NÚMERO CUATRO – LA FORMA EN LA QUE DIOS RESTAURA LA CONFIANZA

Bienvenidos a la cuarta de nuestra serie de conversaciones acerca de Dios, otra visión de nuestro Padre celestial en el amplio escenario del gran conflicto universal sobre su carácter y gobierno. Continuando con nuestra conversación exactamente donde la dejamos la vez pasada, para que una vez más haya paz en el universo de Dios, todo lo que Él nos pide es confianza. Y habrá paz nuevamente, así como había paz antes de que la guerra empezara arriba en el cielo, según se describe en Apocalipsis 12. Va a haber paz otra vez porque todos los miembros de la vasta familia de Dios confiarán el uno en el otro, y todos ellos confiarán en su Padre Celestial y Él podrá confiar en ellos sin que se corran riesgos. Y como ya lo hemos dicho, en cualquier lugar en donde existe una confianza tal y tal confianza mutua, allí hay paz perfecta, libertad perfecta y seguridad perfecta.

Pero nuestro Padre Celestial ha sido acusado de no ser digno de la fe y la confianza de sus hijos. Hasta fue acusado de ser un mentiroso, de ser arbitrario, exigente, vengativo, no perdonador y severo. En su previsor plan podría parecernos increíble que el Infinito permitiera eso. Pero en su previsor plan, el Infinito permitió que las acusaciones se esparcieran por todo el universo, y hasta en nuestro planeta. Hasta el punto de guerra, abierta rebelión y sublevación. ¿Cómo creen ustedes que restaurará Dios al fin la confianza en su universo, en su familia?

O quizás, la pregunta sería: ¿cómo ha confirmado la confianza de aquellos que permanecieron leales a Él? Porque en lo que a ellos respecta, la guerra terminó hace más de dos mil años. Tal vez mejor debiéramos preguntarnos: ¿cómo se propone Él ganar a sus desconfiados hijos de vuelta a la confianza que los ángeles leales ya tienen? ¿Habrá satisfecho ya las acusaciones y los cargos que se le imputan? Y ¿nos parecen sus respuestas un fundamento seguro para nuestra fe? Yo quisiera que de la misma manera en que lo dije la primera vez, que Dios pudiera hacerse cargo de esta reunión, Él mismo. Imaginen a Dios sentado aquí, en su majestad, e invitándonos a que le preguntemos sobre el gran conflicto. Y que alguno de nosotros pudiera tener la compostura de empezar con las preguntas.

“Dios, ¿mentías cuando dijiste que el pecado ocasiona la muerte?” ¿Cuál creen ustedes que sería su respuesta?

–”¡Absolutamente no! Ustedes morirán exactamente como Yo dije. ¿Alguna otra pregunta?”
–”Muy bien Dios, así como Abraham, yo no quiero sonar irreverente, pero, ¿eres tan siquiera un poquito arbitrario?”
– “No.”
–”¿Exigente?”
–”¡Claro que no!”
–”¿Vengativo?”
–”No.”
–”¿No perdonador?”
–”¡No!”
–”¿Severo?”
– “¡Claro que no!” “¡¿Cómo se atreven a hacer tales preguntas?!”

Y en ese momento, el piso empezara a temblar debajo de nuestros pies y hubiera rayos y truenos y fuego y una gran nube. Y Dios dijera: –”¿Alguna otra pregunta?”

Cómo me agrada saber de la conversación que Abraham tuvo con Él cuando le dijo: “Dios, el Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?” Y Dios dice: “¡Tu sí que eres mi amigo!” De otra manera yo no sabría como entender esa conversación. Pero supongamos que Dios hubiera hecho lo que yo estaba imaginando. ¿Quedaría usted satisfecho? Si usted estuviera aterrado, ¡usted podría decirle que lo está! ¡Quizás eso ayudaría! Pero, al caminar de vuelta a casa esta noche, ¿se sentiría usted satisfecho? ¿Puede establecerse la confianza mediante la demostración de poder? Satanás lo intenta. Tiene que hacerlo. Porque la verdad no está de su lado. Y en ausencia de pruebas él tiene que usar otros métodos. A él le encanta enviar fuego del cielo, como dice la Biblia, y los milagros de todos tipos y otras formas de seducirnos e intimidarnos, y de guiarnos erróneamente y de engañarnos.

Pero, puesto que la verdad está con nuestro Padre celestial. Él nunca tiene que rebajarse a usar tales métodos. Esa es una razón, yo creo, por la que Él no está de manera visible aquí. Porque si Él estuviera aquí, aunque fuera en la humilde forma de su Hijo cuando vino, nuestro tendencia sería la de decir: “Dios, si Tú lo dices, lo creemos, y punto,” reconociendo quién es Él. Y así Jesús gentilmente dijo, después de tres años y medio: “les conviene que me vaya”. Especialmente porque ellos ya aceptaban que Él era Dios. Los discípulos dejarían de pensar bien las cosas. Simplemente correrían hacia Él para hacerle preguntas; aceptarían sus respuestas bajo la autoridad de quién era Él. Parece que es lo correcto.

Pero en el gran conflicto, Dios no nos pide eso. Así el gentil Jesús dice: les conviene que me vaya y les enviaré el Espíritu Santo, quien vendrá como una voz tranquila y apacible. Vendrá para ser un Maestro y un Guía que les conducirá a la verdad. No podrán verlo. No los intimidará. Porque solamente trabaja con pruebas. Pero específicamente Él les ayudará a comprender la Biblia”. Porque Dios sí nos habla. Él sí que contesta nuestras preguntas. Pero lo hace a través de lo que llamamos su Palabra. Hablamos con Dios y Él nos contesta cuando estudiamos las escrituras. Por eso es que yo creo que el estudio verdaderamente dedicado de las Escrituras en una forma de oración. Eso es conversar con Dios como con un amigo. Ahora bien, algunas personas oran bastante, pero nunca escuchan a Dios que les contesta porque nunca pasan suficiente tiempo leyendo la Biblia.

Pero si uno lee la Biblia y entonces le responde a Dios, allí hay una conversación, mientras uno piensa, y le dice a Dios: “eso que acabo de leer es maravilloso”. Eso es conversar con Dios como con un amigo, y ese es el significado de orar.

Pero bien, cuando tomamos la Biblia, y tenemos este tipo de conversación con Dios, ¿qué encontramos allí? Con respecto a las preguntas del gran conflicto, ¿encontramos negaciones?, ¿encontramos afirmaciones? ¡No!, encontramos pruebas.

