NÚMERO NUEVE – NO HAY NECESIDAD DE TENERLE MIEDO A DIOS

Bienvenidos a la novena de nuestras conversaciones acerca de Dios. Otra visión de nuestro Padre celestial en el amplio escenario del gran conflicto sobre su carácter y gobierno. Y nuestra conversación de esta noche se titula: “No hay necesidad de tenerle miedo a Dios”.

Yo creo que tener miedo de Dios es malentender, aun hasta negar, lo que Él reveló a tan alto precio. Aunque Dios es infinito en majestad y en poder, no hay nada que Él valore más que la libertad de sus inteligentes criaturas, para que su amor, su adoración, su confianza, su disposición a escuchar pueda ser dada libremente. Y entiendo que Dios desea que nuestra confianza sea dada libremente, no porque Él simplemente así lo prefiera, como cualquier padre quisiera, sino que Él sabe que si nuestro amor y confianza no son dados libremente, entonces realmente no hay libertad en su familia. Y Dios preferiría morir que presidir sobre un universo que no fuera libre.

Además Él sabe, así como trató de explicárnoslo a un costo tal, que la obediencia que resulta del temor transformaría en efecto a sus hijos en rebeldes. Y la rebeldía es la misma esencia del pecado. Y Dios envió a su Hijo para encargarse del pecado. Envió a su Hijo a eliminar el pecado, según Romanos 8. Pero para eliminar la rebelión y la desconfianza, Él primero tiene que eliminar el miedo. Porque es el miedo el que ha alejado a tantos de Dios. Es el miedo el que ha inspirado la rebeldía aun en los corazones de aquellos que buscan obedecerle, pero que no le conocen bien. Y entiendo, según nuestra última reunión, que Dios dio su vida para dejar eternamente claro que no hay necesidad de que sus hijos le tengan miedo. Seguro que un Dios que ha ido tan lejos para mostrar que aunque es infinito en poder no es necesario que le tengamos miedo, un Dios tal, es ciertamente merecedor de nuestro amor, nuestra reverencia, nuestra adoración y nuestra disposición a escucharle y obedecerle.

Ahora, si Dios fuera en realidad el tipo de persona que sus enemigos le han hecho parecer, arbitrario, vengativo y severo; obviamente entonces que no habría libertad bajo tal gobierno. Y cualquier profesión de amor y de confianza de nuestra parte estaría manchada y comprometida con nuestros temores. ¿Cómo podría Dios estar satisfecho con expresiones de amor de parte de hijos que le temen? Padres ¿estarían ustedes satisfechos de tales expresiones de amor de parte de sus propios hijos? No es de sorprender entonces, que cuando usted considera la satánica perversión de la verdad sobre este asunto, muchos millones se hayan alejado de Dios.

Cuando usted considera la imagen que Satanás tiene de Dios y sus amenazas hacia sus hijos, el adversario ha hecho ver a Dios aun más cruel que el viejo Rey Nabucodonosor y su ardiente horno. Ustedes recordarán de cómo en el libro de Daniel, Nabucodonosor edifica aquel inmenso ídolo y emite la orden de que todos tienen que postrarse de rodillas para adorarlo al darse la señal Y que cualquiera que se reúse adorar la imagen sería arrojado dentro de un horno ardiente. Ustedes recuerdan lo que le pasó a Ananías, Misael y Azarías. Uno retrocede en horror ante tan cruel tiranía: “Ustedes o se rinden ante mi dios o los arrojo dentro del horno ardiente”. Y todavía de algún modo, muchos de nosotros creemos que es posible aceptar a un Dios que es descrito haciendo exactamente lo mismo. Que Dios nos diga: “De rodillas, adórenme o los arrojaré dentro de un horno ardiente”. Pero es aún peor que eso. Dios no quiere lo que Nabucodonosor estaba dispuesto a aceptar. Nabucodonosor simplemente exigía sumisión de rodillas. Dios pide nuestro amor y nuestra confianza. Y entonces se le caricaturiza como diciendo: “Pero si ustedes no me aman y no confían en mí, entonces los arrojaré en el ardiente horno. Y yo no los quemaré tan poquito como Nabucodonosor lo hizo. Yo los quemaré por siempre y para siempre”. ¿Tiene eso lógica? ¿Es eso aceptable? Me encantan las palabras de Elena de White: “tales ideas destruyen la razón humana”.

Claro, seguramente que el gentil Jesús no diría tal cosa, ¿o sí? ¿Es acaso el Padre el temible que lanzó tal amenaza? Y si el Padre es el temible miembro de la Trinidad, ¿por eso fue que el Hijo vino a morir? ¿Para aplacar, apaciguar y propiciar la ira del ofendido miembro de la Trinidad? ¡Espero que nadie esté creyendo lo que estoy diciendo! ¿Es por eso que Jesús tenía que ir al cielo pronto el domingo de resurrección, para empezar a interceder con el temible miembro de Trinidad, quien nunca podría encontrar en su corazón una razón para perdonar a sus incrédulos hijos, a menos que se lo rogara el más compasivo miembro de los tres? Cómo es que afecta nuestra manera de comprender la muerte de los impíos la imagen que uno tiene de Dios y nuestra comprensión del plan de salvación. Y de allí nuestra conversación de esta noche, “No hay necesidad de tenerle miedo a Dios”.

Y aun, mientras continúan viendo en su hoja de referencias bíblicas, ¿acaso no enfatiza la Biblia, no deja bien claro, que se supone que le temamos a Dios y que seamos su pueblo temeroso? Veamos el primero de la lista. Ustedes reconocen que es el mensaje del primero de los tres ángeles. En Apocalipsis 14:7.

“Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado” (RV60).

Hasta nos da una buena razón por la que debemos temerle a Él. Es necesario que comprendamos la palabra miedo. Si me perdonan el griego, se pronuncia fobos, de donde nos viene la palabra fobia. Pero no siempre significa terror. Algunas veces quiere decir respeto. Quiere decir reverencia. Veamos por ejemplo el siguiente versículo, Salmos 128:1,2.

“Bienaventurados todos aquellos que temen al Señor”. ¿Quiere decir, bienaventurado todo aquel que se aterroriza de Dios? Bien, sigan leyendo: “dichoso serás, y todo te irá bien” (Torres Amat).

Seguramente el salmista no está diciendo: “Bienaventurado todo aquel que se asusta de Dios”. Ese es el otro significado que la palabra tiene. Bienaventurado todo aquel que muestra reverencia y respeta al Señor. Serás feliz y todo te irá bien. Noten, por ejemplo: Proverbios 9:10.

“El principio de la sabiduría es el temor del Señor” (Torres Amat).

¿Quiere decir que aterrarse de Dios es el principio de la sabiduría y el aprendizaje? No, allí también es el contexto el que determina el significado de la palabra. Así, preferimos la traducción de La Palabra de Dios para Todos.

“La sabiduría comienza con el respeto al Señor” (PDT).

