuchar cuando se leían las Escrituras. Y mientras ellos oían, escuchaban la verdad. Ellos escuchaban la evidencia. Y algunos eran ganados al arrepentimiento y a la confianza, particularmente cuando escuchaban la verdad revelada por el Hijo de Dios mismo. Es seguro que David sabía lo que Dios quería de sus hijos, para que la paz fuera restaurada una vez más y todo fuera corregido. Veamos el Salmo 51. Aquí dice lo que Dios quiere, que haya paz otra vez en la familia:

“Mas tú amas la verdad en lo íntimo del ser, y en lo secreto me enseñas la sabiduría… Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí… Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría; no quieres holocausto. El sacrificio que te agrada es un espíritu quebrantado; tú, oh Dios, no desprecias al corazón quebrantado y arrepentido”.

Porque lo que eso significa es que estamos dispuestos a presentarnos humildemente delante de nuestro Dios y preguntar: “¿Qué debo hacer para estar bien, para ser salvo?” Y Él nos dice: “Ustedes necesitan un corazón nuevo y un espíritu recto”. Y que respondamos: “Bien, estaría feliz de tener uno. Por favor dame uno pronto”. Oseas entendió lo que Dios quería: que hubiera paz otra vez en el universo. Y todo su libro es grandioso. Creo que se han dado cuenta que lo hemos citado muchas veces durante todas estas noches de viernes. Veamos Oseas 6:6, 7.

“Lo que yo deseo de ti es fiel amor y no sacrificio. Quiero que ustedes me conozcan, no que me hagan ofrendas”.

Y como ustedes saben, en el paralelismo hebreo, la segunda línea simplemente reafirma o expande el punto de la primera línea. Lo que demuestra que el verdadero conocimiento de Dios y el amor a Dios significan lo mismo. Eso es lo que Él quiere. “Pero Efraín y Judá rompieron el pacto como hizo Adán. Me traicionaron allí”.

Ellos me traicionaron. ¿Cuánta seguridad puede haber en la familia cuando algunos de los hijos cometen traición? Entonces recordarán lo que Jesús le dijo a Nicodemo que tenía que suceder en su interior para que no fuese riesgoso salvarlo, en Juan 3:3

“Jesús le contestó, ‘de cierto, de cierto te digo, a menos que uno nazca de nuevo, no puede ver el reino de Dios”.

“Nacer de nuevo” quiere decir un corazón nuevo y un espíritu recto. Exactamente lo que David dijo en el Salmo 51. “¿Se dan cuenta que Jesús no dijo, “a menos que seas perdonado”? ¿”A menos que seas justificado”? ¿”A menos que tu condición legal sea arreglada, no puedes entrar en el reino”? Él dijo: “a menos que seas cambiado, que te vuelvas una persona digna de confianza, a menos que seas un miembro de la familia dispuesto a aprender no es seguro para el cielo que se te reciba en el porvenir”.

Entonces, ¿cómo se puede uno saber si ha nacido en verdad de nuevo, y que la confianza y la fe son genuinas, y que todo está bien? Esa pregunta se discutió mucho en la antigüedad, y se sigue discutiendo hoy. Y se discutió bastante durante la Reforma. Y un líder de la iglesia cristiana primitiva escribió un libro entero para aclararlo. Un libro que ha confundido a muchos santos. El libro de Santiago. Y yo he escogido un poquito de ese libro para nuestra hoja de referencias bíblicas. Veamos en Santiago capítulo 2.

“Amados hermanos, ¿de qué le sirve a uno decir que tiene fe si no lo demuestra con sus acciones? ¿Puede esa clase de fe salvar a alguien?…dices tener fe porque crees que hay un solo Dios. ¡Bien hecho! Aun los demonios lo creen y tiemblan aterrorizados”. No hay amistad entre ellos y Dios. “¿No recuerdas que nuestro antepasado Abraham fue declarado justo ante Dios por sus acciones cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar?… su fe y sus acciones actuaron en conjunto: sus acciones hicieron que su fe fuera completa” Cualquier fe falsa no sirve, pero una fe genuina se demuestra de esta manera. “Y así se cumplió lo que dicen las Escrituras: «Abraham le creyó a Dios, y Dios lo consideró justo debido a su fe»”.

Y si usted toma la posición de que lo que salió mal en el universo es solamente un problema legal, puede entonces escuchar el sonido de la máquina registradora ahora mismo. Y aquí va fe hacia la cuenta de Abraham. Le anotamos fe allí. Ah, en algunas versiones dice que “le fue contado”, pero eso tiene otro significado, como en la versión que mencionamos: fue considerado, se pensó de él; ese puede ser el significado. Dios dijo: “Abraham confió en mí, y eso es bueno. Eso es lo que yo quiero. Eso es lo que significa ser justo”. Y la prueba de eso, es el resto de la oración que “lo llamaron amigo de Dios”. Y así todo está correcto. Todo está bien.