Aun cuando una persona ha sido falsamente acusada, no hay forma de establecer la verdad por el simple hecho de negar los cargos. Si negar los cargos fuera suficiente, pensemos en lo que Dios pudo haber hecho al inicio de todo. Pudo haber reunido a todos los ángeles, a todos los miles de millones y de pie delante de ellos, con toda autoridad, podría haber dicho: “entiendo que he sido acusado de todo eso. Y quiero que sepan que es absolutamente falso. Ustedes pueden confiar en mí. No soy arbitrario. Yo no les he mentido. Y espero que me crean. Y recuerden quien soy, ¡y no olviden mi poder!” Y todos los ángeles hubieran inclinado sus rostros diciendo: “estamos de acuerdo”.

Pero en tales circunstancias, ¿cómo se hace para saber si todos están realmente de acuerdo? Así que Dios no intentó eso. Aun cuando una persona ha sido falsa e injustamente acusada de no ser digna de confianza, quizás usted mismo ha sido acusado injustamente alguna vez. Únicamente probando que se es digno de confianza, durante un período largo de tiempo y en una gran variedad de circunstancias, especialmente las difíciles, es que la confianza puede ser restablecida y confirmada. Yo entiendo que los sesenta y seis libros de la Biblia son precisamente el registro de tal demostración, cada uno de los libros.

De tal manera que vamos a la Biblia y preguntamos: “¿Dios, por qué no actuaste más vigorosamente y terminaste con el conflicto?” Es lo que esperaríamos de un liderazgo digno de confianza. Y escucho la respuesta mientras viajo a través de todos los sesenta y seis libros. Si el gran conflicto fuera acerca de poder, Dios lo habría solucionado en un instante. Pero el gran conflicto no es acerca de quién es más poderoso. Incluso el Diablo está listo para conceder eso. Tal como dice el primer versículo de la hoja de referencias bíblicas. En Santiago 2:19, notemos lo que el Diablo está preparado a conceder en el gran conflicto.

“¿Tu crees?,” y hablamos de eso la vez pasada, creer, fe y confianza son todas la misma palabra en griego. ¿Tienes fe, tú crees “que Dios es uno? ¡Muy bien! También los demonios creen, y tiemblan”.

¿Se dan cuenta? ellos creen en la existencia de Dios, ellos creen que hay un solo Dios, y tienen gran fe en su poder y eso los aterroriza. Noten también el siguiente verso, Apocalipsis 12:12, en relación a que el Diablo está convencido del poder de Dios.

“Porque el Diablo ha descendido a ustedes con gran furor, sabiendo que tiene poco tiempo” (La Nueva Biblia de los Hispanos).

El Diablo es un adventista, ¿sabían? Y eso le asusta. Él sabe que Dios viene pronto y le aterroriza pensar en eso. Así que hay un tipo de fe que no es la que Dios está buscando. Pero ese es el tipo de fe que desafortunadamente, se produce por una demostración de poder. No es suficiente. Y para una impresionante demostración de cómo el poder puede ser malinterpretado, veamos la historia registrada en Génesis 9 y 11. Se recuerdan que después del diluvio:

“Dios le dijo a Noé y a sus hijos, ‘Prometo que nunca más serán destruidas con un diluvio todas las criaturas vivientes”. ¡Y qué demostración del poder de Dios fue ese diluvio! ¿Ganó a alguna persona? ¿Se convencieron todos mediante esa demostración de poder que nunca nadie más volvió desconfiar de Él? Y prosiguió diciéndole a Noé: “como señal de este pacto eterno que hago contigo y con todos los seres vivientes, pongo mi arco en las nubes”.

“Al principio la gente del mundo entero tenía un solo idioma. Y se dijeron los unos a los otros…construyamos una ciudad con una torre que llegue hasta los cielos”.

Bien, ¿creían en Dios esos habitantes de Babel? ¿Creían en su poder? ¿Creían ellos que Dios tenía el poder de ahogar a todo el mundo con un diluvio? ¿Creyeron en su promesa de que nunca los destruiría así otra vez? Así que construyeron la torre. No construyeron la torre porque no creían en Dios, sino porque creían en Él y les atemorizaba que tuviera tanto poder. Así que tal vez no necesitamos invertir mucho tiempo discutiendo acerca del poder Dios, a menos que no creamos que lo tenga. El gran conflicto no es acerca del poder, sino sobre quién está diciendo la verdad. Dios ha sido acusado de abuso de poder y de fallar en decir la verdad. Tales cargos no se pueden resolver por la fuerza. El recurrir a la fuerza solamente empeoraría el asunto, como sugiriendo, “Yo no tengo pruebas, así que ahora tengo que intimidarlos con mi poder”. Así que Dios escogió la única manera, la más extensa, dolorosa, costosa y aparentemente débil, de acuerdo a algunos, de enseñarnos, explicarnos y demostrarnos.

Finalmente, envió a su Hijo, y de la manera en la que trató a la gente y les enseñó acerca del Padre. Y la forma más terrible, particular, y única en la que murió fue la demostración más clara de la verdad acerca de Dios y de su gobierno que el universo verá o alguna vez necesitará. Tristemente, la religión frecuentemente falla en usar los métodos de Dios. Es así como frecuentemente la religión, a menudo distorsiona seriamente a nuestro Dios. La religión a través de los siglos ha recurrido, por el contrario, a las declaraciones y pronunciamientos, hasta a la persecución y a una gran cantidad de pompa y poder; los métodos que Dios no usa. ¡¿Cómo es que los mortales nos atrevemos a probarlos?!

Aun dentro de la cristiandad es tan ampliamente sugerido que Dios espera a que confiemos en Él sin pruebas, y a eso se le llama fe, porque “fe es creer sin pruebas”. Y el cristianismo ha insinuado tantas veces que una fe ciega es incluso una noble virtud. Y así la religión continúa sugiriendo que Dios, supuestamente, al usar tales métodos (al decir que espera que le tengamos fe y confianza sin pruebas, solamente en base a sus afirmaciones y autoridad), tiene ese derecho porque es perfectamente soberano. Y que por lo tanto, no debe ser considerado como arbitrario, puesto que Él puede hacer cualquier cosa que quiera. Y que ese es el método que Él escoge, esperando que confiemos en Él sin pruebas y a eso le llama fe.

¡No! Yo quisiera contradecir eso diciendo que yo creo con todo mi corazón que Dios es infinitamente poderoso. Él es el Soberano. Y Él puede administrar su universo de cualquier manera que Él desee y quiera, y lo hará, como llanamente lo dice Romanos 9. Como el alfarero, Él puede tomar una pieza de arcilla y hacer con ella lo que quiera. Pero al abrir los sesenta y seis libros y preguntarle a Dios: “¿Cómo administras tu universo? ¿Le pides a tus hijos que te crean sin darles pruebas?” Yo encuentro precisamente lo contrario. Encuentro que nos advierte de cuidarnos de simples afirmaciones. Veamos Deuteronomio 13, en la hoja de referencias bíblicas.