En donde no hay respeto, no hay reverencia y muy poco aprendizaje va a suceder. Piensen hasta donde ha ido nuestro Dios a través de los siglos para ganarse el respeto de su pueblo y mantenerlo lo suficiente como para decirles un poco más de la verdad acerca de Él. Quizás el ejemplo más famoso es el que se nos da en el Monte Sinaí. Dios bajó para hablarle a su pueblo. ¿Se alinearon todos silenciosamente para escuchar? Estaban ruidosos. Se estaban quejando. Estaban quejándose de la comida y del agua. No había respeto para Dios. Así que Dios no les pudo hablar suavemente ese día. En vez de eso hubo truenos y relámpagos y fuego y humo y temblores. Y Dios le dijo a Moisés: “Pondrás una cerca alrededor del monte. No dejes que el pueblo se acerque a mí”. Hoy día nosotros cantamos: “Más cerca oh Dios de tí”, pero no aquel día. El pueblo estaba tan aterrado que le dijeron a Moisés, de acuerdo a Éxodo 20:18-20.

“El pueblo tuvo miedo y temblaba”. De hecho, Dios había dicho “si alguno se acerca a la cerca, será apedreado o asaeteado”. “Si alguno cruza al otro lado de la cerca, Yo lo consumiré”. No es de asombrarse que el pueblo estuviera asustado y temblando. “Y se pusieron de lejos y dijeron a Moisés: Habla tú con nosotros, y nosotros oiremos; pero no hable Dios con nosotros para que no muramos”. Pero Moisés le dijo al pueblo, “No teman,” no hay necesidad de tener miedo. “Dios ha venido para probarlos; él quiere que su temor permanezca en ustedes y así no pequen” (BL95).

Noten el uso de la palabra temor y sus significados. ¿Se dan cuenta? “No teman” significa no tengan miedo, pero “que su temor permanezca en ustedes” está hablando de reverencia. Así la misma palabra lleva ambos significados en el mismo texto, como se han dado cuenta. Pero ¿no les encanta el que Moisés podía estar en el medio de los temblores y del fuego y decir que no había necesidad de tener miedo?, porque él conocía a Dios y sabía por qué estaba Dios alzando la voz en esa ocasión.

Uno podría preguntarse ¿por qué no les habló Dios más suave? Nosotros sabemos que Él preferiría así y que muchas veces Él les hablaba así a sus amigos, con el silbo suave y apacible como con Elías en la entrada de la cueva. Pero cuando el pueblo tiene dificultades para oír, Dios va a alzar su voz. Y cuán agradecidos debiéramos estar de que Él esté dispuesto a subir la voz. Ahora, ¿les habló Él demasiado fuerte? ¿Los asustó demasiado? ¿Qué estaban haciendo cuarenta días más tarde cuando el fuego, los temblores y los rayos y los truenos se habían apagado? Estaban borrachos, bailando en derredor de un becerro de oro en un ritual de un culto a la fertilidad.

Seguramente que los que entre nosotros hemos enseñado a niños, o tenemos hijos, sabemos cuán difícil es ganarse el respeto adecuado, para que se pueda dar el aprendizaje, pero sin temor. ¡Qué asunto más delicado es conseguir los dos! Cuando Dios subió su voz consiguió reverencia, pero también temor. Cuando Él habló suave, ellos lo despreciaron así como despreciaron al gentil Jesús. Y así avanzando y retrocediendo Dios tuvo que ir a lo largo de la historia.

Pero imaginen que ustedes son un maestro de primaria con mucha experiencia. Tienen ya cuarenta años de enseñar. ¡Piensen en eso! Nunca han subido el tono de voz a sus pequeños alumnos en esos cuarenta años. Y es el último día de clases, alguien toca a la puerta. Es el director que le dice: “El edificio está en llamas, por favor ponga a los niños en línea y sáquelos de aquí”. Usted entra de nuevo al salón con su acostumbrada dignidad, y en su acostumbrado tono suave de voz usted dice: “Mis alumnos, el edificio se está quemando. Por favor en orden, hagan una fila y salgan por la puerta”.

Pero es el último día de clases antes de salir de vacaciones, y quizás es el período inmediatamente después del recreo y ustedes saben cómo puede haber de ruido en ese salón. Y los pequeños no le han visto, se diría usted, “bueno, no voy a manchar mi reputación poniéndome a gritar por primera vez en cuarenta años. Ya les dí una oportunidad, por lo menos yo voy a salir de aquí y salvarme” ¿O estaría usted dispuesto, por primera vez, con dignidad, a gritarle a sus estudiantes? ¿Qué tal si horrorizado usted nota que no le han escuchado? Ahora, ¿estaría usted dispuesto a subirse al escritorio, arrojar unas tizas y los borradores para que amedrentados finalmente le escuchen y asustados vayan cada uno a sus pupitres y usted a su escritorio? Y usted les dice: “Niños, no vayan a decirle a sus padres que estoy enojado con ustedes. No estoy enojado, los quiero mucho y no deseo que les pase nada. Pero es que el edificio se está incendiando. En este momento de silencio, en que he logrado conseguir que me escuchen, por favor en orden hagan una fila y salgan del edificio como lo hemos practicado antes”.

Ahora, ¿cuál demuestra más amor? ¿No atemorizarlos aunque sea por un momento, ni subir la voz? ¿O sería mejor correr el riesgo de que aunque sea momentáneamente le temieran y obedecieran por el motivo equivocado? A mí me parece que Dios ha hecho eso una y otra vez en las Escrituras. Deberíamos estar listos para decirle: “Gracias Dios por subir la voz, tantas veces”.

Ahora bien, el primer ángel de Apocalipsis 14 sugiere una razón mucho más seria del por qué nos vendría bien el estar asustados. Él dice que la hora del juicio de Dios ha llegado. Esas son palabras imponentes. ¿Cuán meticulosamente seremos juzgados? ¿Cuánto sabe Dios de nosotros? Veamos Hebreos 4:13, en nuestra lista.

“No hay nada creado en el mundo que se pueda esconder de Dios; todo está desnudo y expuesto a su vista. Es a él a quien tendremos que rendirle cuentas de nuestra vida” (PDT).

Entonces recuerdan las palabras de Salomón en Eclesiastés 12:14.

“Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala” (RV60).
¿Cómo se podría enfrentar un juicio tal, en las manos de alguien tan bien informado, y no tener miedo? Bueno, ¿sin temor a qué y sin temor de quién? El mismo Juan que nos advirtió del mensaje del primer ángel, que la hora de su juicio ha llegado, es el mismo que nos explica cómo es posible enfrentar el juicio sin temor. Veamos nuestro siguiente pasaje en 1 Juan 4:16-18.

“Dios es amor. El que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él. Ese amor se manifiesta plenamente entre nosotros para que en el día del juicio comparezcamos con toda confianza”. ¿Se dan cuenta? “En el amor no hay temor.” Ahora, esta no es la palabra reverencia esta vez. Es miedo, “En el amor no hay temor, el amor perfecto echa fuera el temor. El que teme espera el castigo, así que no ha sido perfeccionado en el amor” (BAD).