Entonces, ¿cuánta fe tiene uno que tener? Quiero decir, ¿tiene uno que confiar completamente, o aun perfectamente?, ¿estamos obligados a eso? ¿Podríamos salir del paso haciendo un poquito de trampa?

Esposos, ¿alguna vez le han dicho a sus esposas?, “esposa mía, ¿cuánto te puedo engañar, y todavía mantener a salvo nuestro matrimonio?” ¿Tendría eso algo de lógica? Si un amigo le dijera, “¿Cuánto te puedo mentir, y no decirte la verdad y seguir siendo amigos?” Quiero decir que, eso no tiene sentido. Entonces sugiramos que Dios debe permitir un poquito de trampa en esta relación; que una relación perfecta es mucho pedir. ¿Tendría algo de lógica el siquiera hacer esta pregunta? Cuando hacemos trampa, y es que hemos hecho trampa, Dios permanece como nuestro amigo constante. Pero podemos estar destruyendo nuestro lado de esa amistad.

¿Se dan cuenta? Cuando lo que Dios quiere es visto como amistad, una amante relación de confianza, entonces lo que Él quiere obviamente no es una obligación que Él demanda. Sino que es una experiencia absolutamente voluntaria. Esta larga discusión entre fe, obras y obediencia ha confundido santos durante años, pero puede ser solucionada rápidamente si buscamos la palabra bíblica utilizada para obediencia. Y hasta la voy a pronunciar, porque es como la otra palabra: fe es la jupóstasis. Entonces, obediencia es ‘jupakoe’. La primera parte, “jupa”, quiere decir debajo. Y la segunda parte es, “akoe”, que quiere decir escuchar, como en “acústico”. La palabra significa literalmente, “escuchando desde abajo”. Una humilde disposición a escuchar, claro, si confiamos y amamos a Dios, estaremos dispuestos a escucharle. No tendría sentido el que no escucháramos a aquel que amamos, confiamos y admiramos. Entonces, ¿podría Dios tener la expectativa de que nuestra disposición a escucharle sea del 100%? Nuestro desempeño puede ser débil; puede que todavía tropecemos al salir de la clínica de nuestro médico. Pero una disposición a escuchar; ¿será demasiado decir: “no haga trampa allí, tiene que ser del 100%?”

Ahora, si nos parece que Dios es demasiado exigente al pedir una relación de ese tipo, que Él espera demasiado de nosotros, entonces ciertamente es animador leer sobre los héroes y heroínas de la fe que se celebran en el mismo capítulo del mismo libro que nos dice lo que es la fe. Veamos en Hebreos 11:31 en adelante.

“Y por fe, Rahab, la prostituta, no murió junto con los desobedientes, porque ella había recibido amistosamente a los espías de Israel. ¿Necesito decir más? El tiempo que me queda es demasiado corto como para contarles las historias de Gedeón”, quién necesitaba un vellón húmedo y uno seco; Barac, Sansón, ya sabemos lo que este hizo, y Jefté. David, sabemos lo que David hizo, y la de Samuel y los profetas… estos también, cada uno y todos ellos son conmemorados por su fe.

¿Es Dios muy exigente? Él hasta sostiene a ese pueblo, con todas sus debilidades, con todas sus faltas y pecados. Él los presenta en alto ante nosotros, evidentemente a quienes estaban dispuestos a escuchar, amar y confiar en Dios, y que esperaban en Él para que sanara el daño que se ha hecho. Y Él los registra en Hebreos 11 para darnos ánimo. Pero con seguridad que no hay historia más animadora que la historia del ladrón en la cruz. ¿Qué fue lo que este hizo para que Jesús le dijera esas maravillosas palabras de Lucas 23:42, 43, al final de nuestra hoja de referencias bíblicas?

“Y le dijo: –Jesús, acuérdate de mi cuando vengas en tu reino. Entonces Jesús le dijo: –estarás conmigo en el Paraíso”.