“Cuando se levantare en medio de ti profeta, o soñador de sueños, y te anunciare señal o prodigios, y si se cumpliere la señal o prodigio que él te anunció, diciendo: Vamos en pos de dioses ajenos, que no conociste, y sirvámosles; no darás oído a las palabras de tal profeta, ni al soñador de sueños” (RV1960).

No importa el milagro. Entonces veamos la extraordinaria historia que se cuenta en 1 de Reyes 13. Es un capítulo entero. Cómo quisiera tener el tiempo para contarla, es bien impresionante. Acerca de aquel joven profeta llamado el “hombre de Dios”, a quien Dios le dice que le dé un mensaje al rey, y que no acepte la hospitalidad sino que vuelva a casa por un camino diferente. Pero en el camino, un profeta ya entrado en años escucha lo sucedido, y le pide a sus hijos que ensillen su burro. Y como ustedes recuerdan, se subió en él y partió en busca del hombre de Dios. Cuando lo hubo alcanzado, como dice en la hoja de referencias bíblicas:

“Entonces le dijo: Ven conmigo a casa, y come pan. Y él (el hombre de Dios) le dice: -No puedo regresar contigo, ni quedarme contigo; tampoco comeré de tu pan ni beberé agua contigo en este lugar; porque me fue dicho por palabra del Señor: “No comerás pan, ni beberás agua allí, ni volverás por el camino que viniste”. Y este le dice: “Yo también soy profeta, como tú, y un ángel me habló palabra del Señor diciendo: “Llévalo de vuelta contigo a tu casa, para que coma pan y beba agua”. “Pero le mintió”.

Y ustedes recuerdan que el joven profeta le creyó al profeta viejo, y fue a su casa y comió con él. Y cuando procedía a regresar por su camino, se encontró con un león que lo mató. Si usted no conoce esta historia, tiene que leerla. Pero la historia nos advierte que las personas que aseveran que Dios habla por medio de ellas pueden estar mintiéndonos. Y es el mismo Dios el que nos da la advertencia.

Pero la más impresionante ilustración de cómo Dios busca convencernos, no con autoridad y poder, sino basado en la verdad, fue la que Jesús mismo nos dio en el camino a Emaús. Y está descrita en Lucas 24, en la hoja de referencias bíblicas. Cómo quisiera que pudiéramos leer toda la historia.

“Mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se acercó, y caminaba con ellos. Mas los ojos de ellos estaban velados, para que no le conociesen”. Ellos no sabían que Cristo estaba caminando con ellos. “Y les dijo: ¿Qué pláticas son estas que tenéis entre vosotros?” ¿Se dan cuenta?, ellos estaban conversando acerca de Dios, así como nosotros, en el camino a Emaús. Y se quedaron parados, con rostros tristes. . . “Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían”. Más tarde, cuando comía con ellos a la mesa, tomó el pan y lo bendijo, y lo partió, y les dio. “Y sus ojos fueron abiertos y entonces le reconocieron”.

¿Por qué no les reveló quién era desde el principio?, diciéndoles: “¿Tienen alguna pregunta? Ustedes saben que les daré respuestas con autoridad, y espero que las crean”. No les reveló quién era Él, sino hasta haberles conducido a una confianza inteligente basada en las incuestionables pruebas de las Escrituras. Entonces les reveló quién era. Si el Infinito hace eso, ¡¿cómo nos atrevemos nosotros a tomar atajos?!

Pero, ¿acaso no ha hecho a menudo Dios, demostraciones de poder? El Diluvio, el Monte Sinaí, el Monte Carmelo, las plagas de Egipto y podríamos hacer una larga lista. Bien, cada vez que Él lo hace, necesitamos preguntar y muy de cerca: ¿por qué? Entendemos por qué mostró su poder en Egipto. Las diez plagas de Egipto demostraron la impotencia de esos dioses egipcios. En esos días usted juzgaba la reverencia que le debía a un dios por la condición de sus adoradores. Los egipcios, en ese tiempo, estaban a cargo y los israelitas eran esclavos. Obviamente, el dios de los egipcios era más poderoso que el Dios de los israelitas. Hasta los israelitas lo había creído. Pero cada una de la plagas demostraba la impotencia, una por una, de cada deidad egipcia. Porque cómo puede usted reverenciar a una rana cuando las ha estado pisoteando todo el día y barriéndolas en apestosos montones. Y uno a uno los egipcios entendieron el mensaje. Ellos empezaron a creer que el Dios de los israelitas tenía que ser más poderoso. Y algunos de ellos se fueron con los israelitas. Y los israelitas empezaron a pensar “quizás, después de todo, Dios no es tan débil”. Pero bien, eso es muy elemental. Pero si usted no cree que Dios tiene poder, Él nos lo asegurará si nos hace falta. Eso es para Él, lo más fácil de hacer, mostrar su poder. Y el Diablo lo admite. Pedro dijo una vez en una de sus cartas, que algunos piensan que la segunda venida se retrasa porque Dios no tiene el poder de hacer lo que ha prometido. ¿Me permiten recordarles, dijo Pedro, que en el principio Él creó el universo? Y que Él ahogo a todos en el diluvio. Así que no crean que Él espera porque es débil.

Qué mal que Dios haya tenido alguna vez que recordarnos de su poder. Pero si nos hace falta, Él lo hará, y para Él eso es de lo más fácil. ¡Y es bien peligroso también! Porque cada vez que Dios usa su poder, existe el riesgo de que se le malentienda. Porque Dios ha sido acusado de abusar de su poder superior.

Así que, ¿espera Dios que confiemos en Él como si fuera un extraño muy poderoso? ¿Alguien cuyo poder nos atemoriza, porque tememos que abuse de Él? ¿Es ese el tipo de relación que Él desea? Pablo, quien escribió tanto acerca de la fe en todas sus cartas, especialmente en la de Romanos, es muy claro en que Dios no espera que confiemos en Él como si fuera un poderoso extraño. Veamos en la hoja de referencias bíblicas, en Romanos 10. Cómo deja de clara su posición allí.