Así es que el punto de Juan está bien claro. Que si en realidad conocemos la verdad acerca de Dios y si nos gusta lo que sabemos, entonces no hay necesidad de temer, ni aún del juicio final. ¿O está aquí hablando sólo del tierno Jesús, del Hijo? Algunos se sienten aliviados por ese pensamiento y por el hecho de que la Biblia dice que Dios le ha dado todo el juicio al Hijo”. Vean Juan 5:22.

“Además, el Padre no juzga a nadie, sino que todo juicio lo ha delegado en el Hijo” (BAD).

Y muchos encuentran eso mucho más reconfortante, ¿porque usted tiene más posibilidades de recibir un trato misericordioso en las manos de Jesús que en las manos del Padre? ¿Es verdad eso? He escuchado a algunos decir con verdadera gratitud, “Yo no tengo miedo del juicio porque yo sé que tengo un amigo en la corte”.

Y yo les pregunto: “¿Quién es ese amigo?

Y entonces recibo la cálida respuesta: “¿Por qué? ¡Es Jesús, claro!”

“¿Quiere usted decir que el Padre no es su amigo?”

“Oh, no quise decir eso”

“Entonces, ¿qué quiso usted decir cuando dijo que estaba feliz de tener un amigo en la corte y que Jesús es su amigo? ¿Que el Padre no es amigo? ¿Y qué hay del Espíritu Santo?

¿Recuerda las palabras de Jesús a Felipe en Juan 14, 7 y 9?

“Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais…El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (RV60).

Si usted supiera que eso es verdad, usted nunca diría: “Estoy agradecido de tener un amigo en la corte y quiero decir Jesús y no el Padre”. Usted no podría decir eso, ¿verdad?

Algunos obtienen comodidad de la idea, mientras enfrentan el juicio final en las manos de uno que nos conoce de tal manera que cuando nuestros casos sean considerados, que Jesús estará allí intercediendo con el Padre en nuestro lugar. ¿Quiere decir eso que debido a que Jesús está rogándole al Padre, que nosotros tenemos más posibilidades de ser tratados misericordiosamente? ¡Piensen en lo que eso implica acerca del Padre! ¿Es el Padre menos amante y menos perdonador que el Hijo? ¿Quién es el que dice que Él es exigente, no perdonador y severo? ¿Vamos nosotros, al expresar nuestras doctrinas, a parecer como que apoyamos las acusaciones de Satanás en contra de nuestro Dios? Recuerden las palabras de Jesús en Juan 16:26, el siguiente texto en nuestra lista.

“No será necesario que yo ruegue al Padre por ustedes”. O como lo leímos en una de nuestras hojas de referencias bíblicas pasadas, la traducción de la Biblia Al Día: “No será necesario que yo ruegue al Padre por ustedes”. ¿Y por qué no?, “Ya que el Padre mismo os ama” (BAD).

El Hijo no nos ama más que el Padre, ni nos comprende más que el Padre, ni es más compasivo que el Padre. Si hemos visto al Hijo, hemos visto al Padre.

De acuerdo a Romanos 8 los tres miembros de la Deidad están de nuestro lado, el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo. ¿Quién es el que está en contra de nosotros? ¿En contra de las acusaciones de quién es que necesitamos ser defendidos? ¿Se dan cuenta? Ya sea que seamos juzgados por el Padre, el Hijo o el Espíritu Santo, no tenemos necesidad de tener miedo de Dios. Ahora bien, más allá de esto, comprender cómo es que el juicio se desarrolla y qué es lo que determina si somos salvos o nos perdemos, nos da aún una mayor evidencia del por qué no necesitamos temer.

La Biblia deja bien claro que no hay nada de arbitrario al respecto del juicio. No existe una norma arbitraria por la cual somos medidos. No se hacen decisiones arbitrarias. Veamos Juan 3:19.

“Y este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz” (LBLA).

¿Se dan cuenta? Si hemos despreciado la verdad, no hemos sido ganados hacia la verdad y a la disposición a escuchar. Por lo tanto, Dios no nos ha podido ayudar, ni sanar. No hay corazones nuevos ni espíritus rectos. No somos el tipo de personas que no ponen en riesgo la eternidad si entramos en ella. Y no hay nada de arbitrario en eso. Veamos Juan 12:47,48.

“Si alguno escucha mis palabras,” esta verdad y luz que traje, “pero no las obedece, no seré yo quien lo juzgue” ¿Yo creía que todo el juicio se le había otorgado a Él? Bueno, Él dice que: “en verdad no soy yo el que los juzga”. Sino que es de esta manera: “El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue. La palabra que yo he proclamado lo condenará en el día final” (BAD).

¿Se dan cuenta? Somos juzgados por la verdad. Se trata del simple diagnóstico de nuestra enfermedad. Es una consecuencia. Es un resultado. No hay nada de arbitrario en todo esto. Y así lo que Dios hace a aquellos que han despreciado la verdad, y que por eso Dios no ha podido sanarlos, no es arbitrario. Porque ¿qué es lo que Dios hace a aquellos que rechazan esa inestimable verdad? ¿Qué más puede Él hacer en un universo libre, sino tristemente dejarnos ir, abandonarnos? Así como leíamos la semana pasada, y podemos ver de nuevo en Romanos 1:25,28.

“En lugar de la verdad de Dios, han buscado la mentira,…Por eso, Dios los ha abandonado a pasiones vergonzosas” (DHH).

Con mucha tristeza Dios los entregó a aquello que ellos escogieron de todas maneras. Aun en el fin, Dios simplemente reconoce, diagnostica y anuncia los resultados.

En aquellas impresionantes palabras de Apocalipsis 22:11. Mientras ve a su pueblo en el fin; algunos se han regocijado en la verdad y algunos la han despreciado, y Él dice:

“Deja que el malo siga haciendo el mal y que el vil siga envileciéndose; deja que el justo siga practicando la justicia y que el santo siga santificándose” (NVI).

Solo continúe haciendo lo que hace. Siga siendo quien usted es. ¿Se dan cuenta? no hay nada de arbitrario. No hay necesidad de tenerle miedo a Dios en esto. Hemos hecho nuestra decisión y cosechamos los resultados, sean estos buenos o malos. Pero, ¿no nos advierte la Biblia también de que el pecador experimentará la ira de Dios y que será quemado por la eternidad? ¿Qué tal Apocalipsis 14:10?

“Él también beberá del vino de la ira de Dios…y será atormentado con fuego y azufre…por los siglos de los siglos ” (RV60).

Parecería como que estamos de vuelta con Nabucodonosor. ¡No!, los sesenta y cinco libros anteriores nos han preparado para entender esas impresionantes palabras. La ira de Dios, ¿recuerdan en Romanos y Oseas la vez pasada? La ira de Dios es simplemente cuando Él, en amante decepción, se da la vuelta y se aleja de aquellos que de todas maneras no le quieren, abandonándolos a las terribles e inevitables consecuencias de su propia elección rebelde. Y mientras los deja ir, Él clama: “¿Cómo podré abandonarte? ¿Cómo puedo dejarte ir?”