Allí estaba el ladrón, colgando de la cruz, con el otro ladrón colgando al otro lado, y Jesús en el centro. Y los dos ladrones estaban maldiciendo y perjurando y burlándose de Jesús, al igual que la multitud. Pero algo le sucedió al ladrón. Escuchó a Jesús que decía: “Padre perdónalos”. Y le escuchó decir: “Juan, por favor cuida de mi madre, ahora que ya no estaré con ella”. Y quizás el ladrón todavía tenía a su madre, y eso le tocó realmente. Pero entonces, esas palabras: “Padre perdónalos,” porque sobre la cabeza de Cristo decía: “Rey de los judíos”. Y el ladrón pensó para sí: “Si Jesús de verdad alguna vez tiene un reino, y gobierna sobre un reino en donde el rey dice: “los perdono”; yo soy un ladrón, yo necesito ser perdonado. Yo no estaría seguro en ningún otro reino, sino en aquel en donde el rey dice: “te perdono, te perdono”. Y entonces dice: “Jesús, si así es el reino en el que tu vas a reinar, me encantaría vivir allí. Por favor, ¿te acordarías de mi?” Y yo creo que eso era un poco incierto. Él no sabía cómo iba a responder Jesús. Y entonces, las palabras que confirmaron su confianza llegaron. “Sí, estaría encantado de acordarme de ti”. Y el ladrón murió. Sin haber pagado su diezmo, con todo tipo de cosas en el estómago. Nunca restituyó nada a nadie. No fue bautizado. Nunca guardó el sábado. Pero estará en el reino. Porque después de su muerte, en su siguiente momento consciente, en la resurrección, el rey del ladrón vendrá, y el ladrón se encontrará cara a cara con la misma persona que estaba en el centro. Y Jesús le dirá: “Tienes mucho que aprender”. Y el ladrón le dirá: “Si tú lo dices. Yo estoy de acuerdo”.

Espero que si habría de pasarnos algo esta noche, camino a casa, que muriéramos como amigos confiables de Dios. Porque, de sucedernos algo, nos levantaremos, en nuestro siguiente momento consciente, cara a cara con Dios. Y no nos dará miedo. Porque hemos conocido la verdad. Confiamos en Él, le conocemos, le amamos, y todas esas otras cosas. Habremos sido rectificados. Y si cuando le veamos cara a cara Él nos dice: “Tú sabes que tienes mucho que aprender”, le diremos: “Será un placer escuchar, porque confiamos en ti. Te admiramos, queremos ser tus amigos”.

¿Se dan cuenta? fe es solamente una palabra que usamos para describir la relación con Dios como con una persona bien conocida. Y mientras mejor le conocemos, mejor será nuestra relación. La fe implica una actitud hacia Dios, una actitud de amor, confianza, y profunda admiración. Significa tener suficiente confianza en Dios, basados en las más que suficientes pruebas reveladas, para estar dispuestos a creer en lo que Él dice. Para aceptar lo que nos ofrece. Y hacer lo que Él desea, sin reservas; sin defraudarle, por toda la eternidad. Cualquiera que tenga ese tipo de fe no será riesgoso salvarlo. Por eso es que la fe es el único requisito para el Cielo, y para la salvación.

PREGUNTAS Y RESPUESTAS
A. Graham Maxwell (GM) y Louis Venden (LV)

(LV): Sabe Graham, estoy muy agradecido por esa última declaración que hizo acerca de la fe, una hermosa definición, y que tenemos aquí mismo en nuestra hoja de referencias bíblicas. No tuve tiempo de copiarla, pero aquí está para poder leerla y apreciarla. Varias personas han hecho esta pregunta, y me gustaría que usted nos comente al respecto. La han hecho por escrito y me la han hecho personalmente: ¿por qué no han empezado la reunión con una oración formal?

(GM): Porque empezamos con mucha oración allá atrás, un poco antes de pasar aquí.

(LV): Pero hay algunas personas que tenían esa pregunta.

(GM): Y me gusta la idea que hay detrás de la pregunta. Quiero decir que solamente un santo podría hacer esa pregunta. Pero hemos hablamos muchísimo al respecto. Así como el simple hecho de estar sentados dice algo; y es que yo creo que a Dios le gustaría que nos pusiéramos cómodos, como lo hizo Jesús, y Él conversaría con nosotros. De la misma manera, el hecho de empezar sin una oración formal; porque no nos gustaría que la oración fuera solo la señal de que es tiempo de empezar la reunión, y que en sesenta minutos lo haremos otra vez para que ustedes sepan que es hora ya de ir a casa. Pero desafortunadamente, la oración se puede deteriorar y convertirse en eso. Algunas veces es como que si fuera una señal para que el coro empiece el responso.

Una conversación acerca de Dios puede ser hecha con un espíritu de oración durante todo el tiempo que esta dure, y queríamos que esta conversación fuera especial. Y si Dios estuviera aquí en persona, yo quisiera que Él fuera el primero en hablar, claro que si. Y por eso tenemos todos estos textos de la Biblia. Queremos que Él hable. Cómo quisiera que Él pudiera hablar la mayor parte del tiempo. Y así el estar conversando acerca de Dios con las Escrituras delante de nosotros puede ser una conversación con Dios. Y ustedes ha escuchado esa frase tan conocida: “La oración es conversar con Dios como con un amigo”. Pero me gustaría que quien hizo la pregunta sepa, que esperamos que ore durante toda la reunión, porque nosotros también estaremos orando.