“La Escritura dice:El que confíe en él”, o tiene fe, o cree en Él, “no quedará defraudado…” “Todos los que invoquen el nombre del Señor, alcanzarán la salvación. Pero ¿cómo van a invocarlo, si no han creído en él? ¿Y cómo van a creer en él, si no han oído hablar de él? ¿Y cómo van a oír, si no hay quien les anuncie el mensaje? “¡Qué hermosa es la llegada de los que traen buenas noticias!”… Así pues, la fe nace al oír el mensaje”. Ellos no tenían su propia copia en esos días, así que en ese tiempo la escuchaban, mientras que para nosotros hoy podría ser leer o aprender las buenas nuevas. Las buenas nuevas acerca de Cristo” (DHH).

Entonces, ¿en dónde encontramos las buenas nuevas si no es en el registro bíblico? Pero ¿cómo tiene que leer uno la Biblia para aprender la verdad acerca de Dios, para encontrar respuesta a nuestras preguntas y saber si Él, es digno o no de nuestra confianza? ¿Deberíamos ir por toda la Biblia coleccionando declaraciones, algunas veces conocidas como versículos clave? Y no es que haga de menos los versículos clave, ¡ojalá que yo me supiera cinco mil más! Pero los versículos clave, las declaraciones, son solo afirmaciones. Y Dios no nos pide que le creamos en base a simples afirmaciones.

Dios es amor. Dios es esto. Dios es lo otro. Esas son afirmaciones. ¿En dónde están las pruebas? Las pruebas están entre los versículos clave. Las pruebas están en las historias. Y nosotros, los adultos, hacemos algo bien extraño. Nosotros coleccionamos los versículos clave y le damos las pruebas, la evidencia, a los niños y ¡esperamos que ellos entiendan cómo es que Sansón lleno del Espíritu Santo, mató a mil hombres con la quijada de un burro! Puede que nosotros no sepamos qué es lo que eso quiere decir, pero esperamos que nuestros amados niños sean capaces de entenderlo claramente.

Los niños están dispuestos a aceptar declaraciones y afirmaciones. Mi papi dice y yo lo creo. Como adultos demandamos pruebas. Mientras los niños van creciendo, van pidiendo cada vez más pruebas. ¿Por qué entonces, le damos a los niños la evidencia y nosotros nos quedamos con las afirmaciones? Démosle las afirmaciones a los niños y nosotros los adultos retomemos las historias. Ya es hora de que nosotros leamos las historias que los niños se cuentan tantas veces entre sí después de escucharlas en la escuela de la iglesia o en la Escuela Sabática. Las historias son la demostración de la verdad acerca de Dios. Los versículos clave resumen el significado de las historias. En realidad son casi como afirmaciones. Así que para conocer mejor a Dios, para determinar si es digno de nuestra confianza (lo que es nuestro privilegio en el gran conflicto), yo creo que como adultos, tenemos que leer los sesentay seis libros y preguntarnos después de cada historia, de cada enseñanza, de cada evento, ¿qué me dicen acerca de mi Dios?

Como lo mencionaba anteriormente, he tenido el privilegio de hacer eso más de 100 veces con diferentes grupos. Cada viaje, toma un año. Un libro por semana. Y basado en la autoridad de los sesenta y seis libros, estoy preparado para decir en compañía de cualquiera, que yo creo que Dios es infinitamente poderoso. Sin lugar a dudas. Pero igualmente misericordioso, que valora más que nada la libertad, la dignidad y hasta la individualidad de sus inteligentes criaturas para que su amor, su fe, su adoración, su disposición a escuchar y a obedecer sean ofrecidas libremente. Y yo creo, que hay una multitud de pruebas que apoyan esto. Esa es una demostración.

Claro, alguien podría decir: “me parece que eso cuesta mucho, yo no tengo el tiempo. Y además, ¿no es la fe un don de Dios, de todas maneras? Prefiero ese atajo. ¿No es acaso ese el trabajo del Espíritu Santo en el corazón?

Podría irme a dormir sin confiar en Dios y terminar mi oración con un “por favor dame fe”, y despertar en la mañana confiando en Él con todo mi corazón. Eso no tiene ninguna lógica, ¿no les parece? ¡No hay atajos para la fe! Pero es verdad, la fe es un don de Dios. Veamos Gálatas 5:22 en la hoja de referencias bíblicas.

“Empero el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe” (RV 1960).
No hay ninguna duda. Pero no hay contradicción aquí, porque ¿cómo es que trabaja el Espíritu Santo? ¿Cómo es que nos conduce a que confiemos en Dios? Veamos 2 Pedro 1:20 en la hoja de referencias bíblicas.

“Ante todo, tened muy presente que ninguna profecía de la Escritura surge de la interpretación particular de nadie. Porque la profecía no ha tenido su origen en la voluntad humana, sino que los profetas hablaron de parte de Dios, impulsados”, esta es una palabra bien fuerte, “hablaron de parte de Dios, impulsados por el Espíritu Santo” (La Biblia al Día).

Veamos otra traducción, solo para mostrar como cambia allí, pero que da esencialmente el mismo significado.

“Entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de particular interpretación; porque la profecía no fue en los tiempos pasados traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados del Espíritu Santo” (RV 2000).

Y el significado de la palabra profeta es, aquel que habla por Dios. No es quien predice el futuro, sino que aquellos que hablan por Dios son los profetas. Y no podrían hacerlo si el Espíritu Santo no trabajara con ellos.

Pueden notar la explicación del propio Jesús en relación al trabajo del Espíritu Santo en Juan 14, y las otras citas en la hoja de referencias bíblicas. Él lo dijo detalladamente en el evangelio de Juan:

“Y yo intercederé ante mi Padre y les dará otro Ayudador,” o Consolador, según la versión Reina-Valera, pero es mucho más que un consolador. Puede significar también Consejero. Y esa palabra ha sido incluso traducida como Defensor en otros lugares. Eso es lo que el Espíritu Santo es. “Él estará con ustedes por siempre. Él es el Espíritu, que revela la verdad acerca de Dios… El Ayudador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, Él les enseñará todo y les recordará todo lo que les he dicho… el Ayudador vendrá, el Espíritu, que revela la verdad acerca de Dios y que viene del Padre. Yo lo enviaré del Padre y hablará de mí… cuando el Espíritu venga, quien revela la verdad acerca de Dios, Él les guiará a la verdad.”

¿Se han dado cuenta que todos ellos están involucrados en la misma tarea? Vean Juan 5:39, el siguiente texto que hace referencia al propósito de las Escrituras.

“Ustedes examinan las Escrituras porque piensan tener en ellas la vida eterna. ¡Y son ellas las que dan testimonio de mí!” (NBLH).