Y entonces las palabras: “por la eternidad”. ¿Cuánto tiempo es eternamente? Vean en Judas 7,

“Sodoma y Gomorra…fueron puestas por ejemplo sufriendo el castigo del fuego eterno” (RV60).
Ese fuego se extinguió hace miles de años. Eso lo entendimos ya.

También en Éxodo 21:6, en referencia al siervo que serviría a su amo para siempre. Eso podría significar solamente un periodo corto de tiempo, hasta el siguiente jubileo. Hasta el final de su vida, como máximo. Así entendemos el significado de esa palabra. No apoya las llamas eternas del infierno.

¿Qué hay del fuego? ¿Cuántas veces en la Biblia, la Gloria de Dios, ese brillo que rodea su divina persona, es descrita como teniendo la apariencia de fuego? Veamos Éxodo 24:17.

“Y la apariencia de la gloria de Jehová era “como” un fuego abrasador en la cumbre del monte” (RV60).
No era fuego abrasador. Tenía la apariencia de eso. Y aparece en otros lugares de las Escrituras. Esa gloria que rodea a nuestro Dios es una gloria que da vida. Adán y Eva podían vivir en ella. Lucifer también vivió allí, mientras caminaba entre las piedras de fuego. Es vigorizadora, dadora de vida. Es solo porque estamos, por nuestra propia elección, fuera de armonía con Dios que lo que debiera ser vivificador se hace destructivo. Y Dios nos sanará y no quiere perder a uno solo.

Y algún día, cada uno de nosotros se encontrará cara a cara con Dios. Ya sea que estemos salvados o perdidos, ya sea en la segunda venida o en la tercera venida. ¿Piensa usted que tendremos miedo? ¿Espera usted tener miedo? ¿Y qué si nos encontramos entre los perdidos? Levantaremos la mirada y veremos a Cristo en su forma humana. ¿Va a estar Él enojado con nosotros? O va a clamar: “¿Por qué has de morir? ¿Cómo podré abandonarte? ¿Cómo puedo dejarte ir?”

Como un médico Dios está allí presto y listo para sanar. Pero Él no puede forzarnos a sanar. Si no confiamos en Él, si no estamos dispuestos a escucharle Él no puede sanar el daño existente.

¿Qué más puede hacer Dios si llegamos al punto en que persistentemente resistimos y rechazamos sus ofertas y nos rehusamos a escuchar? Si nos hemos negado a confiar, si no le dejamos que nos ayude, ¿qué más puede Él hacer sino abandonarnos tristemente? de la misma forma en la que abandonó a su Hijo, y así moriremos. Pero, aún así no hay necesidad de tenerle miedo al mismo Dios.

¿Cuántos hay que tienen miedo de morir porque le tienen miedo a Dios? Saben que al morir se encontrarán cara a cara con un gran poder, nunca antes visto, y hasta desconocido tal vez. Quizás han escuchado vagamente de Él. Alguien impresionante de encontrarse, esa persona llamada Dios. ¿Será posible morir sin tener miedo de Dios? Veamos en Hebreos 2:15 en donde el apóstol habla de: “Ha dado libertad a todos los que por miedo a la muerte viven como esclavos durante toda la vida” (DHH).

Yo creo que el temor a la muerte es miedo de Dios, miedo del juicio. ¿Será posible conocer tan bien a Dios como para que uno pueda morir sin miedo? Veamos Juan 8:32.

“Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (RV60).

Es la verdad acerca de Dios la que hace posible morir sin miedo. Y cada paciente en nuestro hospital merece eso. Si tan solo pudiéramos llevarles la verdad y llevarles a creerla, ellos podrían morir sin miedo, sabiendo que en el siguiente momento consciente se han de levantar ante la presencia de este Dios que tanto admiramos.

Ahora bien, antes de que Jesús muriera para darnos la más clara prueba, apenas un poco antes de esa demostración oral y de la forma en la que trató a los doce Él trató de resumir la calidad ideal de relación que Dios desea tener con sus hijos. Él dijo que “Dios desea tratarnos como sus amigos”. Veamos en Juan 15:15.

“Ya no les digo siervos, porque un siervo no sabe los planes de su amo” (porque no son de su incumbencia). Este solo tiene la calcomanía en el parachoques: ‘Mi amo lo dijo, yo lo creo y punto’. Esa es la relación de un siervo. “Pero los he llamado amigos, porque les he dado a conocer todo lo que he oído de mi Padre” (NBLH).

Mi Padre y yo queremos que comprendan, que conozcan cuáles son nuestros propósitos, qué es lo que estamos tratando de lograr en el universo. Y Dios ha tenido algunos pocos amigos así a través de los años. Uno de los más notables fue Moisés. Veamos el siguiente texto en Éxodo 33:11.

“Y hablaba el Señor con Moisés cara a cara, como quien habla con un amigo” (BAD).

Y por eso nos sentimos seguros de que Dios recibirá con agrado el que tengamos conversaciones como las que estamos teniendo acerca de Él. ¡A Él le agradaría que conversáramos con Él! Y en mi imaginación, puedo verlo sentado en esta otra silla. Y sabemos que Él es el infinito, que no necesita sino hablar para crear un vasto universo en el espacio. Él es a quien los relucientes ángeles adoran con asombro. Pero mientras toma asiento aquí, el valora por sobre todo nuestra libertad. Y nos invita a que le hagamos preguntas. Y no quiere que tengamos miedo. Un Dios tal merece con seguridad nuestra más profunda reverencia y asombro y maravilla y adoración. Con seguridad que desea que le creamos cuando nos dice que: “No hay necesidad de tenerle miedo”.

PREGUNTAS Y RESPUESTAS
A. Graham Maxwell (GM) y Louis Venden (LV)

(LV): Lo que usted dijo acerca de nuestro Padre celestial sentado en esta silla que me hizo vacilar para tomar este lugar. Y pensé que mejor me sentaba a sus pies, en el suelo.

(GM): Bueno, ¿no se siente siempre vacilante los sábados de mañana, cuando de pie ante el púlpito usted habla acerca de Dios? ¿Quién es uno para atreverse? Pero Él nos invita a hacerlo. Él es el que corre el riesgo al hacer eso.

(LV): Oh, me encanta la forma en la que usted lo pone, imaginarnos a nuestro Padre celestial venir y sentarse y conversar con nosotros. Es hermoso en verdad.

(GM): Si creemos que Jesús es Dios, Él hizo eso durante todos esos años. Y si lo vimos a Él, hemos visto al Padre. ¿Creemos de veras en las implicaciones de eso? ¿O creemos que cuando lleguemos al cielo, que Él va a ser diferente? ¿No más conversaciones tranquilas a la orilla del río de la vida?

(LV): ¿Por qué? ¿Por qué nos parece tan difícil en realidad comprender eso y experimentarlo?

(GM): Bueno, he pensado en por lo menos dos razones. La primera son nuestras limitaciones naturales, parece casi increíble. La otra es que hay un adversario que está determinado y nosotros no reconocemos eso.

(LV): Que quiere que tengamos una imagen diferente.