(LV): Y entiendo su mensaje, que en un sentido bien real, el programa completo se lleva cabo en una atmósfera de oración.

(GM): Sí, eso espero.

(LV): Usted ha hablado bastante acerca de la confianza esta noche. Y casi puedo escuchar a alguien decir: “¿Cuándo vamos a empezar a hablar sobre los temas importantes de la justificación, santificación, expiación, propiciación, reconciliación, sustitución y todo lo demás? ¿No hemos hablado ya suficiente sobre la confianza?”

(GM): Yo creo que ya hemos estado hablando sobre justificación, pero lo hemos estado haciendo bajo otro nombre. Y vamos a usar esos nombres, porque son parte importante de nuestra historia. Y cuando hablamos con nuestros amigos, para quienes esas son las palabras correctas, entonces debemos usarlas si de veras queremos comunicarnos. Pero yo preferiría usar las palabras que la Biblia usa. Y algunos dirían: “Bueno, ¿no son esas las palabras que se usan en la Biblia?” No, va a ser interesante llegar al Reino de los Cielos y acabar con la discusión yendo con Pablo y decirle: “Ponle punto final a esto Pablo, ¿qué querías decir con justificación?” ¿”Podrías repetirlo otra vez?” va a decir él. “Sí. Justificación. Tu palabra favorita”. “Bueno, yo nunca la usé”. “Bueno, ¿qué tal santificación?” “No”. “¿Propiciación? ¿Quieres decir que nunca usaste ninguna de esas palabras? ¿Expiación?”

Pablo nunca usó ninguna de ellas. Ni Jesús, ni nadie más en la Biblia. Vean, esas son principalmente palabras en latín, que vinieron de un tiempo en el que el latín era muy utilizado para teología. Un buen número de palabras, una buena proporción de ellas, las más pesadas derivaron del latín. Algunas vinieron del griego. Veamos la expresión: “Sola Scriptura”. Es latín puro. Y ya nadie estudia latín en estos días, en su mayoría. ¿Por qué seguimos usándolas? ¿Por qué no “la Biblia sola? O aquella palabra que use el otro día, el “principio Cristomonístico.” Eso es en griego. De paso, creo que la otra vez me equivoqué, y dije que era latín. Es en griego, “Christos” — Cristo y “monos” — único. ¿Por qué no dicen el principio de “únicamente Cristo”? Así que preferiré usar palabras sencillas en nuestros temas siguientes, pero habiendo discutido el plan de salvación totalmente y su experiencia de transformación, esparciremos estas palabras a lo largo de nuestras reuniones si ustedes quieren, así podrán ver en donde es que encajan. Pero Jesús describió toda la verdad acerca de su Padre y cómo es que podemos ser salvos sin haber usado una sola vez ninguna de esas palabras. Jesús habló arameo.

(LV): Me pregunto si esas palabras se convirtieron en un tipo de taquigrafía. Y el peligro de eso es que pensamos que entendemos de lo que estamos hablando cuando en realidad solamente hemos puesto una carga de palabras que en realidad no le hacen justicia a las Escrituras.

(GM): Sí, ese es el peligro. Es bueno ir de nuevo hasta el principio, y trataremos de hacerlo.

(LV): Muy bien. Vamos a continuar con otra pregunta. Usted ha hablado de que la palabra fe quiere decir confianza más que solamente el “saber” algo. ¿No hay acaso algunas cosas de las que, legítimamente, podemos decir que solamente sabemos por fe. Tal como la declaración de Hebreos 11, “por la fe sabemos que el mundo fue hecho,” etc.?

(GM): Y a mi me gustaría contestar con una pregunta, “¿por la fe en qué?” ¿Qué es lo que quiere decir usted con eso de que sabe algo solo por fe? ¿Que tiene usted un sentimiento de convicción interna, quizás?

(LV): Bien, ¿pero que hay del pasaje en Hebreos?

(GM): En donde dice que conoceremos por la fe, ¿qué quiso decir el escritor? Seguramente que fe en algo.

(LV): No me haga usted esperar…

(GM): ¿Cómo es que sabemos algo acerca de cuál fue el origen del mundo? Lo hemos leído en las Escrituras, ¿no es cierto? Así que leemos el registro. Y por la fe en las Escrituras creemos que Dios creó el mundo, tal como está registrado. Eso nos deja con otra duda: “¿Podemos confiar en la Biblia?” Así que cuando decimos que sabemos esas cosas por fe y son cosas que están descritas en las Escrituras, no estamos diciendo: “Yo sé esto porque tengo una cálida sensación aquí en el corazón”. ¡Eso podría ser por indigestión! Así que cuando usted dice: “Yo se algo por fe”, me gustaría saber en qué es que tiene usted fe, y en este caso de Hebreos 11, es fe en la Biblia. Y vamos a dedicarle una noche completa a ese tema. ¿Se puede en verdad confiar en la Biblia? Y lo que quiero decir es que cuando esté en compañía altamente crítica, ¿podría usted decir, “he encontrado que la Biblia es absolutamente fidedigna, de pasta a pasta?” Y creo que se puede, y por eso dedicaremos otra noche al tema: “Un registro de la evidencia”.