¿Se dan cuenta? Cristo vino a revelar la verdad acerca de Dios. El Espíritu Santo viene con el mismo propósito. La Biblia es el registro de la revelación de Cristo. El Espíritu Santo es quien motivó a algunos de nuestros compañeros creyentes a escribir el registro sagrado. El Espíritu nos ayuda a comprender el registro. Romanos 8 incluso nos cuenta que el Espíritu Santo nos ayuda a orar mientras leemos.

Así que si deseamos conocer a Dios, y aprendemos las respuestas a las preguntas del gran conflicto; si queremos ver a Cristo; si queremos estar abiertos al trabajo del Espíritu Santo; si queremos dejarle que nos conduzca a la verdad, solamente hay una ruta, y es leer la Biblia. Mientras leemos los sesenta y seis libros completos, descubriremos cuán cierto es este último versículo, Heb. 1:1

“En muchas,” muchas, muchas, “y en varias maneras” muy pero muy variadas, Dios habló a nuestros padres mediante los profetas”. ¿Se dan cuenta? eso es demostrar de muchas y muy variadas maneras durante un largo periodo de tiempo, y bajo una gran variedad de circunstancias, lo que Hebreos 1:1 dice:

“Muchas veces y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo”, o su Hijo ” (BJ 2).

Usted no encuentra sólo afirmaciones allí. Usted encuentra la demostración, durante muchos siglos y con certeza, bajo una gran variedad de circunstancias. Toda la extensión de los sesenta y seis libros habla bien de nuestro Dios. La misma existencia de la Biblia nos dice que Dios no está tratando de conducirnos a que confiemos en Él sin pruebas. Si Dios nos ofreciera solo declaraciones, la Biblia tendría solo un párrafo de largo. Nos conmueve el darnos cuenta que el Dios infinito haya escogido ganar a su familia comportándose como un humilde maestro. Rebajándose para encontrarse con nosotros a nuestro nivel, hablando un idioma que pudiéramos entender, conduciéndonos no más rápido de lo que somos capaces de seguirle y corriendo el riesgo de ser malentendido. Especialmente cuando nos comportamos tan mal que Él necesita subir la voz para que le prestemos atención y entonces decirnos que a Él no le gusta subir la voz. Uno puede confiar en un maestro así.

Claro que todo esto es partiendo de que podemos confiar en la Biblia. Y existen preguntas válidas que uno puede hacerse con respecto a este libro. ¿Tenemos la colección correcta de sesenta y seis libros? ¿Se han conservado con precisión las palabras de estos libros? ¿Y esas palabras, han sido adecuadamente traducidas en todas las versiones con las que nos enfrentamos? Y por sobre todo, ¿podemos estar confiados de que entendemos su significado?

En nuestra próxima reunión voy a hablar un poco de eso. He pasado unos cuarenta años concentrándome en este asunto, tratando de equiparme para poder usar todas las herramientas para determinar si se puede confiar en la Biblia y si podemos con confianza entender su significado. Y todo lo que puedo decir es, que estoy absolutamente convencido. Pero no lo crean solo porque yo lo digo. ¡Dios no nos haría eso! Yo solo puedo dar mi testimonio. Yo creo que se puede confiar en Dios, de verdad. Y no quiero decir conocerle de manera general. Lo que quiero decir es que se puede confiar en Él, especialmente en aquellas áreas en donde Él ha sido acusado. Se puede confiar en que Él nunca será arbitrario, vengativo, exigente, no perdonador, ni severo. Pero Él no espera que lleguemos a esa conclusión sin tener pruebas. Incluso su existencia, su carácter, la credibilidad de su Palabra, todos fueron establecidos mediante una cantidad enorme de pruebas. Y esas son pruebas que apelan a nuestra razón. Esa es la manera en la que Dios restaura la confianza y “en un Dios así, ¡se puede confiar!”

PREGUNTAS Y RESPUESTAS
A. Graham Maxwell (GM) y Louis Venden (LV)

(LV): Me impresionó que dijera que las pruebas se encuentran en las historias. Es una forma interesante de ver la Biblia.

(GM): Es por eso que leer las historias no es algo infantil. Uno puede decir: ¿para qué leer la historia de Sansón otra vez? Bien, la mayoría de adultos que me encuentro no saben qué hacer con la historia de Sansón, pero esperamos que los niños sí sepan.

(LV): Es muy extraña la forma en que torcimos las cosas. Otra de sus declaraciones fue: “No hay atajos para la fe” y me impresionó como algo de mucha importancia. Usted habló ya de la confianza y la fe, y se refirió a ellas una vez más esta noche. Pero creo que muchos de nosotros todavía tenemos esa idea de que la fe tiene algo que ver con una confianza ciega. Usted necesita fe cuando no tiene suficientes pruebas, así que sigue adelante y cree. Quisiera que nos hable un poquito más de eso. Necesitamos dejarlo claro.

(GM): Bien, me pregunto quién será el que puso a circular tal idea. Y creo que solo el adversario se podría deleitar con eso. De que cuando confiamos en Dios decimos: “te creo, pero en verdad no tengo ninguna prueba para creerte”. Eso es lo que a él le gustaría pensar. Decimos: “Dios, hay tantas pruebas, y estoy estudiándolas todavía. Mientras más te conozco, más confío en tí”. Una de las cosas que ha ocasionado este problema es el uso de tantas palabras diferentes. Confianza es una cosa, certeza es otra cosa y fe otra, cuando en la Biblia todas esas palabras son una sola.

(LV): Pero incluso algunas personas muy sinceras han hablado de la fe como de un salto en la oscuridad. Uno va lo más lejos que se puede con las pruebas, y entonces al acercarse a la orilla del precipicio, solo cierra los ojos y salta, esperando aterrizar.

(GM): Bueno, ese es el problema. Creo que a lo largo de la historia han quedado esparcidos los restos de todos aquellos que han dado un salto en la oscuridad. Eso es algo muy peligroso. Bueno, podría ser que Dios me pida hacer algo como a Abraham, que momentáneamente yo no pueda entender. Pero que a causa de toda la luz que tengo, y con total confianza en Aquel a quien conozco muy bien, estoy dispuesto a seguir adelante. Y que lo conozco tan bien, que sé que no se molestará si en el camino le hago preguntas. No me agrada decir que eso es un salto en la oscuridad. Muchos usan esa definición porque en verdad piensan que están en la oscuridad. Algunos de los más distinguidos teólogos, cuyas presentaciones son admirables, sin embargo creen que Dios nunca en verdad nos reveló este tipo de cosas. Y que estamos en la oscuridad. Hasta los admiro por tomar la vida en la oscuridad tan seriamente. Pero no voy a referirme a mi fe en Dios como a un salto en la oscuridad. Cristo vino como la luz, ¿puedo decirle entonces a Dios: “Confío en tí, aunque es un hecho que estoy en la oscuridad? ¿Por qué nos dejas en la oscuridad todo el tiempo?” Muy a menudo esa es la gente que no sabe qué hacer con la Biblia. En realidad no creen en un Dios personal que verdaderamente se revela. Así que de alguna manera, es esta confianza en la Biblia tan pasada de moda la que según yo nos lleva a rechazar esa definición.