(GM): Absolutamente, esa es toda su campaña, y él ha ganado a tantos creyentes, no es justo. Su evangelismo o buenas nuevas, que en realidad son malas nuevas, ha sido muy exitoso.

(LV): Hasta aquí él ha sido muy exitoso. Pero hasta la reunión de la semana pasada, Graham (cuando tuvo la presentación de ¿por qué tenía que morir Jesús?), hemos recibido muchas buenas preguntas. Y creo que lo más apropiado, debido a que estas personas sienten que lo que se cubrió la semana pasada fue quizás lo más importante de todo lo que se ha presentado hasta aquí. Y enlaza muy bien con el tema de esta noche. Así que pienso que es mejor, si nos concentramos en algunas de esas preguntas. Empecemos con una que tiene que ver con el asunto de la ira y el castigo. Esta pregunta dice: “¿Cree usted que el concepto de ira y castigo tiene un propósito útil, siendo que nos ayuda a recordar la importancia de permanecer en armonía con la confiabilidad, veracidad, etc. de Dios? Usted ya comentó sobre eso, pero digamos que nos puede dar un resumen sobre cuál es el propósito que esas palabras e ideas podrían tener.

(GM): Obviamente Dios las ha usado muchas, muchas veces. Le han sido muy útiles. Pero es lamentable quedarse estancado en ellas. Es cierto que cuando Israel fue irreverente y escandaloso, Dios tuvo que meter un poco de temor en sus corazones, en el sentido de terror, y entonces mezclado con el terror hubo una medida de reverencia y respeto. Pero nos damos cuenta que cuando nuestra reverencia está basada solamente en el temor, en el momento en el que cesan los truenos la reverencia se evapora. Y Jesús lo demostró de verdad, cuando se sentó en el Monte de las Olivas. No hubo truenos, ni rayos, ni temblores y lloró en silencio sobre Jerusalén. ¡Lo despreciaron! De todas maneras me encanta, que los niños nunca tuvieron miedo de Él. Se sentaban en su regazo, y una de las descripciones dice que: “se acercaban a besar su pensativo rostro”.

(LV): ¿Es la ira y el castigo y todo eso, es eso de lo que usted hablaba cuando se refería a las medidas de emergencia?

(GM): Esas son medidas de emergencia.

(LV): ¿O esa descripción suya, parado sobre el escritorio, arrojándonos tizas y borradores para tratar de obtener nuestra atención?

(GM): Esa sería una medida de emergencia, no la forma regular en que se hacen las cosas. Así es.

(LV): Muy bien.

(GM): Si lo comprendo bien, quiero decir que no habrá truenos, y rayos y temblores para obtener nuestra atención por el resto de la eternidad cuando la emergencia ya haya terminado. Vamos a tener una tarde completa para hablar de las medidas de emergencia.

(LV): Muy bien, en una próxima reunión. La misma persona que hizo la pregunta anterior también preguntaba: “¿Se siente usted cómodo leyendo repetidamente pasajes tales como Apocalipsis 14:10?

(GM): ¿El mensaje del tercer ángel? Es significativo el que ese gran último mensaje del ángel es sobre la destrucción de los impíos.

(LV): Y contiene un lenguaje bien fuerte.

(GM): Un lenguaje bien fuerte. Me parece que es el último mensaje de advertencia e invitación de parte de Dios antes del fin. Y las cosas han llegado a un punto tan desesperado que Él tiene que subir la voz así de alto. Es como un padre que camina con su hijo por las montañas, y el hijo se va acercando cada vez más al precipicio. Al principio el padre le dice: “Hijo, detente allí mismo donde estás”. Pero el hijo no lo escucha, y el padre sube la voz, pero el viento sopla en su contra. Así que finalmente el padre grita a todo pulmón: “¡Hijo, detente allí!” y por la vereda viene detrás de Él un grupo y empiezan a comentar entre sí: “Escuchen a ese Padre insensible, gritándole a su pequeño hijo”. Pero más adelante, al acercarse se dan cuenta de la verdad y dicen: “Por favor perdónenos, no habíamos entendido”. Yo creo que muchos de nosotros le debemos una disculpa a Dios. Qué bueno que haya subido su voz. Lo necesitábamos.

(LV): Apocalipsis 14 nos habla de cuán peligroso es el precipicio.

(GM): Y de la manera más fuerte de toda la Biblia. Pero me gusta el hecho de que quien escribió eso, es el mismo que escribió: “En el amor no hay temor, porque el amor hecha fuera el temor”. Ese fue el discípulo amado. Él sabía lo que estaba diciendo. Así es que podemos comprender al Dios de amor y aun comprender la necesidad del terremoto, del viento y del fuego.

(LV): Graham, usted hablaba sobre el infierno, y alguien hizo esta pregunta: “Puesto que la mayoría de cristianos creen en alguna forma de infierno, ya sea de una manera o de otra, ¿de dónde surgió la idea del infierno? Parece ser algo bien prevalente en toda la cristiandad”.

(GM): Uno de los primeros documentos cristianos que describen el infierno es el Apocalipsis de San Pedro, uno de los libros apócrifos del nuevo testamento cristiano. Y yo no creo que tengamos una sola copia del libro aquí esta noche. Es una descripción bien detallada. Antecede al Infierno de Dante por varios siglos. Y allí dice exactamente lo que le pasará a uno. Por ejemplo, si su pecado predominante es la mentira, usted podría ser colgado de la lengua sobre las calientes flamas. Si por acaso, es algún otro órgano de su cuerpo el instrumento de pecado, la tortura podría similar. Todo está bien detallado allí. Pero yo pienso que el origen real de esto es creer en la mentira que Satanás le dijo a Eva en el Jardín del Edén, de que somos inmortales. Porque si somos inmortales y no todos van a ser salvos, entonces algunos van a quedar inmortalmente perdidos. Lo que quiere decir que tendrán que ir a parar a algún lado. Entonces, o nos vamos al cielo a disfrutar de la dicha del paraíso, o vamos a algún carente lugar que para algunos es un lugar de llamas sulfurosas. Puesto que de todas maneras el alma es inmortal, Dios no tiene alternativa. Yo creo que al combinar la inmortalidad del alma, misma que el diablo enseñó en el Jardín del Edén, con su caricatura de Dios, mostrándolo como un Dios destructor, es la que ha producido la doctrina del infierno. Y yo creo que nada ha hecho que más gente le dé la espalda a Dios que la doctrina del tormento eterno en el infierno.

(LV): Así que este es otro ejemplo del éxito de Satanás, al entregarnos una falsa descripción de Dios y al crear miedo.

(GM): Sí. Volviendo un poco, noten: “El día que de él comieres, morirás”. Satanás torció eso.

(LV): La semana pasada esta persona preguntaba: “¿Podría haberse traducido la palabra «ira» de una manera diferente, como en los mensajes de los tres ángeles? ¿Podría haberse usado una mejor palabra, en vez de «ira»?”