(LV): Eso se amarra bien, hablando de la Biblia y confiando en la Biblia. ¿Qué le diría usted a una persona que dice: “Vea, yo sólo quiero leer la Biblia tal como está escrita?” Y cuando leo en la Biblia que, por ejemplo en Romanos 11:33 en esa doxología con la que Pablo termina: ‘Los caminos de Dios son inescrutables.’ “¿Cómo puede alguien conocer la mente de Dios?” Entonces, si yo solamente acepto la Biblia, ¿por qué no puedo simplemente aceptar esa declaración? y digo: “Bueno, ¿para qué conversar acerca de Dios? ¿Cómo podemos siquiera conocer a Dios?” “Yo sólo voy a creer en la Biblia”.

(GM): Dependiendo de la persona que está diciendo eso, uno podría responder de otra manera, pero asumamos que esta es una persona bien devota que realmente acepta las Escrituras. Yo quisiera sacar el mayor provecho posible. Y me gustaría decir: “Bien, ¿qué hay de esos otros lugares en la Biblia? ¿También los acepta?” ¿O usted solamente acepta este?

(LV): ¿Qué otros lugares?

(GM): Como el de Romanos en donde dice que Dios puede ser conocido, en Romanos 1. De hecho, esa persona estaría aceptando un versículo en Romanos sin tomar en cuenta el otro. Si eso no funciona, entonces, podría irme a aquel lugar en donde dice: “Dad vino al pobre, para que pueda olvidar su miseria”, y otros textos similares, hasta que la persona esté tan asombrada al darse cuenta de que uno no puede escoger “un poquito aquí, y un poquito allá”. Cuando usted dice que acepta la Biblia, usted la acepta toda completa. Y es probable que eso fuera lo que esta persona quería decir cuando dijo: “Yo acepto la Palabra de Dios”. “Si en ella lo dice, yo lo creo y punto”. Entonces me gustaría mencionar esos otros versículos que dicen que Dios puede ser conocido, y si Él no puede ser conocido, ¿para qué está todo eso escrito en la Biblia? ¿Para qué vino entonces Cristo a dar a conocer a su Padre? Así que el uso de un pequeño versículo puede llevarnos cuesta abajo por todo tipo de caminos que, estoy seguro, a esta persona no le gustaría transitar.

(LV): Esta usted entonces diciendo que la actitud básica de: “yo quiero aceptar la Biblia tal como la leo”, es una buena actitud, pero si se toma la Biblia como un todo, los sesenta y seis libros completos, el mensaje total de las Escrituras.

(GM): Correcto.

(LV): En nuestra hoja de referencias bíblicas, se hace referencia al pasaje de Abraham, y Santiago se refiere a ello. Allí se habla de Abraham como de un hombre de fe. ¿No le llamaría usted a eso, fe ciega; cuando Abraham se decide obedecer a Dios, y Dios le dice: “Toma a tu hijo; quiero que lo traigas y me lo ofrezcas como sacrificio?”

(GM): Bueno, eso es bastante parecido al ejemplo que usted acaba de dar. Los seres humanos no estaban presentes durante la creación para verla. Confiamos en el registro bíblico porque se ha probado de tantas formas diferentes de que es digno de confianza. La relación de Abraham con Dios, ¿por qué? ¡Ellos son una pareja de los mejores amigos de toda la historia! Abraham conocía a Dios muy bien. Había tenido una larga experiencia con Dios. Cuando Dios le pidió que hiciera algo en el pasado, todo salió siempre bien, y era lógico. Así que no era una fe ciega de parte de Abraham. Y Dios le pide que haga algo que lo confundió en gran manera. En ese momento, no podía entenderlo, pero dijo: “Dios, si eres Tú el que lo dice, y te conozco tan bien que yo creo que tendrá lógica y que vas a tener una solución, así que voy en camino”. Este tipo de fe dice: “Dios, ya voy, pero ¿te puedo preguntar por qué?” Así que ya de camino, el preguntó por qué. Y mientras consideraba el asunto, él pensó, quien tan milagrosamente me dio este hijo es bien capaz de resucitarlo otra vez. O quizás Él provea un sustituto. Y en el libro de Hebreos dice que Abraham estaba en lo correcto. Así que en vez de ser una fe ciega, yo diría que él conocía a Dios suficientemente bien como para ir y saber que habría una solución lógica. Y la tuvo.