(LV): Una pérdida de la confianza en las Escrituras.

(GM): Sí, en verdad. Pero porque la tenemos, nunca diríamos “estamos en la oscuridad”. Mire lo que Él ha pagado para mantenernos en la luz. Por lo tanto fe es la decisión más iluminada, inteligente y racional que alguna vez hagamos, y de la que tenemos tantas pruebas. Y vacilo en decir esto, pero tengo más pruebas para creer en Dios que en usted, mi amigo. ¿Es verdad, no es así?

(LV): Bueno, creo que eso es verdad. Amarrando eso un poquito hemos recibido esta pregunta relacionada con Deuteronomio 13 en la hoja de referencias bíblicas, que nos advierte acerca de las señales y maravillas. Y cuando vemos los evangelios y la historia de Jesús: ¿acaso no son todos los milagros que Él realizó, una base para creer?

(GM): Bueno, dice en la Biblia que en Cana “ese fue el principio de las señales que Él hizo”, y que declararon algo, claro que sí. Su madre ya confiaba en Él y les dijo: “Hagan todo lo que les diga”. Creo que los milagros logran que las personas empiecen. Pero no es la mejor evidencia; porque los milagros pueden ser falsificados. Vean las primeras tres plagas de Egipto. ¡Un milagro es el peor tipo de prueba! Pero si somos susceptibles a ellas, nuestro Dios correrá el riesgo, algunas veces, de usarlos. Como el vellón mojado de Gedeón y el seco. Eso no habla muy bien de Gedeón. Pero habla muy bien de Dios, quien generosamente le dio esas señales. Dios, preferiría que nosotros evaluáramos las pruebas. Así que yo no quisiera decir que Él ya no usa milagros para nada, pero estos son solamente el primer paso para desarrollar la fe, y es más bien un paso peligroso.

(LV): Y el pasaje de Deuteronomio 13 nos señala el riesgo que existe en ello.

(GM): Así es. Porque a la vez que estos hacen los milagros, no dicen la verdad. Mientras observo algunos programas en la televisión en donde se realizan muchos milagros y sanidades por fe, yo presto atención para ver qué están diciendo acerca de Dios. Y si no dicen la verdad acerca de Dios, entonces los milagros no cuentan. Pero noto que la audiencia es arrastrada por los milagros, están tan emocionados que no están listos para abrir sus Biblias y estudiar profundamente la verdad. Ese es el peligro de los milagros, son muy impresionantes.

(LV): Bien, usted ha mencionado que la fe es un don. Recuerdo la historia de aquel hombre que le dice a Jesús que está preocupado por su hijo, y le dice: “Señor, creo. Ayuda a mi incredulidad”. ¿Qué hace Dios en una situación tal, para ayudarle en su incredulidad?

(GM): Yo he pensado en su petición, porque eso es lo que él dijo espontáneamente. Obviamente que él creía, o eso maravilloso que estaba pasando no hubiera pasado. Él creía; solo que deseaba haber tenido más fe. Pero que si el hombre entendió o no cómo le aumentaría Dios la fe, eso no lo dice. Tenemos que buscar a través del resto de las Escrituras para ver eso. Y yo entendería que Dios sí puede en verdad fortalecer la fe, cuando nos presenta las pruebas. Al ayudarnos a pensar al respecto. Al protegernos del adversario, que nubla nuestras mentes y nos priva de nuestra libertad para evaluar las pruebas. Incluso el Espíritu Santo se mueve. A mi no me molesta que el Espíritu Santo me impresione, solo que cuando siento una impresión quiero estar seguro de que viene del Espíritu Santo, y no de lo que comí en la cena. Creo que un buen número de personas piensa que han sido impresionados por algo, y ese algo es algo más. Así que de muchas y variadas maneras Dios trabajará. Quizás el hombre quería un milagro en ese momento. No se menciona que haya sucedido. Él ya confiaba en Dios lo suficiente para que eso sucediera. Jesús le dijo: “ya tienes fe”.

(LV): Pero le escuché decir que Dios no nos pone una inyección de fe.

(GM): Ese es todo el asunto.

(LV): Jesús no nos mete una píldora en la boca. Ese es un proceso que involucra nuestro pensamiento y nuestro entendimiento.

(GM): Queremos atajos. Y creo que ese fuel el atractivo allá en el árbol, cuando se le dijo a Eva: “Come del fruto y serás como Dios”. Y ella contestó: “yo pensé que la santificación era el trabajo de toda la vida. Y ¿se puede lograr todo, sólo con una mordida? Al estilo de los evangelistas del pasado. Pase al frente y será salvo. Siempre estamos buscando caminos más cortos, como buenas personas ocupadas que somos. Salvación instantánea, ¿no les parece?, es muy atractiva. Fe al instante; pero no se adquiere así.

(LV): Una de las preguntas que recibimos nos lleva de nuevo a la perspectiva que estamos estudiando y de que estamos viendo todo desde el punto de vista del gran conflicto. Guerra en el Cielo. ¿Por qué no toma Dios un control más firme del universo? Aunque eso signifique que perdamos un poquito de nuestra libertad. Pareciera como si el precio de la libertad es mucho. Con todo el dolor y las tragedias que pasan en nuestro mundo, ¿no podría haber hecho Dios un mejor trabajo para protegernos de las consecuencias de la libertad?

(GM): Recuerdo que muchos años atrás vino a verme una dama después de una reunión. Me dijo: “estaría dispuesta a perder algo de mi libertad a cambio de tener otra vez un poco de paz y seguridad, sentirme segura. Quisiera que Dios no me hubiera dado tanta libertad”. Como sucede ahora, para estar seguros de los terroristas en los aviones, estamos dispuestos a hacer largas colas esperando nuestro turno para pasar por esos aparatos electrónicos.

(LV): Uno se siente bien al respecto. Y uno quiere que lo revisen bien todo, cuidadosamente.