(GM): Hmm, esa es una pregunta interesante. Aquí hay una limitación con el lenguaje humano. La palabra es “orge”, que simplemente quería decir ira, incluso furia. Dios está limitado a nuestro lenguaje humano, con todos los riesgos correspondientes. Y entonces tenemos que tomar el contexto completo para poder entender. La pregunta que más me llama la atención es: “¿Por qué tenía que usar Dios esa palabra, si no quería que lo malentendiéramos como furioso? A mí me parece que Él dejó la impresión de que está furioso con nosotros, y yo tendría que comparar eso con la conversación de un padre y su pequeña hija. Digamos que usted ha probado todo debajo del sol para persuadirla a que deje de comer galletas a las tres de la tarde, y nada ha funcionado. Pero finalmente usted pone a su pequeña hija frente a usted, y usted sabe cómo es que pasa con las pequeñitas, porque los dos tenemos hijas, y cómo se ven de lindas e inocentes, aun en el medio de la iniquidad. ¡Es verdad! Y usted le dice: “Mira, si haces eso una vez más, tu papi se va a poner muy, pero muy “cabreado” contigo. Ahora bien, no sonría mientras le dice eso, porque ella no sabe lo que significa estar “cabreado”. Ella no puede buscarlo en el diccionario. Pero ella sabe lo que significa “cabreado” por la expresión en su rostro y el tono de su voz”. Y usted se siente como un abusador. Y aquí tiene usted a la pequeñita, con sus trencitas, y usted diciéndole: “tu papi se va a poner muy, pero muy “cabreado” contigo. Y un poco más tarde, creyendo que logró impresionarla lo suficiente, usted la encuentra caminando de puntillas y estirándose para tomar otra galleta. Y se ven tan graciosa, que usted quisiera tener una cámara. Pero usted de pronto se da cuenta de que, ¡no!, este el momento para una disciplina firme. Y usted coloca a la indefensa niñita frente a usted. Ella pone sus manos atrás y asume la posición que las niñitas ya saben, y usted como un tremendo bruto le dice: “Tu papi te dijo que si hacías eso una vez más, él se pondría muy, pero muy “cabreado”. Usted tiene que parecer “cabreado”, tiene que sonar “cabreado”, ni se le ocurra voltear a mirar a su esposa, o se puede derretir. Y usted tiene que terminar con todo el asunto.
Yo pienso que es un asunto de comunicación. Y Dios ha tenido que lidiar con sus hijos. Nosotros somos sus inmaduros hijos.
Y hasta tiene que decir: “Si haces eso una vez más me pondré furioso contigo, y espero no tener que decir esto una vez más”. Así es que yo pienso que nuestra experiencia humana nos ayuda a comprender las Escrituras. Los padres, los maestros y los niños, creo yo, se encuentran en la mejor posición de simpatizar con lo que leen en la Biblia, eso es lo que yo creo.

(LV): Usted me recuerda a un amigo que le preguntaba a su pequeña hija, mientras se quitaba el cinturón: “¿Ya sabes qué es lo que va a pasar ahora verdad? Y ella sonriéndose le dijo: “Se te van a caer los pantalones”.

(GM): Pero de esa manera es que se desarrollan moralmente.

(LV): Le fue muy mal, porque tuvo que salirse del cuarto, estaba tratando de hacer lo que usted nos sugería. Estaba intentando que se le quedara el mensaje.

(GM): Disciplina también.

(LV): En la hoja de referencias bíblicas usted usa la palabra “reverencia” como sinónimo de temor. ¿Por qué es que las diferentes versiones no usan esa palabra de manera consistente? Me parece que eso podría ayudar.

(GM): Bueno, eso sería un asunto de interpretación, y eso tiene que ver con la filosofía completa de la traducción. ¿Debería una versión traducir el original literalmente? Ninguna lo hace así. Serían casi ilegibles. Pero la pregunta es entonces ¿cuánto deberíamos de interpretar? Y siempre se titubea en eso. Cuando un hombre como el Dr. Taylor hace un trabajo de paráfrasis sincera, se mete en problemas por hacerlo, porque ha interpretado demasiado. Y él admite que lo hace. Lo hizo de manera deliberada. Pero siempre habrá tensión entre representar con precisión el original y la interpretación y el hacerlo con claridad. De tal manera la versión Reina Valera 60, que es una versión conservadora, dice “temor” y deja a discreción del lector determinar dependiendo del contexto si es terror o reverencia. Por eso es que prefiero tener más de una versión.

(LV): Es bien interesante aquel pasaje en donde la palabra es usada de las dos maneras en el libro del Éxodo.
Jesús es el amor personificado. En Lucas 11:37-52, Él fue invitado a cenar en la casa de un fariseo y fue, parecía que se sentía en casa y los amó a todos. Pero, ¿tenía todavía amor, cuando dice los ayes en contra de los fariseos y de los doctores de la ley?

(GM): Ah, yo quisiera que tuviéramos una grabación o un video. Para ver la mirada, el sonido de su voz. Estoy seguro que había lágrimas en su voz cuando les dice eso, porque se está dirigiendo a sus propios hijos. Y está bien claro en las Escrituras que Dios no quiere que nadie se pierda. Pero debido a su conducta, tan mala y tan inaceptable que Él fue honesto con ellos, como un buen médico. Usted quisiera que su médico le dijera la verdad y que hiciera todo lo que fuera necesario. Así que Él les dijo la pura verdad por su propio bien. Es el mismo que un poco más tarde dio su vida por ellos. Por lo tanto hay tiempo para denunciar, pero es mejor que se haga con lágrimas en la voz.

(LV): ¿Qué tal si Jesús viniera aquí y caminara hacia esta esquina? ¿Tendría usted miedo?

(GM): Muchas veces me lo he imaginado. Pienso que la presión se me subiría y el pulso se aceleraría, y espero que mi sistema sanguíneo lo soportara. Pero me repetiría a mí mismo: “No hay necesidad de tener miedo”. Pero, que una persona tan impresionante viniera, uno tiene que reaccionar, ¿no es cierto?

(LV): Recuerdo hace años atrás que usted nos hacía esa preguntaba durante un servicio en la iglesia de Mountain View. Nunca pude olvidar la pregunta, y la idea de imaginarme a Jesús entrando, y ¿qué haría uno? ¿Cuál sería la forma apropiada de reaccionar ante Él?

(GM): Bueno, me encanta lo que dice Juan en Apocalipsis, que “cayó a sus pies, creyéndose muerto”.

(LV): ¿Piensa usted que tenía miedo?

(GM): Inmediatamente Jesús le dice: “Levántate, no tengas miedo”. Y vez tras vez en la Biblia, en donde Ezequiel y otros han caído a sus pies, y Él les dice: “Levántate, no tengas miedo”.

(LV): En realidad Él no nos quiere allí abajo…

(GM): Él no nos quiere allí abajo, y no nos quiere asustados. Él dice: “Levántate y háblame como a un hombre”.

(LV): Ahora bien, Graham, ¿Y qué si el Padre, Dios el Padre fuera el que entra aquí? ¿Se sentiría usted de manera diferente?