(LV): Pero, en esa experiencia había un elemento de incertidumbre. Y era ¿cómo iba a terminar todo? Había dolor. Claro que sí.

(GM): El tenía preguntas.

(LV): Sí. Entonces la fe puede incluir ese tipo de cosas.

(GM): Porque como Dios es tan digno de confianza, estamos dispuestos a obedecerle cuando nos pide que hagamos algo que esté más allá de lo que ahora entendemos.

(LV): Quisiera volver a la forma en la que se usa en Santiago. Santiago dice que la fe sola no basta. ¿Quiere decir eso que tenemos también que tener obras? Y ¿no es eso regresar a terreno peligroso?

(GM): Este es el asunto de entender lo que son las obras. La palabra obediencia, como ya lo dije antes, es “disposición a escuchar”. Dios no espera un desempeño perfecto. Acabo de ir con mi doctor por un caso de artritis avanzada, y él no me está pidiendo que corra la milla en cuatro minutos en el camino de regreso a casa. Sino que quizás hasta me ayude a bajar los escalones en mi silla de ruedas. Y agrega: “Espero que se mejore esta semana, pero asegúrese de venir a verme de nuevo y de tomar sus medicinas”. Entonces, lo que me está pidiendo es “disposición a escuchar y cooperación”. Y puede que me muera al día siguiente, pero me voy a morir como un paciente que confía en él. Y seré resucitado como su paciente que confía en él, y todo estará bien. Así que el rendimiento que Dios desea de nosotros es la disposición de escuchar. Él sabe que somos muy débiles como para hacerlo perfectamente. Y yo creo que imaginar a Dios como nuestro médico es el mejor modelo que podemos tener. Dios conoce nuestras debilidades. Él quiere que un día seamos perfectos; no solamente espiritualmente, sino física, mental y socialmente. Todas esas cosas. Pero Éll sabe que va a tomar un poco más de tiempo. Lo que Él quiere ahora mismo, es una sincera disposición a escuchar y a dejar de hacer trampa. Así la sanidad está garantizada. Dios tiene la habilidad de restaurar perfectamente a cada uno de sus hijos, sin lugar a dudas. Él nunca ha perdido un paciente, excepto los que no están dispuestos a escuchar. Así que la cosa está en saber, que obediencia quiere decir básicamente disposición a escuchar, ese es el asunto.

(LV): Y Santiago nos da una imagen de lo que pasa en nuestra vidas cuando estamos dispuestos a escuchar.

(GM): Ah, cuando estamos dispuestos a escuchar, empezamos a comportarnos como Dios; cada vez más y más como Él.

(LV): Confiar suena como algo que uno tiene que hacer. Sí, puede sonar así. Pero, ¿no lo hace Dios todo? ¿No es la fe, de lo que hemos hablado esta noche, no es la fe en sí misma un don de Dios?

(GM): Así es como se describe en la Biblia. “La fe es un don de Dios”. Y eso es tan importante que es la mayor parte del tema de la semana próxima: “La manera en que Dios restaura la confianza”. Bien, Él lo da todo, excepto una cosa, creo. Él nos da vida. Él nos da mentes para analizar el peso de la evidencia. Él nos da las pruebas, es decir la evidencia. Él nos da la libertad. Él nos da todo, excepto emitir el voto en nuestro lugar. Si en este gran conflicto, en esta guerra, Dios también nos manipulara para que tuviéramos que votar como Él quiere, usted sabe quién sería el primero en gritar “¡falta!”. Así que Dios no gana este gran conflicto llenando su propia urna con sus propios votos, poniéndonos la fe adentro también. Entonces viene la pregunta: ¿Por qué Él pone fe en unos y no en otros?” Y entonces, no hay responsabilidad. Usted dice: “Yo no tengo fe, ¿sabe por qué? porque Dios no me dio nada de fe”. Y ustedes saben a dónde nos ha llevado eso en la historia teológica.

Dios nos da todo, pero Él no vota por mí. Eso depende de nosotros. Eso es lo que significa libertad. Es allí donde está la responsabilidad. Y a mi me gusta de esta manera. Da un poco de miedo. Pero, ¿quisieran que fuera de otra manera?

(LV): ¿Estoy en lo correcto al decir que esto tiene un poco que ver con lo que usted hablará la próxima vez? ¿Cómo es que Dios se siente haciendo esto?

(GM): O, sí muy importante, y si Él usara cualquier otro método, yo no confiaría en Él.

(LV): Graham, llegó esta pregunta, y también me di cuenta al ver la hoja de referencias bíblicas que usted usó, creo, seis o siete traducciones diferentes. ¿Cómo decide qué traducción usar? ¿Acaso usted escoge la que dice las cosas como usted quiere?