(GM): ¿Se dan cuenta? Estaríamos dispuestos a perder nuestra libertad con el objetivo de sentirnos seguros. Pero a escala universal, si le digo a Dios: “Sé que pagaste un precio bien alto por la libertad, pero preferiría no ser tan libre”. Dios me diría: “Bueno, lo siento mucho. Esto es algo que no es negociable. Voy a mantener mi universo libre, de otra manera tu confianza y tu amor no tendrían ningún significado. Hacer lo que dices, claro que podría salvarlos a todos, por ejemplo si convierto mi universo en una penitenciaría”. ¿Se dan cuenta? Si Él nos encerrara en confinamiento solitario, para que no nos hiciéramos daño unos a otros, así Él podría salvar a todos. Pero Dios dice: “Me rehúso a ser un guardia de seguridad por el resto de la eternidad. Perdónenme, pero preferiría morir que hacer a un lado la libertad”. Y Él ya murió para mostrarnos lo que la libertad significa para Él. Yo nunca podría decirle a Dios: “quítame algo de libertad”.

(LV): Algo de lo que usted dijo me hizo recordar otra pregunta que tengo que hacerle. Si Dios es todo poderoso, ¿por qué no puede, o por qué no quiere salvarnos a todos? Ya nos dio el ejemplo de la penitenciaría. Pero, ¿por qué no puede salvar amorosamente a todos?

(GM): Bien, si la salvación solo significara el dejarnos entrar al reino, en vez de lo que Él quiere, Él podría. Él tiene el poder para hacerlo. Hasta tiene el poder de ponernos en sujeción por terror; y mantenernos refunfuñando adentro del reino por el resto de la eternidad. ¿Qué padre humano querría eso para su familia? No importa cuán poderoso sea un padre, no podría forzar a su familia a que lo amen y le tengan confianza. Uno no puede amenazar a sus hijos a que vivan felices en su hogar. Eso simplemente no funciona. Quizás se porten bien mientras usted está en la casa porque usted los atemoriza, pero cuando crezcan y se vayan por su cuenta, van a hacer lo que quieran. Así que yo creo que las personas que tienen familias, o los maestros de niños, tienen que estar en una posición en la que pueden entender qué es lo que Dios está tratando de hacer. Claro que Él es omnipotente. Pero uno no puede conseguir el amor y la confianza a la fuerza. Simplemente no se puede. De allí lo largo del experimento y de la historia, y lo largo de las Escrituras.

(LV): Entonces, con esa idea de que Dios va a salvar a todos, crearíamos nuestro propio tipo de infierno por la forma en la que nos comportaríamos, aun si Él nos dejara entrar.

(GM): Y Él se rehúsa a presidir sobre el infierno. Si quiere ponerlo de esa forma, es cierto.

(LV): Aquí hay una pregunta que recibimos hace un par de semanas, pero que no habíamos podido tomar en cuenta. Si Satanás fue el primero en rebelarse, ¿de dónde surgió la idea del pecado? ¿O es que ya había pecado antes de que Satanás pecara? ¿O es acaso que todavía no sabemos eso?

(GM): Bueno, no hay un registro de que hubiese surgido antes. Pero, si tan solo pudiéramos explicarlo, podríamos encontrar alguna excusa para el pecado, alguna racionalización. De acuerdo al registro bíblico, todo ese diabólico asunto fue creado dentro de la mente del más magnífico de todos los seres de Dios. No era que no tuviera suficiente inteligencia, o que estuviera predispuesto al mal, o que no conociera a Dios. Él vivía en la presencia de Dios. Allí mismo; él sabía cómo era Dios. De hecho, yo pienso que conocía tan bien a Dios, que se atrevió a pensar en eso sin temor alguno. Él sabía cuan misericordioso era Dios. Eso es lo que hace su rebelión tan diabólica, tan extremadamente rebelde. Y claro, es una locura tal, que una criatura se considere a sí misma como Dios. Imagínese, si después de predicar un Sábado en la mañana en su iglesia, usted le pidiera a la congregación que se postrara de rodillas y le adoraran, usted sabe que la junta de ancianos se reuniría preguntándose si deben jubilar al pastor, porque necesita un poco de ayuda.

(LV): Me internarían inmediatamente en un hospital siquiátrico.

(GM): ¿Pero que hay del adversario? Hasta le pidió a su creador que se arrodillara para adorarle. Toda esa locura fue creada en la mente del mismo Lucifer.

(LV): Usted dijo, “creada en la mente de Lucifer”, no quiso decir que Dios la creó allí ¿verdad?

(GM): Satanás lo hizo él mismo. Nosotros somos capaces de eso. Pero, hay algo bueno en eso. Dios nos ha creado en verdad capaces de pensar cosas como esa, pero no tienen que ser cosas buenas, pueden ser malas. Qué gran riesgo el que Dios corrió al hacernos a su semejanza. De hacernos libres. Es evidente que la libertad significa todo para Dios. ¿Cómo podría entonces yo decirle “quítame un poco de mi libertad”?

(LV): ¿Aun con esos riesgos?

(GM): Sí, de tal manera que hasta lo terrible que Satanás hizo, habla bien de Dios.

(LV): La misma persona continua preguntando, ¿cree realmente Satanás que al fin va a ganar o como ya sabe que perderá, sólo está tratando de llevarse con él a tantos como le sea posible?

(GM): Creo que lo dijo muy bien. Cuando Hitler se dio cuenta que había perdido la guerra, anunció que se llevaría al tercer Reich consigo a la destrucción. Y el mundo dijo: “Está loco, es un maníaco”. Y yo creo que cuando Lucifer se dio cuenta que perdió la guerra, y el libro de Apocalipsis dice que él sabe que le queda poco tiempo. Él sabe que no puede ganar, y aún así está dedicado a llevarse consigo a tantos como pueda.

(LV): Esa es sencillamente la naturaleza del mal.

(GM): Qué locura la nuestra, de satisfacer su diabólica determinación de tomar a la familia entera con él.

(LV): Esta pregunta vino en conexión con el pasaje de Apocalipsis 12, en donde habla de Miguel y sus ángeles, y hay alguien que quiere saber un poquito más acerca de Miguel. ¿Quién era Miguel?

(GM): Está muy buena esa pregunta, porque en los libros apócrifos, se sugieren otras cosas sobre quién podría ser. Pero yo creo que en la Biblia, si uno nota todas las referencias a Miguel, el arcángel Miguel. Y dice en el libro a los Tesalonicenses que los muertos resucitarán a la voz del arcángel, pero los evangelios dicen que se levantarán a la voz de Cristo. Entonces amarramos al arcángel, Cristo y Miguel juntos como la misma persona. Pero todavía hay más al respecto. El nombre Miguel quiere decir, “quien es como Dios o el que es como Dios”. Y este nombre solamente se usa para Cristo en lugares como Daniel, Apocalipsis y Judas, en donde el gran conflicto está involucrado. Así que cuando se hace referencia al líder de los leales, se le llama, “el que es como Dios”, Miguel. Y ustedes saben quién es el otro del lado contrario, a quien le gustaría ser como Dios, pero no es. Así que es significativo que a Jesús se le llame Miguel en el escenario del gran conflicto. A mí me gusta.

(LV): Ese es un interesante juego de palabras. Bueno, ahora tenemos tres preguntas que vienen de tres personas diferentes y son acerca de la perfección. Déjeme leerlas rápidamente. Usted dijo que mientras la confianza en Dios aumenta, nos comportamos más como Él. Quiere decir que nos vamos pareciendo más a Dios, o sea haciéndonos más perfectos. ¿Podemos ser perfectos en el mundo actual? Y si no, ¿cuándo podemos esperar ser perfectos, como nuestro Padre Celestial es perfecto? Si podemos ser perfectos aquí, ¿se nos puede notar que somos perfectos? y ¿tendrán todos el mismo grado de perfección? Déjeme agregar esta otra pregunta con esa. Usted dijo que cuando lleguemos al cielo, posiblemente tendremos mucho que aprender. Quiere decir eso que aunque no pequemos, o seamos perfectos, ¿cometeremos errores? La gente quiere saber acerca de la perfección.

(GM): Bien, afortunadamente tendremos dos horas para eso más adelante. Tendremos una reunión completa titulada: “Dios puede sanar completamente el daño que ha sido hecho”. Y creo que es bien importante, porque malentender la perfección es una carga pesada y pone a Dios en una posición muy mala. Pero yo creo que Dios puede sanar perfectamente el daño hecho. No hay ninguna duda. Y la perfección también necesita ser entendida como madurez y crecimiento, hacer lo que es correcto. Y hablaremos acerca de la necesidad de estar tan firmes en la verdad y de crecer en la verdad para poder sobrevivir el tiempo de angustia. Pero en relación a no cometer errores, un error no es un pecado. Y creo que es muy importante que nos quitemos ese peso de encima. En el porvenir, usted podrá sembrar su árbol de granadas demasiado cerca de su casa, y el Señor vendrá más tarde y le dirá: “¿Ya te diste cuenta que lo sembraste muy cerca, ¿no es cierto? Pero también puedes trasplantarlo. Eso no es pecado. El pecado es rebeldía. Pecado es desconfiar. Equivocarse no es pecado.

(LV): Recuerdo que cuando era niño oraba cada noche pidiéndole a Dios perdón por todos mis errores y pecados.

(GM): Así es.

(LV): Sí. Yo decía eso bien rápido y tenía la tendencia a pensar que los pecados…yo prefería considerarlos como errores.

(GM): Un error no parecía ser tan grave como un pecado.

(LV): Así es, quizás hasta un poco más fácil de perdonar. Si Dios está esperando que crezcamos en Él, ¿no tendrá Él que esperar por siempre?, porque siempre hay gente convirtiéndose. ¿Es por eso que el tiempo sigue pasando? ¿Cuándo vamos finalmente a madurar?

(GM): Es verdad. Habrá conversiones todo el tiempo, y nos preguntamos cómo podremos crecer desde la infancia hasta esta madurez de la que hemos hablado. Si Dios no va a permitir que los eventos finales sucedan sino hasta que Él tenga una generación de Jobs, suficientemente maduros y firmes en la verdad para pasar por el tiempo de angustia, lo que se me ocurre en relación a esto es que yo creo que hemos asumido que toma mucho, mucho tiempo crecer desde el nuevo nacimiento hasta la madurez. Y me doy cuenta de que cuando Pablo le escribió a los efesios, el sugirió que podrían crecer mucho más rápido. Y en el libro de Hebreos, solamente unos pocos años más tarde él dijo: “ustedes ya deberían ser maestros, pero me doy cuenta que todavía son bebés en la verdad”. Creo que podríamos animar a la gente a creer que pueden crecer desde el nuevo nacimiento hasta la madurez más rápido, y que sería mucho más emocionante. Cuando nos bautizamos, solemos pensar, “me he lanzado en un viaje de 65 años de lenta santificación”. Y pienso, “No, ¿por qué no crecer sin retrasos, tan rápidamente como sea posible y estar bien firmes en la verdad?” Pero entonces, cuando tenemos una prohibida e inalcanzable concepción de la perfección, pensamos “bien, de todas maneras creo que no voy a poder”. La concepción de perfección que encontramos en la Biblia es la concepción de un individuo que está tan convencido de su verdad sobre Dios, que si Satanás viene como un ángel de luz, o hasta como Cristo, diciendo que Dios es arbitrario, vengativo, no perdonador y severo, un niño de doce años podría ser capaz de decir: “Eso no es verdad y no lo voy a creer”. Así que yo creo que hemos hecho una diferencia muy abarcante allí y Dios puede, bajo los intensos y rápidos eventos del fin del tiempo, Él puede producir una generación de Jobs bien maduros y de todas las edades.

(LV): Me impresiona que con la idea de crecimiento, tendemos fácilmente a pensar en desempeño. Cuando uno tiene claro cuál es el problema, el crecimiento es en términos de confianza. Y eso sucederá muy rápido si usted esta dispuesto a examinar las pruebas y observarlas.

(GM): Así es.

(LV): Vamos a tener que darnos prisa, y tendremos que saltarnos algunas perlas. Pero aquí hay una pregunta que creo es apropiada para concluir nuestra reunión. ¿Se desarrolló la confianza del ladrón solamente por la escena, las palabras y las circunstancias alrededor de la cruz? o ¿se había desarrollado a través de una vida de búsqueda y de confianza mientras era dirigido por el Espíritu Santo a lo largo de toda su vida? ¿Qué hay del ladrón?

(GM): Ah, me gusta lo que implica. No sabemos cuánto sabía el ladrón acerca de Cristo, pero seguro que tenía que saber qué era lo que estaba pasando. Pero basado en la autoridad del resto de las Escrituras, uno sabe que el Espíritu Santo estaba trabajando en ese hombre. Cristo es la Luz que ilumina a cada uno que viene a este mundo. Es que cuando estaba colgando de la cruz, allí había pruebas, relucientes pruebas y el Espíritu Santo tenía a un hombre que maldecía y perjuraba, pero con algo de ternura y de disposición a escuchar en su interior. Y ese ladrón era susceptible a la influencia del Espíritu Santo quién le dirigió la atención hacia el rostro de aquel que estaba en el centro. Su voz, al decir, “cuida a mi madre”, su compasión cuando expresó, “perdónalos”. Y, eso fue lo que lo ganó.

(LV): La próxima semana analizaremos más profundamente las pruebas, y veremos si las pruebas son confiables la próxima semana.

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