(GM): Ese sería un hermoso caso de prueba. Si me asustara más con el Padre que con el Hijo, entonces no viviría a la altura de lo que he estado diciendo esta noche. Yo me repetiría a mí mismo: “Si me han visto a mí, han visto al Padre”. “Dios es tan amante como el Hijo”.

Yo espero que cuando ese día llegue que mi convicción sea de lo más profunda, de que no hay necesidad de tener más miedo del Padre que del Hijo. Me encanta la imagen de llegar al paraíso y encontrarme primero con el Señor, con el Hijo. Y que dice: “¿Te gustaría encontrarte con el Padre?” ¿Qué le contestaría? “Bueno, si tu vas conmigo estoy dispuesto a ir”. Y Él contesta: “Bueno, pero puedes ir solo”. ¡No!, yo pienso que Jesús diría: “¿Todavía tienes miedo?” “Bueno, me avergüenza decir que si”. “Entonces yo voy contigo”. Y entonces nos dirigimos con el Hijo a ver al Padre y vemos que el rostro del Padre es tan amable como el del Hijo.

¿Se dan cuenta? Algunos amigos han fallecido como amigos del Hijo, pero todavía un poco temerosos del Padre. Pero no hay riesgo en salvarlos, están dispuestos a escuchar. Yo pienso que van a haber muchas sorpresas felices en el más allá, cuando la gente descubra que el Padre es tan gentil como el Hijo. Así que vamos a ver y a escuchar muchas felices sorpresas.

(LV): Y en el corazón mismo de esto están la buenas nuevas del mensaje de esta noche. No hay necesidad de tener miedo de Dios. Yo esperaba que alguien hiciera esa pregunta y me agrada que lo hicieran porque pueden estar hablando por muchos de nosotros: “Dr. Maxwell, usted sabe,” escribe en su pregunta alguien aquí, “que usted ha sido etiquetado como un partidario de la «Influencia Moral». No sé si dicen eso de usted como un cumplido o como crítica. ¿Podría usted, por favor, decirnos la diferencia entre la Influencia Moral y la Gran visión moral?

(GM): Bien, no terminó de la manera en que lo habría esperado. La pregunta se hizo con mucho tacto. ¿Cuál es la diferencia entre la Teoría de la Influencia Moral, como se le llama, y la Gran Visión Moral? Bueno, depende mucho de qué se quiere decir con Teoría de la Influencia Moral, y yo le he preguntado a la gente en el transcurso de los años, y nunca recibo la misma respuesta. Cómo me gustaría que quien hizo la pregunta pueda venir conmigo al final y hacer más preguntas.

(LV): Bueno, les vamos a invitar y a animarles a venir.

(GM): Pero mientras tanto, algo puede ser dicho: La forma clásica de ver a la Teoría de la Influencia Moral se remonta a un hombre llamado Abelardo, en el siglo XI, quien enseñó el punto de vista de que Cristo vino como humano y vivió y murió pero no para hacer posible que Dios nos perdonara, porque ese nunca fue un problema para Dios, sino para demostrar su amor y así ganarnos otra vez. El énfasis era en el amor. Ahora bien, hay quienes sienten que esta visión del gran conflicto que nosotros representamos es para enfatizar el amor de Dios. Pero es mucho más que eso. Incluye aún mucho más que eso. Y por lo tanto yo sugiero que llamar a esta amplia visión del gran conflicto, la Teoría de la Influencia Moral, es ultimadamente erróneo e inadecuado. Porque en esta amplia visión del gran conflicto, nosotros reconocemos la problemática ante el universo, las dudas acerca de Dios. ¿Es cierto que el pecado resulta en muerte? Pero, ¿es acaso tortura y ejecución en las manos de nuestro misericordioso Dios? Y ¿Por qué es que Dios no quiere que tengamos miedo? ¿Es cierto que la obediencia que surge del temor produce el carácter de un rebelde?

Esos otros teólogos nunca, nunca tuvieron nada que ver con esa problemática. La visión del gran conflicto es mucho más grande que ninguna otra. Y yo he notado que aquellos que algunas veces caricaturizan quizás nuestra comprensión del plan de salvación como la Teoría de la Influencia Moral, sin excepción hasta este momento, no reconocen el gran conflicto acerca del carácter y el gobierno de Dios.

Y más que eso, ellos entienden que lo que salió mal en el universo es un problema legal. Que lo que salió mal es que estamos en problemas legales con nuestro Dios y que Él está legalmente obligado a destruirnos en su justificada justicia y que Jesús murió para hacer legalmente posible que Dios nos perdonara. Y nosotros ya discutimos con anterioridad qué fue lo que salió mal en el universo. Yo creo que lo que salió mal fue una brecha en la confianza y la credibilidad, y Cristo tuvo que venir para contestar todos esos cuestionamientos, no con palabras sino con una dolorosa y costosísima demostración, para que la confianza y el ser digno de confianza pudiera restaurarse. Esta visión mucho más amplia, legítimamente, en justicia no debiera ser llamada la Teoría de la Influencia Moral.

Hay otro aspecto en todo esto que es muy significativo. ¿Es el pecado solamente un problema legal o afecta el pecado moralmente? ¿Necesita usted ser perdonado o tener un nuevo corazón y un espíritu recto? Así que en ese sentido, hay un aspecto moral en la visión del gran conflicto.

(LV): Le escuché decir que incluye eso, pero que abarca mucho más.

(GM): Abarca mucho, mucho más.

(LV): Ese no es un término muy útil.

(GM): No es un término muy útil. Por eso prefiero llamarla la visión amplia, o el amplio escenario.

(LV): He escuchado la expresión: “La teoría demostrativa, o la visión demostrativa de la expiación”. ¿Cómo se siente usted con esa etiqueta?

(GM): Bueno, a mí me preocupa cualquier etiqueta. Por eso es que hemos usado “la visión amplia” bastante en esta serie aquí. A mi me gusta buscar sinónimos todo el tiempo. Las cosas se clasifican muy rápido y con mucha facilidad. Pero hay verdad en eso. Ustedes saben que cuando una persona ha sido acusada de indigna de confianza, el negarlo no le va a servir de nada. Solamente demostrando que se es digno de confianza, es que la confianza puede ser restaurada. El hecho de que la demostración implica evidencia es lo que me gusta.

(LV): Usted se siente bien con eso.

(GM): Así es, pero me desagradaría llamarla solamente “la visión demostrativa” porque me parece que algunos amigos que usan ese término también tienen una limitada comprensión de todo lo que está en juego en el gran conflicto. ¿Cómo deberíamos llamarla? Bueno, ¿qué tal “el verdadero punto de vista”?

(LV): El verdadero punto de vista, muy bien. Vamos a tener que apurarnos con esas preguntas porque queremos tratar de cubrir un buen número de ellas. “Usted mencionó que Jesús murió como resultado del pecado, ¿no murió Él también por la paga del pecado? Si Jesús murió la segunda muerte, la paga, ¿cómo es que pudo ser levantado de la segunda muerte de la cual no hay resurrección?”