(GM): Es una buena pregunta. Cuando las termino de escoger, termino con diferentes versiones sobre la mesa y en el piso, porque tengo más de ciento cincuenta diferentes versiones en inglés.

(LV): ¿Y las revisa todas?

(GM): ¿Reviso muchas de ellas hasta que encuentro lo que deseo? Así es, pero ¿qué es lo que quiero? En toda justicia, voy de vuelta al original. He enseñado lenguas bíblicas por muchos años, el hebreo, el griego y el arameo, de tal manera que verifico con el idioma original. Lo que quiero es una versión que sea lo más neutral posible. Como la semana pasada: “Dios envió a su Hijo,” algunas versiones agregan: “como sacrificio de expiación,” o también “como ofrenda para propiciación”. Esa es mucha interpretación. En el griego solamente dice: “Él envió a su Hijo en relación al pecado”. Así que yo incluyo dos versiones aquí: “Él envió a su Hijo para encargarse del pecado.” Así queda bellamente neutral. Entonces ya puedo decidir cómo fue que Él se encargó del pecado. O “Él envió a su Hijo para eliminar el pecado”, después pongo varias traducciones para mostrar los posibles significados. Y en la noche en la que discutamos acerca de la Biblia, vamos a entrar en más detalles al respecto.

(LV): Muy bien. ¿Y qué si sólo tengo una versión? Porque usted dice que tiene 150 diferentes. Y yo quizás tengo veinte o treinta. No creo que mi esposa me permita comprar más, para tener tantas como usted.

(GM): A menos que usted tenga una de esas versiones extraordinarias, la próxima vez voy a traer El Nuevo Testamento Revisado por los Espíritus o el Nuevo Testamento Traducido de la Numerología o Metafísica, ambas en inglés. Si usted tiene una de las versiones más comunes, todas son bastante dignas de confianza, si uno lee la Biblia como un todo. Si usted hace que todo dependa de un sólo versículo, hasta las comas pueden estar en el lugar equivocado. Así que coloque varios textos juntos. La seguridad siempre se obtiene al leer la Biblia como un todo. De esa manera casi cualquier versión es confiable.

(LV): Quisiera avanzar hacia otras preguntas que han llegado y que nos ayudarán a conectar con las primeras reuniones. Alguien de nuestra congregación quisiera saber cuál es el significado de la siguiente declaración, y usted la usó recientemente: “Tienes que nacer de nuevo” (Juan 3:4,9). Esa es una pregunta bien conocida.

(GM): Sí, y el expresidente Carter de los EEUU la hizo popular.

(LV): Es una frase popular, ¿no es cierto? Soy un cristiano nacido de nuevo. Y ¿qué significa eso?

(GM): Aun Nicodemo preguntó acerca de su significado, y Jesús le dijo: “Eso debería estar bien claro, si has leído el Salmo cincuenta y uno y otros versículos”. Ser cambiado de rebelde a alguien en quien se puede confiar. Ser cambiado de necio y no dispuesto a escuchar a alguien que ama, confía y admira a Dios y que no desea pasar por alto una sola palabra. Eso es como nacer completamente de nuevo, y por eso es que Jesús utilizó tan impresionante representación. Ahora bien, ese es también el significado de la conversión. Así es, usted se da la vuelta y se encamina completamente en dirección opuesta, como cuando a un auto convertible se le cambia el techo. El ser convertido significa darse la vuelta y caminar en dirección opuesta. Ahora soy necio y rebelde. Ahora soy humilde, dispuesto a escuchar, amar, confiar y admirar. Y una representación de eso es nacer de nuevo. Yo creo que Jesús estaba reprendiendo a Nicodemo por ser tan lento en comprender algo que debería saber.

(LV): ¿Debía él saberlo por experiencia?

(GM): Eso creo yo.

(LV): Otra persona hizo esta pregunta: ¿Ve usted al mundo como un lugar predominantemente malo? Y si así es, ¿cómo puede el plan de Dios ser vindicado, si el mal parece triunfar sobre el bien? Y esta persona agrega: “Yo creo que el bien tiene que triunfar sobre el mal sin la intervención divina antes de que Cristo pueda venir otra vez”.

(GM): Sí, y las palabras más importantes serían: “sin la intervención divina”. Si Dios no hubiera intervenido estaríamos en una situación desesperada, porque en este conflicto tenemos un adversario que interviene todo lo que puede, y manipula y engaña y nubla el intelecto. Si Dios no hubiese intervenido, estaríamos en problemas. Pero, si eso es sugerir que la verdad triunfará sin que Dios manipule las cosas. Sí, absolutamente. Lo que entiendo es que Dios interviene para que la verdad pueda ser claramente vista, para que la verdad pueda tener una oportunidad de ganar. Dios no va a ganar por haber intervenido con poder, fuerza y manipulación. Ese es el método del diablo. Dios ganará, de cierto modo, sin intervenir. Pero Él está bien involucrado con el objeto de protegernos del adversario y de darle a la verdad una oportunidad de ser vista. Dios ganará porque la verdad es vista como verdad, y todos estaremos de acuerdo.

(LV): Veamos si podemos contestar un par de preguntas más antes que se nos acabe el tiempo. ¿Si es verdad que el plan de salvación y la muerte de Cristo eran necesarios para confirmar a los ángeles no caídos de la verdad, no se vería esto como si Dios necesitaba un lugar como esta tierra para enviar a su Hijo a morir para contestar las acusaciones de Satanás?

(GM): Una cosa que me viene a la mente es, ¿tiene que morir un padre bajo las ruedas de un camión, al empujar a su hijo que va en un triciclo, fuera del camino, para probar que lo ama? Eso se ve bien dramático. Dios no necesita esta emergencia para demostrar que ama a sus hijos y que es digno de su confianza. Pero cuando la emergencia surgió, miren cómo se ha comportado. Vea de qué manera Él ha manejado esto. Así que queda aún más claro que es digno de confianza. No es que sea más digno de confianza. Sólo se ve más claramente en la emergencia. Así que una vez más, Él ha aprovechado la emergencia, eso es muy gentil de su parte.

(LV): Y logró algo positivo de la emergencia.

(GM): Sí

(LV): Aunque su corazón se destroza ante la emergencia.

(GM): Sí así es.

(LV): Aquí hay alguien a quien le gustaría saber más de lo que usted habló la semana pasada: Martín Lutero y sus dificultades con Hebreos y Santiago y Judas y Apocalipsis. ¿Podría darnos algunas referencias? A esta persona le gustaría saber en dónde encontrarlas por sí mismos. Creen en lo que usted ha dicho porque confían en usted, pero quisieran tener una referencia.

(GM): Está bien. Espero que sean suficientes pruebas. Bien, sabiendo que esta pregunta llegaría, traje uno de los volúmenes conmigo. Los prefacios de donde leí, se encuentran en una serie hecha por Jaruslav Pelican. Lo conocí en la Universidad de Chicago, y la serie se titula: “Las obras de Lutero”. La última vez leí del volumen treinta y cinco, en donde Lutero dice que no puede ser que el Espíritu Santo pueda haber inspirado el libro de Apocalipsis. Y como esta noche dí referencias del libro de Santiago, Lutero dice que el libro de Santiago es totalmente contrario a San Pablo. Pero ahora, para no poner a Lutero en una posición injusta, ustedes deben leer los prefacios. Con qué reverencia hablaba de las Escrituras. Él dice: “Santiago es un libro maravilloso, y me gusta la forma en la que realza la ley de Dios”. ¿Se dan cuenta? Eso debería balancear los comentarios. Entonces la pregunta sería: ¿pudo él visualizar el gran conflicto? Hay incluso vislumbres de eso. Si ustedes toman el primer volumen aquí, en Génesis, él dice: “Los santos padres han imaginado que una vez hubo una guerra en el cielo”. Él dijo: “es una idea posible, se ajusta a la declaración del libro de Judas de que los ángeles cayeron, y todo eso”. Y dijo: “saben, es cierto que los ángeles, aparentemente, fueron una vez capaces de pecar, porque algunos de ellos cayeron”. Pero, dijo: “Los ángeles leales fueron confirmados, así que ellos ya no pueden pecar”. Es claro que él estaba trabajando con esto. Y yo mejor le ofrezco mis respetos a Lutero. Yo creo que estaba teniendo vislumbres de la visión amplia, pero nunca la prosiguió.

(LV): Tuvo unos pocos vislumbres.

(GM): Sí, los tuvo.

(LV): Bien, ha llegado el momento en que tenemos que hablar un poco acerca de la reunión del próximo viernes. ¿Qué tendremos la noche del viernes? ¿Cuál será el tema?

(GM): “La forma en la que Dios restaura la confianza”. Y yo creo que los métodos que Él ha usado; no sus afirmaciones, no un despliegue de su poder, sino las pruebas, son la razón más grande para confiar en Él.

(LV): Esta noche usted habló sobre la importancia de la confianza y de cómo Dios procede para dirigirnos a través de esa experiencia. Muy bien. Estaremos esperando la reunión del próximo viernes de noche. Y mientras continuamos con estas Conversaciones Acerca de Dios, es un gran privilegio el hablar juntos acerca de nuestro maravilloso Padre Celestial.

(GM): Estoy de acuerdo.

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