(GM): Ah, aquí hemos representado, si se dan cuenta, dos formas de comprender qué fue lo que salió mal. ¿Estamos en problemas legales o en problemas de verdad? Los resultados sugieren que estamos en problemas de verdad. Eso hace que necesitemos sanidad, más que solamente un ajuste de nuestra condición legal. Pero podemos usar “la paga” de ambas maneras y “resultado” de ambas maneras también. Pero yo pienso que eso es lo que está detrás de ello. Por lo tanto es necesario que vayamos de vuelta, y usted lo mencionaba también muchas veces, hacia lo que entendemos de qué fue lo que salió mal en el universo de Dios. Nuestra comprensión de lo que salió mal es lo que nos ayuda a comprender qué es lo que se necesita para enderezarlo y mantenerlo derecho.

Ahora bien, para que Jesús muriera la segunda muerte, legalmente, si la segunda muerte quiere decir que usted nunca resucita y Él murió para pagar la culpa legal, Él debería estar allí todavía. Pero Él se levantó el domingo. De hecho, Él podía irse directito al cielo desde el viernes en la tarde y preguntar allá: “¿Fue suficiente? ¿Contesté todas sus preguntas?” Y ningún ángel le dijo: “¡Tú regresas inmediatamente allá abajo! Tienes que pagar por esto por toda la eternidad'”.

Pero ellos no estaban buscando un pago legal. Ellos estaban buscando respuestas y las vieron inmediatamente, las escucharon y quedaron satisfechos.

(LV): Esta persona hace una pregunta que amarra con el tema: “¿Qué muerte murió Jesús por nosotros, la primera o la segunda?

(GM): Sí. La primera muerte es la muerte de la que hay una resurrección, y miles han sido crucificados. Si Él hubiera sido crucificado solamente, hubiera muerto la primera muerte.

(LV): Pero Él murió la segunda muerte.

(GM): Él murió la terrible muerte de haber sido abandonado, que es igual que la ira de Dios derramada sobre Él. Dios abandonándolo de la misma manera en la que abandonará a los rebeldes al final, fue hecho pecado aunque no conoció pecado. Él pasó por toda esa experiencia. Pero todo lo que estaba haciendo era responder a la pregunta: “¿Resulta en muerte el pecado?” Sí. ¿Es una tortura en las manos de Dios? No, no es eso. ¿Quién lo torturó? Aquellos que servían a Dios por miedo lo hicieron, para contestar la tercera pregunta. Y una vez que las preguntas fueron respondidas, ¿para qué quedarse en la tumba? Él se quedó en la tumba el Sábado para agregar aún más significado al Séptimo día, pero ni siquiera esperó que el sol saliera el domingo de mañana. Él iba rumbo al cielo para escuchar al universo decirle que habían comprendido.

(LV): El problema en realidad solamente aparece cuando la persona se queda con el modelo legal.

(GM): Así es.

(LV): Y entonces usted dice que: “No podía ser la segunda muerte porque Él no podía regresar de la tumba”.

(GM): Exactamente. Así es.

(LV): Muy bien. Pienso que lo ha aclarado todo. Esta persona también pregunta: “¿Cómo es que Dios perdona los pecados, y que está involucrado al recibirse la remisión de nuestros pecados?”

(GM): Bien, remisión quiere decir perdón y no solo suprimir algo por algún tiempo, como en el término médico. ¿Qué es lo que involucra el perdón de Dios? Yo creo que Dios es la personificación del perdón. Y usted y su hermano Morrie, cuando cuentan la historia del hijo pródigo lo dejan bien claro. Lo hacen muy bien. ¿Qué tuvo que hacerse para que el padre recibiera a su hijo sucio, enfermo y desnutrido así como estaba? Todo lo que el muchacho tuvo que hacer fue volver a casa y encontrar que su padre lo había perdonado hacía mucho tiempo atrás. De hecho, es cuando se da cuenta que su padre lo ha perdonado que se arrepiente. No es que “me arrepiento y entonces soy perdonado”. Cuando descubro cuán perdonador es Él, es lo que me guía al arrepentimiento.

(LV): Otra pregunta relacionada con la semana pasada: “¿Está usted sugiriendo que Dios tiene ángeles que en contra de la ley matan, tal como el ángel de la muerte? ¿Tiene Dios un escuadrón de la muerte?

(GM): Se representa al ángel como tomando las vidas. . .

(LV): Vamos a necesitar una respuesta de treinta segundos para esa pregunta.

(GM): Bien, son las palabras de nuevo: “No matarás”. Ya sea en el hebreo o en el griego es “asesinar”. “No asesinarás”. Por eso es que Jesús pudo decir: “Si uno odia a su hermano, ha roto el mandamiento. Aquel que odia a su hermano es homicida”. No hay un mandamiento que diga: “No matarás”. Pero sí hay un mandamiento que dice: “No cometerás asesinato”. Y en esas muertes, los ángeles de Dios tuvieron que poner a dormir a muchos hijos de Dios y se levantarán en el día de la resurrección.

(LV): Pero no hay rompimiento de la ley de Dios…

(GM): No hay rompimiento de la ley. Y al final cuando los impíos mueran, no será una violación del mandamiento de Dios, “no matarás” cuando los impíos mueran.

(LV): Graham vamos a tener que dejar una de estas para la noche final. “Por el beneficio de restaurarnos a la imagen de Dios ¿era necesaria la muerte? ¿No podía perdonarnos Dios sin que Jesús tuviera que morir?”

(GM): Seguro que podía perdonarnos, de hecho lo hizo. Pero las dudas andaban rondando. Y esas preguntas eran tan potencialmente destructivas que hasta que fueran contestadas, las semillas de la desconfianza y el pecado y la rebelión estarían en todo el universo. Porque yo creo que aun si Lucifer se hubiera arrepentido y hubiera vuelto, Jesús hubiera tenido que responder a la pregunta. Una vez que las preguntas se han hecho, usted puede contar con que Dios las puede contestar, no importando el costo. Y Dios lo hizo.

(LV): A la luz de lo que salió mal.

(GM): Así es.

(LV): Él solamente tiene que continuar avanzando.

(GM): Así es. Y esa forma particular le costó la vida.

(LV): “Hay mucho significado en por qué debemos guardar el Sábado, pero es lo específico del día lo que parece arbitrario”, escribe esta persona, “¿por qué nosotros guardamos el séptimo día cuando el resto del mundo, muchos de ellos guardan el primero? ¿Por qué no podemos guardar ese día de la misma manera? ¿Cuál es la diferencia? ¿Qué hay de esa arbitrariedad?”

(GM): Bien, ese el tema de la semana próxima. El recordatorio de la evidencia es el significado del sábado, y la razón para traer el tema del sábado tan pronto es que nada ha sido más malinterpretado como arbitrario que el guardar el sábado. Así que traigámoslo como un caso de examen. Yo creo que el sábado es el remedio para ese malentendido. Es lo que nos recuerda de toda la evidencia de que Dios no es arbitrario.

(LV): Muy bien , esperamos verles el próximo viernes.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *